Una mirada a los 75 centros neurálgicos de la revolución urbana que se avecina. He aquí la clasificación.

 

 

Si existe algún motivo para el optimismo en el sombrío panorama de la economía mundial, es el ascenso de las ciudades. Con el frágil crecimiento que viven Europa y Estados Unidos, el giro del equilibrio económico hacia el este y el sur está produciéndose a una velocidad y una escala sin precedentes, y a través de la urbanización. Para decirlo en pocas palabras, estamos viendo la mayor transformación económica que ha vivido el mundo a medida que la población de las ciudades en los mercados emergentes aumenta y tiene rentas cada vez más elevadas, lo cual está generando enormes transformaciones geopolíticas y una oleada de nuevos consumidores cuyo poder adquisitivo cambiará la forma de comprar e invertir del mundo.

Las ciudades tienen más importancia que nunca. Seiscientos centros urbanos generan alrededor del 60% del PIB global. Y en 2025 seguirá habiendo 600 ciudades que representarán la misma proporción del PIB mundial, pero ese selecto grupo tendrá una composición muy diferente. Durante los próximos 15 años, el centro de gravedad del mundo urbano se trasladará más al sur y, sobre todo, más al este.

Por eso hemos reunido este índice de Las ciudades más dinámicas de 2025, un 40% de las cuales se encuentran en un solo país: China. Muchas son lugares de los que nunca habrán oído hablar, como Fuzhou y Wuhan, y son indicativas de la inmensa transformación de un país que pretende encabezar la revolución urbana del siglo XXI en la misma medida en que Estados Unidos reinventó la metrópolis en el XX. No es que Occidente vaya a haber quedado eclipsado en 2025 -en la lista figuran 13 ciudades de Estados Unidos, aunque solo tres de Europa-, pero no hay duda de que estamos en pleno ocaso. Aparte de la extraordinaria cifra de 29 ciudades chinas, hay otras muchas -Luanda, Abu Dhabi, Ankara, Santiago, por citar algunas- que en el siglo pasado eran poco más que pueblos y de aquí a unas décadas serán conocidas para todos.

La lista está extraída de la base de datos Cityscope, exclusiva del McKinsey Global Institute, que comprende más de 2.650 ciudades, utiliza proyecciones internas de población y datos de las oficinas estadísticas locales y Naciones Unidas y se basa en gran parte en las tasas de crecimiento de los PIB per cápita nacionales. A nuestro juicio, estas 75 ciudades serán las que hagan una mayor contribución a la economía global en los próximos años. Todas juntas, probablemente serán responsables de más del 30% del crecimiento del PIB de aquí a 2025. Son los motores económicos del mundo.

Desde luego, las grandes ciudades actuales -Nueva York, Tokio, Londres-siguen siendo gigantes, sin la menor duda. Casi la mitad del PIB mundial en 2010 se generó en solo 362 urbes de las regiones desarrolladas, y más del 20% en 187 ciudades de EE UU.

Sin embargo, en 2025, la cuarta parte de esas ciudades de países desarrollados ya no estarán entre las 600 más importantes. Se prevé que para entonces haya 99 ciudades nuevas en ese grupo selecto, todas de países en vías de desarrollo y, sobre todo -72 de ellas- de China. En 2025, las 600 ciudades más grandes del mundo albergarán a unos 220 millones más de personas en edad de trabajar y proporcionarán más del 30% de la expansión de la mano de obra global. Casi todo ese aumento se producirá en los mercados emergentes, y la mitad de él en las principales ciudades de China e India.

La urbanización de China se desarrolla a un ritmo extraordinario; tiene una dimensión 100 veces superior y 10 veces más velocidad que la del primer país del mundo que se urbanizó, Gran Bretaña. Solo en los últimos 10 años, la proporción de gente que vive en las grandes ciudades chinas ha pasado del 36% a casi el 50%. En 2010, las regiones metropolitanas de China generaron el 78% de su PIB. Si las tendencias actuales se mantienen, la población urbana del Imperio del Centro crecerá de unos 570 millones en 2005 a 925 millones en 2025, un incremento mayor que toda la población de Estados Unidos.

Proyectar la evolución de las ciudades es una tarea intrínsecamente complicada. Los destinos de las metrópolis varían mucho en función de la sabiduría de sus dirigentes, las tendencias económicas generales, el éxito de los negocios locales y, por supuesto, la suerte. Por consiguiente, si bien las burbujas inmobiliarias pueden estallar y es posible que las estratosféricas tasas de crecimiento de China vuelvan a la tierra, en un abanico de posibilidades macroeconómicas, tanto si hay un crecimiento más rápido como si es más lento, nuestras conclusiones sobre las pautas del desarrollo urbano están claras: salvo que ocurra alguna catástrofe inesperada, el futuro de las ciudades del mundo se escribirá sobre todo en chino.

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