YouTube es la web más popular para compartir vídeos, pero en algunos
de los lugares más intolerantes del mundo han surgido, con
éxito, páginas locales similares.6rooms.com en China, Izleriz.
com en Turquía e Ikbis.com
en Jordania facilitan, como YouTube, que la gente suba cualquier
tipo de vídeos. Si estas
páginas deben su popularidad a
su repositorio casi interminable
de contenidos de ocio, los clones
de YouTube tienen un atractivo
añadido, e inesperado: su capacidad
para ampliar la protesta
política. Como dice Xiao Qiang,
director del Proyecto China
Internet de la Universidad de
California, Berkeley, “el vídeo
tiene un poder del que el texto
carece: los medios de comunicación
visuales ejercen un poderoso
efecto sobre la psique”.

clonesyoutube

Reality show: las dictaduras persiguen las webs locales de intercambio de vídeos.

Estas páginas permiten que la gente
exponga sus opiniones políticas sin el
riesgo de hacerlo en la calle. Este año,
unos cámaras aficionados chinos hicieron
un montaje de vídeo con las imágenes de
la tragedia en una mina de carbón en la
provincia de Shaanxi, con el himno nacional
de fondo, que se difundió rápidamente
por 6rooms.com y otras webs del
país asiático. Y los tunecinos, sin apenas
acceso a medios de comunicación independientes,
han empezado a colgar vídeos
críticos con su sistema político en la
página Dailymotion.com. Estas webs permiten
a los activistas políticos “crear una
máscara de anonimato difícil de rastrear”,
como señala Randolph Kluver, ex
director del Centro de Investigación sobre
Internet de Singapur.

Los regímenes represivos tienen
pocas opciones para regular el contenido
de este tipo de
páginas, aparte de
intentar cerrarlas.
Pero no por ello
dejan de intentarlo.
China ha adoptado
la opción
blanda de recomendar
que apliquen
la autocensura
y eliminen los
vídeos políticos.
Otros países, como
Egipto o Malaisia,
han recurrido a los
tribunales para
encarcelar a sus
autores. Bielorrusia
se ha limitado a
poner en marcha
una página gratis
que llama Itv.by que está gestionada por
vigilantes gubernamentales. Está visto
que las dictaduras crean sus propias
estrategias para Internet, acordes con
el cambio tecnológico.