Mitrovica, Kosovo: Un hombre pasa por delante de un mural nacionalista serbio en el que se lee 'nunca te rindas' sobre un mapa de Kosovo en Mitrovica Norte. (Foto de Pierre Crom/Getty Images)

Mientras los países de la región sigan siendo actores secundarios en la agenda internacional, las heridas abiertas entre los Estados de la zona tendrán que volverse a coser. 

En el famoso cómic de Alan Ford, de producción italiana, que tuvo un enorme éxito en la antigua Yugoslavia, y que todavía lo tiene por la zona, el personaje de Grunf recurría a una frase que se convirtió en una especie de mantra optimista, tan certera como irónica: “tuvimos problemas más graves, pero tampoco los resolvimos”. La vida política en los Balcanes continúa por la senda de asuntos por resolver sin que se resuelvan litigios que son más propios de los 90, pero que las circunstancias geopolíticas le otorgan otro valor cuando la arquitectura de seguridad de la UE se encuentra amenazada por la invasión de Ucrania por parte de Rusia.

Kosovo

Cuando sonaron las sirenas en Kosovska Mitrovica las redes sociales se lanzaron a anunciar víctimas sin confirmar y una guerra entre Belgrado y Pristina como la de 1998. Una parrilla de tuiteros se situó inmediatamente en la rampa de salida por apuntarse el tanto de la primicia informativa. Como en otras ocasiones, poco importa la verosimilitud del anuncio o el desarrollo de los acontecimientos porque las cuentas ya habían rentabilizado las prisas en forma de nuevos seguidores desnortados. El dichoso algoritmo.

A los dos días, Kosovo volvió a esfumarse de los informativos y la noticia más importante, está vez verídica, era la visita de la cantante británica de origen albanokosovar Dua Lipa, condecorada por la presidenta Vjosa Osmani por organizar el festival Sunny Hill, involucrarse en la cultura local y ser el rostro kosovar más reconocido internacionalmente. La escalada de violencia entre Serbia y Kosovo resultaba improbable, se quedó en algunos disparos aislados sin heridos y un día de barricadas puestas en dos arterias que conectan Serbia con Kosovo. El incidente en sí refleja las constantes de un tipo de conflicto que permanece latente en la región. Un tejido de seguridad resistente pero deficientemente remendado, y por tanto expuesto a jirones imprevistos. 

La “crisis de las matrículas” como la han definido varios medios balcánicos se sustenta en las promesas de Albin Kurti, primer ministro kosovar, de tratar a Serbia igual que Serbia trata a Kosovo. El Gobierno serbio no reconoce los documentos de viaje ni las matrículas kosovares. Los viajeros kosovares que ingresen a Serbia deben sacar documentos temporales y cubrir las matrículas de la República de Kosovo en sus vehículos. Pristina pretendía hacer lo mismo con el registro de las placas serbias con las designaciones de las ciudades kosovares. Las tensiones ya se habían producido en septiembre de 2021 y se relajaron tan pronto como se acordó un plazo de seis meses para llegar a un acuerdo, con la mediación de la Unión Europea. En abril ...