Los desafíos de la mayor de las economías de América Latina.


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En el transcurso de la última década, la economía brasileña experimentó un espectacular crecimiento. Esta expansión, sumada a sus características geográficas y demográficas, permitió al país posicionarse como la primera potencia económica regional y, al mismo tiempo, como un emergente actor en el escenario global. No es casualidad que en el año 2001 Goldman Sachs publicara un trabajo en el cual se identificaba a Brasil (junto a Rusia, India y China) como uno de los países que lideraría el crecimiento mundial de la primera mitad del siglo XXI y que para el año 2050 podría cuestionar la posición económica dominante del G7.

Los primeros 10 años de la naciente centuria efectivamente colocaron a los brasileños dentro de la elite económica internacional. Según números del FMI, el PBI de Brasil es el séptimo mayor a escala mundial, compitiendo con Gran Bretaña por el sexto lugar. Tangible demostración de la importancia planetaria de la nación suramericana.

Pero las relaciones internacionales son dinámicas. Si bien la imagen actual es la de un Brasil emergente, vale la pena intentar prever qué podría suceder de aquí en adelante.

Los recientes resultados económicos comienzan a encender luces de alerta. En 2012, el PBI se expandió algo más de un punto porcentual, un número insuficiente para continuar dentro de la vanguardia económica internacional. Más aún si comparamos este crecimiento con el de otros BRICS. En el mismo período China creció más del 8%, India el 6,6% y Rusia un 3,8%. 2013 ha comenzado con fundamentados interrogantes sobre la capacidad de reacción de la economía brasileña.

¿Cuáles son los elementos que permiten comprender los problemas de hoy y predecir los desafíos del mañana? Los empresarios y economistas brasileños suelen encontrar en el denominado “Costo Brasil” una buena parte de la explicación. Este término se compone de elementos claramente identificables que generan costos adicionales a las compañías que operan dentro del país. El resultado es una limitación a la posibilidad de competir en igualdad de condiciones con bienes y servicios producidos en otros mercados.

El primero de los componentes del “Costo Brasil” se encuentra dentro del frente tributario. La asfixiante presión fiscal, los elevados costes para la contratación de personal y la compleja legislación impositiva entorpecen y encarecen el accionar del sector privado. Los extranjeros que inician actividades empresariales en el país suelen sorprenderse del funcionamiento del sistema, el cual obliga al emprendedor a pagar impuestos durante un extenso período de tiempo anterior al momento de iniciar las operaciones.

La insuficiente infraestructura es otra de las deficiencias estructurales. Carreteras saturadas de camiones, vías férreas casi inexistentes y terminales portuarias y aéreas colapsadas. Situación que, en un país de 8,5 millones de kilómetros cuadrados (el quinto mayor del mundo), condiciona en forma directa la competitividad de la economía.

La escasez de ingenieros y técnicos es una dificultad adicional a la que las empresas ...