Los estudios en Relaciones Internacionales (RR II) están enfrentándose a un desafío que los ha empezado a redefinir con urgencia en Estados Unidos y que va a seguir revolucionándolos en los próximos años. Estas grandes transformaciones, dos sobre todo, ya han empezado a llegar a España y América Latina.
La primera transformación es que la autonomía y utilidad de la propia disciplina de las Relaciones Internacionales está seriamente cuestionada. La creciente globalización e internacionalización de los profesionales y los mercados convenció durante décadas a muchos académicos de que el grado de RR II apenas había que justificarlo, porque integraba y permitía profundizar en un amplio abanico de materias en la que ningún otro programa profundizaba.
Se añadía, en definitiva, una perspectiva novedosa a las Ciencias Políticas, el Derecho, los estudios culturales o la Economía y se integraban todos esos ángulos en un mismo espacio para beneficio de los estudiantes, que adquirían un conocimiento único que les permitiría aprovechar las oportunidades que prometía la globalización, identificar las amenazas y explicar esta nueva realidad a empresas, instituciones y opinión pública.
Ahora mismo, con la emergencia de áreas cada vez más técnicas y especializadas en cada disciplina y con la rapidísima internacionalización de todos los estudios, ha dejado de ser obvio que los estudiantes de grado o de máster de Relaciones Internacionales estén mejor preparados para asumir un protagonismo especial en el mercado laboral planetario. Eso se puede resumir y explicar en dos grandes puntos.

Primero, los perfiles generalistas han perdido brillo, atractivo y utilidad frente a los perfiles especializados para las empresas y las instituciones y casi cualquier empleador. Esto ha dificultado la inserción laboral de alumnos como los estudiantes de Relaciones Internacionales, que tienen una formación puramente generalista y se ven obligados a competir con otros profesionales cuyos conocimientos técnicos son más relevantes para los puestos de trabajo que exigen formación universitaria.
Y segundo, casi todas las carreras han multiplicado su carga internacional porque la posibilidad de estancias en el extranjero se ha universalizado (es el caso de los Erasmus), los requisitos de idiomas e incluso de simple y llano bilingüismo se han endurecido, el intercambio de las ideas académicas se ha acelerado y globalizado (las nuevas técnicas y paradigmas llegan antes a las universidades y escuelas de negocios de España o Brasil) y cada vez son más los alumnos que demandan en casi todas las carreras una formación que les sirva para trabajar en multinacionales, empresas locales que comercien con el exterior, instituciones internacionales o directamente en otros países.
Es obvio que los centros de educación superior en España y América Latina han reaccionado y se están enfrentando a esta transformación. La aparición de los grados de Relaciones Internacionales en España, a diferencia de los másteres, es muy reciente y coincide prácticamente con el estallido de lo ...
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