La complejidad que implica dialogar y desactivar la amalgama de conflictos armados que existen actualmente en el país va a precisar de compromisos y responsabilidades por todas las partes.

La llegada de Gustavo Petro a la presidencia de Colombia, tal y como era de esperar, ha supuesto un punto de inflexión en la gestión del conflicto armado y la construcción de paz. Sin duda, una de las herencias malditas de su predecesor, Iván Duque, bien tiene que ver con el deterioro de las condiciones de seguridad y el debilitamiento del proceso de implementación del Acuerdo de Paz suscrito con las FARC-EP en noviembre de 2016. A tal efecto, el anterior gobierno hizo las veces de saboteador, y colmó de retrasos, resistencias e incumplimientos lo pactado con la guerrilla. Además, durante los últimos cuatro años los grupos armados y las estructuras criminales proliferaron exponencialmente y todos presentan mayores capacidades, recursos y presencia territorial con respecto a 2016.
Una de las máximas de Gustavo Petro durante la campaña electoral y durante sus primeras semanas de gobierno ha sido tejer la arquitectura de la nueva política de paz para los próximos años. Al respecto, y entre otras, tres son las grandes apuestas para el nuevo Ejecutivo. De un lado cabe destacar a Álvaro Leyva Durán, ministro de Exteriores, proveniente del conservadurismo colombiano, es una figura de gran reconocimiento entre las guerrillas por su disposición a la paz y la exploración de fórmulas de diálogo. Su elección servirá para coadyuvar el rol de una comunidad internacional que debe asumir mucha más implicación y responsabilidad respecto de lo que hizo en 2016 con las FARC-EP. De otro lado, un segundo nombre que destaca sería Iván Danilo Rueda, nombrado como Alto Comisionado para la Paz y, por tanto, con rango ministerial, es el designado, stricto sensu, para liderar los procesos de paz que se adelanten en el país. Fue director de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, aunque tiene un perfil político muy bajo, atesora gran conocimiento sobre construcción de paz y es reconocido muy positivamente por actores como el ELN. Finalmente, quedaría como senador y presidente de la Comisión de Paz del Senado, Iván Cepeda, uno de los referentes de izquierda con más apoyo popular en Colombia y principal valedor del concepto de “paz total”.
Hablar de paz total supone hacer referencia a la máxima aspiración del nuevo gobierno. Es decir, atender, entender, dialogar y desactivar la amalgama de conflictos armados que existen en la actualidad. Por reducir el conjunto de siglas y de actores, en Colombia, actualmente, hay una confrontación armada con la guerrilla del ELN y con una parte de las extintas FARC-EP, que en agosto de 2019 se desmarcó del proceso de paz al ...
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