Los dos primeros años de política exterior del Gobierno socialista han sido polémicos, dentro y fuera
de España. Los mismos expertos europeos -un británico, un francés y un alemán- que en el primer número de esta revista hicieron un balance de la diplomacia de Aznar, lo hacen ahora de la de Zapatero. Para uno, la acción exterior española necesita un análisis más estratégico de sus intereses. Para otro, la oportunidad española está en una América Latina que entra en una fase complicada.
Según el tercero, la imagen discreta de la España socialista es producto también del declive mundial de Europa.


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El hombre precipitado. Shaun Riordan

El Gobierno de Zapatero entró en La Moncloa con una serie de prioridades para su política exterior: reparar las relaciones con Marruecos, realinear la política europea, reformar el cuerpo diplomático y situar las relaciones con Iberoamérica en un contexto político. También había adquirido un compromiso firme: la retirada de las tropas españolas de Irak.

El modo en que el propio Zapatero cumplió su compromiso electoral, anunciando el regreso de los soldados como primera decisión tras prometer su cargo, sin ninguna consulta previa con EE UU o los aliados europeos, marcó el tono de la política exterior para los dos primeros años de la legislatura: falta de coherencia, ausencia de visión estratégica y demasiada prisa a la hora de tomar decisiones y poner en marcha iniciativas. Con ello no digo que no haya habido éxitos. Aunque todavía estén por venir las reformas del cuerpo diplomático español, las relaciones con Marruecos han mejorado y las que Madrid mantiene con Iberoamérica ya tienen un contenido tanto político como económico. Sin embargo, los fracasos son más sonados.

Encuentros y desencuentros: Moratinos y Rice en Bruselas en el mes
Encuentros y desencuentros: Moratinos y Rice en Bruselas en el mes de febrero pasado.


No iba a ser fácil remediar el daño infligido a las relaciones con EE UU con un anuncio tan precipitado de la retirada de las tropas de Irak. Tampoco se puede decir que toda la culpa recaiga en el lado español: mantener buenos vínculos con la Administración Bush sin ser su peón no es tarea sencilla. Sin embargo, una serie de decisiones muy poco comprensibles han minado continuamente cualquier esfuerzo de reparar las relaciones con Washington: el recibimiento de Zapatero a Hugo Chávez con abrazos y chistes en La Moncloa ante las cámaras de televisión, la venta de armas a Venezuela y la decisión de la Cumbre Iberoamericana en Salamanca de apoyar a Cuba contra el bloqueo estadounidense son tan sólo unos cuantos ejemplos. En cada caso, la impresión es que se ha tomado una decisión de forma aislada, sin pensar en las consecuencias más amplias.

La situación de la política europea de Zapatero es más complicada. La decisión de realinearse con el eje franco-alemán parecía razonable en el momento de las elecciones. Sin embargo, desde entonces, el mapa político europeo ha cambiado radicalmente. Los referendos francés y holandés sobre la Constitución, la derrota electoral de Schröder (y la victoria de Merkel) y el debate sobre el presupuesto comunitario, podría todo ello significar que el eje franco-alemán deja de ser el motor de la construcción europea. Aunque defendió bien los intereses españoles en la última cumbre de la UE, ...