Una trabajadora recolecta flores en un invernadero en Nemocon, departamento de Cundinamarca, Colombia, febrero de 2015. Eitan Abramovich/AFP/Getty Images
Una trabajadora recolecta flores en un invernadero en Nemocon, departamento de Cundinamarca, Colombia, febrero de 2015. Eitan Abramovich/AFP/Getty Images

Colombia es ya el segundo productor y exportador mundial de flores y el primer proveedor a Estados Unidos. Hay críticas, sin embargo, sobre las condiciones laborales de los trabajadores y los impactos de la floricultura sobre el medio ambiente.

Colombia exportó 500 millones de flores para el último San Valentín. Ahí es nada. El día mundial en el que más flores se compran y venden en el planeta, el país latinoamericano ratificaba su apuesta por la industria de las flores, que supone ya el tercer renglón de sus exportaciones, sólo por detrás del petróleo y el café, con  ingresos cercanos a los 1.252 millones de dólares en 2011. El día de los enamorados sigue siendo una fecha clave para el negocio colombiano de la floricultura: se vende entre el 30 y el 35% del volumen total de las flores que se exportan al año; la mayor parte, al primer destino de las exportaciones de flores: Estados Unidos, que recibe en torno al 74% de la producción de flores colombianas. O, a la inversa: Colombia produce el 65% de las flores que consumen los estadounidenses.

“Es la historia de éxito del libre comercio entre Colombia y Estados Unidos”, ha afirmado Augusto Solano, presidente de la Asociación Colombiana de Exportadores de Flores (Asocolflores). La floricultura se benefició, en efecto, de las preferencias arancelarias que garantizó el Tratado de Libre Comercio (TLC) recientemente suscrito entre ambos países, consolidando la posición de las flores colombianas en el mercado estadounidense. También ayudó el trabajo conjunto de la patronal y el Gobierno para trabajar la marca-país, con un programa, lanzado en 2006, llamado “Colombia. Tierra de Flores”.

Lo cierto es que las flores no arraigaron en suelo colombiano hasta los 60 del siglo pasado, y sólo en los últimos 20 años comenzaron su acelerado crecimiento. Hoy, con 6.500 hectáreas cultivadas, el país es ya el segundo exportador de flores del mundo; el primero, si hablamos de claveles. Además, el 97% de la producción se destina a la exportación; y, ahora que el mercado estadounidense da síntomas de saturación, los productores colombianos, que ya exportan a 88 países, pretenden consolidar nuevos mercados, como Europa y Japón. Colombia copa el 16% de la cuota de mercado mundial; unas cifras nada desdeñables, sobre todo porque el indiscutible líder mundial, Holanda, acapara el 56% del mercado. Es también una importante fuente de empleo: se calcula que el sector da trabajo a 150.000 colombianos, y el 65% de ellos son mujeres; la mayoría habitan regiones rurales o barrios urbanos marginales.

En los últimos años, los productores de flores veían cómo su competitividad descendía por el incremento sostenido del peso colombiano respecto del dólar; sin embargo, en muy pocos meses se ha revertido esa tendencia: si hace un año el dólar se cotizaba a unos 1.980 pesos, hoy alcanza los 2.516. La devaluación de la moneda local da un respiro a los productores, ...