Miembros del Frente Nacional por la Familia en una manifestación en contra de la iniciativa de ley de matrimonio homosexual de Enrique Peña Nieto en México. (Yuri Cortez/AFP/Getty Images)

Grupos conservadores y sectores de las iglesias católica y evangelistas están organizando, en nombre de la familia tradicional, una cruzada para erradicar el enfoque de género de las políticas públicas de la región. Aseguran que lo que llaman “ideología de género” persigue la homosexualización de los niños y niñas y culpan a organizaciones como la ONU de incitar a la depravación.

La inclusión del enfoque de género en algunas políticas públicas de países de América Latina ha generado una respuesta conservadora en la esfera regional. Grupos y organizaciones cercanos a la Iglesia católica y a la evangélica aúnan fuerzas para hacer frente a lo que llaman “ideología de género”, un difuso término que, según defienden, busca destruir la familia, el matrimonio y la feminidad misma. Además, afirman, promueve la diversidad sexual, que desdibuja toda diferencia entre hombre y mujer.

El término no es nuevo, pero está logrando un fuerte impulso en América Latina. Usando esta etiqueta peyorativa, los detractores del género intentan combatir y desprestigiar todo aquello que haga referencia a este término —inclusive leyes contra la violencia hacia las mujeres y la comunidad LGTBI— a nivel regional.

Lejos de ser residual, el impacto de estos grupos ha tenido una enorme repercusión en muchos países latinoamericanos. Que los maestros hablen de diversidad sexual les parece una intromisión inadmisible a su “derecho a educar en libertad” a sus hijos e hijas y “conforme a sus valores”; que el Estado promueva la igualdad de género significa, para ellos, abrir las puertas a la depravación.

La injerencia de estos grupos llega a las altas esferas políticas de la región, donde también cuentan con representación parlamentaria, y tienen incidencia institucional. Su presencia en algunos medios de comunicación, sobre todo digitales, es notable, al igual que su poder de convocatoria en la calles. “Género es una palabra muy peligrosa hoy en día. Estos grupos ven en los tribunales uno de sus campos de batalla. A través de la vía judicial, están intentando que el género no entre en las escuelas, por ejemplo”, analiza la doctora en Ciencias Sociales y experta en Género de la Universidad Federal de Bahía (Brasil), Maíra Kubík.

Desde que en septiembre de 2016 se empezó a fraguar un frente latinoamericano contra “la ideología de género”, en países como Perú, México, Ecuador o Colombia se han organizado campañas bajo el eslogan ‘Con mis hijos no te metas’. “Estos grupos funcionan como lobby con autoridades y asambleístas con el fin de modificar los avances en derechos de las mujeres y derechos sexuales y reproductivos —cuenta la ecuatoriana Cayetana Salao, activista feminista y LGTBI—. Ahora también ha habido una arremetida muy fuerte contra el principio de igualdad y no discriminación que ampara a la población LGTBI”.

Plantean una oposición frontal a temas como el matrimonio entre personas del mismo sexo, la adopción igualitaria o el aborto y rechazan que se equipare la heterosexualidad al resto de orientaciones sexuales. Hacen un llamado a la defensa activa de la “familia natural” y de la mujer y el hombre biológicos. Para ellos, la identidad de género no es cuestión de elección personal, sino que viene predeterminada por la naturaleza.

La resistencia de estos grupos traspasa las delimitaciones geográficas latinoamericanas. En su organización cuentan con padrinos transnacionales. La organización ultracatólica y española Hazte Oír y el lobby ultraderechista Citizen Go han respaldado ideológica y económicamente sus campañas en la región. El bus tránsfobo que circuló en España ha recorrido también las principales ciudades de México, Colombia o Chile.

En algunos comunicados del Vaticano encuentran la voz autorizada que respalda sus tesis. El término “ideología de género” ha sido utilizado por sectores religiosos, incluidos evangélicos, desde finales del siglo XX. El papa Juan Pablo II expresó ya su preocupación al respecto en 1995, en el marco de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer en Pekín. A finales de 2016, el papa Francisco calificó como “terrible” la enseñanza del género en las escuelas y alertó de la supuesta existencia de una “colonización ideológica”.

