Un estudiante y su profesora de la comunidad amazigh en Libia. (Marco Longari/AFP/Getty Images)
Un estudiante y su profesora de la comunidad amazigh en Libia. (Marco Longari/AFP/Getty Images)

Su lucha por una aceptación cultural continúa desde hace años en Libia, Túnez, Argelia y Marruecos.

La primavera bereber (le printemps berbère) de abril de 1980 ha vuelto a los titulares con motivo del 35º aniversario de la revuelta de los estudiantes e intelectuales en Tizi-Ouzou, en La Cabilia (en el norte de Argelia), después de que las autoridades prohibieran una conferencia sobre poesía bereber a cargo del conocido antropólogo Mouloud Mammeri. El 20 de abril de aquel año, por primera vez desde la independencia, las fuerzas de seguridad argelinas reprimieron de forma brutal un movimiento de desobediencia civil que era cada vez más fuerte. La fecha constituye un momento trascendental en la construcción de la conciencia étnica y transnacional del mundo bereber. El muro del miedo se vino abajo y dio paso a una resistencia política que aún resuena en la memoria. Se creó un “repertorio de medidas” común que se transmitió de generación en generación para asegurar el futuro de la cultura y la lengua tamazight de los 25 millones aproximados de bereberes repartidos entre siete Estados, de los que los contingentes más numerosos están en Argelia y Marruecos, si bien Túnez, Libia y Malí también tienen una gran población amazigh. En cualquier caso, es indiscutible que uno de los aspectos de la transformación geopolítica actual en el Norte de África es la dimensión bereber. Los bereberes, o imazighen -“hombres libres”-, se han involucrado en los más recientes acontecimientos políticos.

Las políticas de arabización y la violenta demonización cultural de los bereberes orquestada por los gobiernos nacionalistas postcoloniales para construir una comunidad unificada en una nueva organización territorial fueron las bases de unas estrategias políticas y sociales con las que las clases dirigentes trataban de impedir la aparición de identidades pluralistas. En 1962, y a pesar de que muchos de sus ministros eran bereberes, Ben Bella, el primer presidente argelino, incluyó el grito de “¡Somos árabes! ¡Somos árabes! ¡Somos árabes!” en el relato nacional axiomático con el fin de crear una Argelia que fuera étnicamente homogénea en el contexto geopolítico de predominio del nacionalismo árabe en el Mashrek (el Levante). En Libia, bajo el mandato del coronel Gadafi, la represión fue todavía mayor: a los militantes bereberes de la generación educada después de la revolución se les encarceló y torturó sin fin tras acusarles de ser agentes del imperialismo. Por el contrario, en Marruecos, la monarquía puso en marcha una clara estrategia de integración de los bereberes. El Majzén, la estructura de poder del Estado, concedió espacios culturales para la expresión de la lengua y las costumbres bereberes con el objetivo de reforzar la autoridad y la legitimidad internas del rey. Lo que los tres países comparten de forma inequívoca son los fundamentos constitucionales articulados a través del prisma árabe islámico. El árabe es la única lengua oficial.

En retrospectiva, las estrategias educativas y culturales árabes para tratar con los ...