Cuando se celebra el quinto centenario de la muerte de Colón, China se
lanza a la conquista del continente con unos métodos muy distintos.
Chile ha sido el primer país en firmar un acuerdo de libre comercio con el gigante asiático en una región ávida de crecimiento, señal de que este
siglo se dilucidará en la cuenca del Pacífico.
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Al contrario de lo que ha ocurrido en muchos países latinoamericanos, ni Jeffrey Sachs ni Milton Friedman han aterrizado en Pekín para aplicar las leyes del desarrollo económico. La apertura comercial de China es deslumbrante y la apuesta por el libre comercio inédita. Para América Latina, en un momento en el que los gobiernos de izquierda están afincándose en el continente, el interés por ese capitalismo híbrido apunta a una reorganización más amplia, en la que el antiguo patio trasero de Estados Unidos ya no depende, por primera vez en su historia, de los países desarrollados para explotar sus recursos y puede también recurrir a un tercer interlocutor.
En Latinoamérica, el impacto económico del gigante asiático es doble: comercial y financiero. Lo más llamativo y explosivo es, sin duda, su irrupción como uno de los principales socios comerciales de la mayoría de los países del subcontinente. La velocidad de este proceso ha sido meteórica: en apenas un par de años China se ha convertido en una pieza clave del ajedrez comercial latinoamericano. Asimismo, en términos financieros, sus inversiones han despegado en las estadísticas y realidades del área.
El despertar del dragón chino no es sin embargo nuevo. En realidad, hablar del surgimiento de la economía china es erróneo. Lo justo sería definirlo como un resurgir. Hasta principios del siglo XIX, el gigante acaparaba más de un tercio del PIB mundial, lo que le convertía en el centro del planeta. El siglo XX fue un paréntesis. China estaría ahora retomando la posición que fue suya, no en la periferia del mundo, sino más bien en su núcleo.
OTRA GEOGRAFÍA COMERCIAL
Para América Latina este despertar del dragón es una estupenda noticia. Las dos regiones son complementarias. La primera dispone de los recursos naturales y productos agrícolas que Pekín necesita para alimentar su crecimiento. La voracidad de la economía china ha contribuido a la bonanza vivida por la región en los últimos años. Es más, por primera vez en su historia reciente, Latinoamérica dispone de tres puntos de apoyo en el mundo. Hasta los 80, el principal sostén (comercial) fue Estados Unidos; en los 90 surgió un segundo pilar (financiero): las inversiones directas masivas de los europeos y españoles en particular; ahora se estructura un tercer punto de apoyo (asiático).
Desde el cobre chileno a la soja brasileña, los productos latinoamericanos fluyen hoy día en grandes cantidades hacia China. El efecto aquí es doble: en volúmenes, que se dispararon, y en precios. Asimismo, China influyó en los costes de las mercancías exportadas por América Latina, revirtiendo la tendencia a la ...
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