Ninguna ciudad se globaliza por sí sola. Pero, con inversiones astutas y una planificación urbanística inteligente, un alcalde puede convertir a un actor regional en un motor mundial. He aquí cómo ascienden tres de los mejores alcaldes del mundo:  

 

Klaus Wowereit ALCALDE DE BERLÍN (Nº 17)

Klaus Wowereit entiende muy bien el concepto de ciudad globalizada. Desde que tomó posesión, en 2001, el popular alcalde de Berlín, de 55 años, ha unido su destino al del renacimiento de la ciudad como un modelo brillante y artístico de renovación urbana. Y, bajo su mandato, ha aumentado la reputación de Berlín como una metrópolis vibrante, tolerante y creativa. Wowereit considera que entre los grandes logros están la construcción de un inmenso aeropuerto internacional, el éxito de la Copa del Mundo de 2006 y un festival cultural llamado Semanas de Asia-Pacífico. Sus detractores dicen que está más atento a la imagen de la ciudad que a los problemas de sus infraestructuras y a las carencias presupuestarias. “Somos pobres, pero sexys”, reconoce Wowereit. Puede que sea una ilusión divertida, pero los berlineses, seguramente, se hartarán en algún momento de jugar a ser artistas hambrientos.

Syed Mustafa Kamal ALCALDE DE KARACHI (Nº 57)

Es un ejemplo inesperado de urbanismo innovador. A sus 36 años, gobierna una ciudad que aparece en las noticias más por la violencia religiosa que por su estilo cosmopolita. Pero el impetuoso Kamal está deseando cambiar eso. Está tratando de atraer inversiones extranjeras, promoviendo vínculos internacionales e impulsando el turismo en la ciudad. Kamal no oculta sus objetivos: dice que quiere convertir Karachi en “la próxima Dubai”. Su proyecto de Karachi Verde pretende plantar miles de árboles en la ciudad. Conoce bien la política y no está dispuesto a permitir que nada le impida llevar a cabo sus ambiciosos planes. Ha amenazado con detener a cualquiera que intente talar los árboles recién plantados.

Wang Hongju ALCALDE DE CHONGQING (Nº 59)

Gobierna la ciudad que crece más rápido en todo el planeta, cuya área metropolitana contiene ya 32 millones de habitantes, más que la población de Irak. Pero Wang no está dejando que la revolución urbana de China se escape a su control. Busca consejo en ciudadanos (a cambio de una recompensa en efectivo), en alcaldes de ciudades hermanas como Toronto e incluso en Thomas Friedman. Wang ha buscado grandes inversiones extranjeras: 3.000 millones de dólares en los últimos cinco años. A sus 69 años, es el nuevo rostro.

 

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