Serbia, Bosnia y Herzegovina y parte de Croacia sufren inundaciones después de días de intensas lluvias. Tras las guerras que asolaron la región hace casi veinte años, los países de la ex Yugoslavia se enfrentan a un nuevo desafío. Mientras tanto, historias de solidaridad y corrupción se suceden a partes iguales.

 


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Voluntarios y policías colocan sacos de arena en las orillas del río Sava, cerca de Sabac, a 100 kilómetros al oeste de Belgrado en Serbia.

 

 

En la película de "Tres billetes para Hollywood" (1993), el jefe de la policía, Gavrilo, decía una frase ya célebre en la filmografía local: "Este pueblo es enemigo del Estado". Después de agarrar el micrófono y arengar a la policía para que detuviera a todos los manifestantes, la autoridad se quedaba sola en un paisaje desolado de maderas y animales de granja. Una postal que puede ser la de cualquier ciudad después de ser arrasada por la crecida de un río.

El 15 de mayo, cuando varias ciudades y pueblos en Serbia y Bosnia y Herzegovina (y en menor medida en Croacia) fueron cubiertos por las aguas, muchas familias sintieron que habían sido abandonadas a su suerte. La reacción a nivel general fue modélica: miles de ayudas, historias de supervivencia, movilización social o compromisos desinteresados. Desde el salvamento al traslado de personas pasando por la colocación de sacos a orillas de los ríos que podían desbordarse. La mayoría de centros deportivos en Belgrado, como Beogradska arena o Pionir, se convirtieron en centros de acogida improvisados y miles de voluntarios asistieron a los evacuados. Las redes sociales repartieron información por todos los rincones, solicitando ayuda dentro y fuera de las fronteras, ropa, comida, productos de higiene… o denunciando hechos deleznables como el incremento de los precios del agua o de los alimentos en zonas catastróficas. Un muestra colectiva de solidaridad como muchos dicen no haber visto nunca en la región. "Somos un país de reacción, no de prevención", decía Predrag Marić, jefe del Departamento para Situaciones de Emergencia del Ministerio del Interior de Serbia y, sin duda, la persona más reconocible en la lucha contra las inundaciones, alabando tanto el mérito de la población como también haciendo un ejercicio de autocrítica.

Sin embargo, las inundaciones no trajeron nada bueno. Si acaso ponen en evidencia el funcionamiento de una sociedad ante la tragedia: vidas humanas y animales, calles anegadas, casas inundadas y destrozos en instalaciones e infraestructuras. Un paisaje de silencio y destrucción, cuyos ejemplos más gráficos han sido las imágenes impactantes de Doboj (Bosnia y Herzegovina) y Obrenovac (Serbia). Dos ciudades, de poco más de 25.000 habitantes, que se cubrieron de agua y fango. Otras localidades como Bijeljina, Šamac, Svilajnac, Smederevska Palanka o Paraćin han sido también muy seriamente afectadas. Todavía está por saberse qué hay bajo unas aguas que han ido dejando un goteo cada vez mayor de víctimas. Hasta el momento son 23 en Bosnia y Herzegovina y 33 ...