Bienvenido a la Era Híbrida.
Era la doble cita que habíamos esperado con más ansiedad en nuestra vida. Justo antes del atardecer de un cálido día de agosto en Los Ángeles, estábamos sentados en un restaurante de hotel casi vacío esperando la llegada de uno de los equipos intelectuales compuestos por marido y mujer más influyentes de la historia: Alvin y Heidi Toffler.
Ahora son ya unos octogenarios, pero, si ven un ejemplar de los libros más famosos de los Toffler –El shock del futuro (1970) y La tercera ola (1980)–, se preguntarán de inmediato por qué hay gente que se molesta en escribir los superfluos comentarios metasociales y metapolíticos que hoy nos asfixian. Estos libros, escritos cuando éramos niños, contienen unos análisis tan asombrosos, encerrados en una prosa elegante pero dinámica, que debería ser lectura obligatoria dentro de 40 años. Podría pensarse que se han publicado este mismo año.
De sus páginas saltan términos y conceptos que están en la punta de la lengua de todo el mundo: la crisis del industrialismo, las prometedoras posibilidades de las energías renovables, la adhocracia en la economía, el ascenso de la familia no nuclear, el trabajo a distancia, hecho posible por la tecnología, el poder del prosumidor, los sensores insertos en los electrodomésticos, una industria genética que prediseña el cuerpo humano, la responsabilidad social corporativa, la “sobrecarga de información”, y, en la página 292 de La tercera ola, esa expresión que la revista Wired no se cansa hoy de usar: “La revolución del hágaselo usted mismo”. No es extraño que calificado al libro de “estudio clásico del mañana”. (Una de las pocas cosas en las que parecieron equivocarse, o al menos no han acertado todavía, es en la difusión de las comunas polígamas).
En persona, los Tofflers se mostraron igual de intuitivos al relacionar la política interna de Estados Unidos, la obsesión de los asiáticos por las altas tecnologías y la inercia de la política en Oriente Medio. Pero lo más extraordinario de los Toffler no es lo que nos dijeron en aquel restaurante, sino sus análisis sobre la sociedad actual que hicieron hace tanto tiempo y siguen teniendo relevancia hoy, sobre todo teniendo en cuenta que muchos no eran nada obvios en su época. Si la opinión general de entonces era que la industrialización masiva iba a convertir a los ciudadanos corrientes en unos “hombres de masas” en camisas de fuerza, los Toffler vieron que la estratificación y la diferenciación funcional iba a generar una sociedad superindustrial con una diversidad como de mosaico. Y si el público se mostraba ignorante o complaciente sobre los efectos a largo plazo de la tecnología de comunicaciones avanzada, los Toffler previeron la telefonía y los mundos virtuales que nos iban a obligar a concebir formas cada vez más creativas de evitar el exceso de estímulos y proteger nuestra intimidad. Desde el punto de vista de un presente en el que el exceso de contacto con Internet se considera una adicción, resulta impresionante que ...
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