Libia y el Sahel
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Un manifestante camina entre neumáticos ardiendo en la ciudad de Benghazi, febrero de 2014. Abdullah Doma/AFP/Getty Images
La transición de Libia también se ha ido al traste, y el caos creado está extendiéndose más allá de sus fronteras. El bloqueo político ha dado lugar a dos cámaras legislativas rivales, un Parlamento que cuenta con el reconocimiento internacional en Tobruk y un Congreso Nacional General dominado por los islamistas en Trípoli. El Gobierno libio no tiene ya ninguna autoridad real; la confianza en las instituciones del Estado, poco más que una fachada, se ha desmoronado. Los asesinatos de autoridades y el intento de golpe encabezado por un general anti-islamista han dividido al país y han reflejado la polarización regional. Sin embargo, las divisiones son más complejas que una mera escisión entre islamistas y anti-islamistas. Las luchas por la riqueza del gas y el petróleo, las rivalidades entre tribus y milicias, los intereses contrapuestos de las potencias extranjeras y las discrepancias sobre cómo estructurar el Estado después de Gadafi amenazan con desgarrar el país.
Esa situación es un problema no solo para Libia, sino también para sus vecinos. La ...
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