Las inminentes citas electorales, con legislativas previstas para marzo y presidenciales para mayo, miden la situación del conflicto colombiano, cinco años después de los Acuerdos de paz y con un país acostumbrado a las agresiones como “mecanismo de competencia política”.

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Entierro del líder indígena Jose Albeiro Camayo, asesinado en 2022. Luis Carlos Ayala/Long Visual Press/Universal Images Group via Getty Images

Colombia firmó la paz en 2016. La violencia sigue definiendo la realidad política y social del país. Solo en los primeros 45 días de 2022, al menos 22 líderes sociales y personas defensoras de derechos humanos han sido asesinadas, además de tres excombatientes de las FARC-EP (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo), firmantes de los Acuerdos de Paz. Los datos los recopila Indepaz, el Instituto de estudios para el desarrollo y la paz, que también cifra en 19 las masacres (acto violento en el que mueren al menos tres personas) ocurridas en apenas mes y medio de año, con 82 víctimas mortales.

Con la histórica rúbrica entre el Gobierno del expresidente Juan Manuel Santos y la principal guerrilla como telón de fondo, el conflicto armado ha cambiado de formas. Pero continúa existiendo. Con la mayoría de las FARC desmovilizadas (aunque algunos grupos han vuelto a la senda armada) y gran parte de sus integrantes tratando de insertarse en la vida civil, hoy los actores son otros. “Las masacres son una clara evidencia de que el conflicto armado se está reconfigurando en los territorios. Con el Acuerdo de paz de 2016, las FARC abandonaron la gran mayoría de las zonas donde operaba, generando una cruenta disputa entre distintos grupos armados por el control territorial. En estas zonas donde el Estado no ejerce presencia alguna, las masacres han venido en aumento constante”, recoge el medio independiente Rutas del conflicto, que se dedica precisamente a documentar las matanzas.

Una opinión compartida por Human Rights Watch que, en su Informe mundial 2022, indica que la violencia relacionada con el conflicto “ha adoptado nuevas formas” y que, el año pasado, “aumentaron los abusos por parte de grupos armados, incluyendo asesinatos, masacres y desplazamiento forzado masivo”.

Hay muchas cifras, pero tal vez pocos nombres para describir la situación colombiana. “La mortandad parece invisible”, escribe el periodista y analista Ariel Ávila, en el libro ¿Por qué los matan?, en el que concluye que “la victimización a un líder social es una herida profunda para la democracia. Es como si la estuviéramos matando”. El ahora candidato al Senado por Coalición Centro Esperanza también ha subrayado que los homicidios de líderes sociales “pueden considerarse como casos ejemplarizantes”.

 

Dura respuesta a la protesta social

Luz Marina Bernal cabe en la definición de lideresa social. No ha parado de luchar desde que en 2008 asesinaron a su hijo Fair Leonardo Porras Bernal, haciéndolo pasar por un guerrillero. Su lucha no se queda solo en los tribunales, sino que se extiende a las calles y a las instituciones, aunque aquí de manera simbólica. Ocupa el ...