El consenso social y científico que existe sobre la diversidad sexual es presentado por estos grupos como una imposición ideológica que ataca sus valores y costumbres. No dudan en criticar a Naciones Unidas como uno de sus principales promotores. Las fuentes consultadas coinciden en que en las campañas de estos grupos aparecen exageraciones, tergiversaciones e información falsa. Su libro de referencia es La ideología de género o El género como herramienta de poder, escrita por el ultraconservador argentino, Jorge Scala.

“La llamada “ideología de género” es un recurso retórico que se usa para cosas muy distintas. Es un caballo de Troya que pueden llenar de cualquier cosa y que tiene eco en sociedades conservadoras —cuenta Franklin Gil, especialista en género de la Universidad Nacional de Colombia—. Partidos políticos y políticos asociados a agendas conservadoras han identificado que ese discurso mueve opinión, medios y les puede dar votos”. Países como Colombia o Paraguay enfrentan elecciones en 2018 y estas voces podrían tener cierto calado en las campañas.

‘Con mis hijos no te metas’

Manifestación de comunidad LGTBI por reconocimiento de sus derechos en Bogotá, Colombia. (Luis Acosta/AFP/Getty Images)

En Colombia la campaña contra la “ideología de género”, que según estos grupos impregnaba los Acuerdos de Paz ratificados por el Gobierno y las FARC, fue determinante para que el “No” se impusiera en el plebiscito del año pasado. Muchos líderes religiosos y conservadores se valieron de los temores y prejuicios de la población y afirmaron que en la hoja de ruta firmada en La Habana se promovía la homosexualidad y el aborto. Que el texto reconociera el derecho de reparación de las mujeres y la población LGBTI tras más de 50 años de conflicto armado y promoviera la igualdad, disparó las alarmas de los detractores del género. Sus líderes más visibles fueron el exprocurador General, Alejandro Ordóñez, con vínculos con Hazte Oír; la procuradora para la Defensa de los Derechos de la Infancia, la Adolescencia y la Familia, Ilvia Myriam Hoyos, y el expresidente Álvaro Uribe.

La educación ha sido otro objetivo de los enemigos del género en Colombia. En 2015, la Corte Constitucional exhortó mediante sentencia al Gobierno de Juan Manuel Santos a tomar medidas para evitar la discriminación en las escuelas, tras el suicidio de un joven homosexual que fue víctima de acoso. Grupos contrarios a esta sentencia difundieron imágenes falsas de contenido erótico, presentándolas como parte del nuevo código de convivencia en las escuelas y consecuencia de la “ideología de género”. “Aprovechándose de la desinformación, generaron una reacción en muchos padres de familia para protestar en contra de normas vigentes y constitucionales”, cuenta Gil. Al final, el manual no fue aprobado.

“Estos discursos de odio e inconstitucionales están generando tensiones en la ley y un alto retroceso en los derechos de las mujeres y en contra de la diversidad sexual e incluso en contra de la niñez”, afirma Salao.

En Perú la ofensiva contra el género también ha llegado a las aulas. A finales de 2016, el Gobierno de Pedro Pablo Kuczynski presentó el nuevo Currículo Escolar en el que se incentivaba la igualdad de género en 12.000 colegios. Desde entonces, las movilizaciones de los integrantes de ‘Con mis hijos no te metas’ y de sectores afines al fujimorismo y poderes religiosos (católicos y evangélicos) se sucedieron, llegando a denunciar el plan educativo en los tribunales. De nada sirvieron las campañas institucionales que intentaron contrarrestar las difamaciones virales que afirmaban que el género buscaba "pervertir" a los escolares e “incentivar la homosexualidad”. A finales de agosto de 2017, la justicia falló en contra de la igualdad de género, de la “obra satánica” educativa de Kuczynski, como la calificó un pastor evangélico del Movimiento Misionero Mundial.

En Panamá, el escenario es similar al peruano. Un proyecto de ley sobre educación sexual activó a los grupos que están en contra de lo que ellos llaman “ideología de género”. En enero de 2017 el Gobierno suspendió la creación de una Dirección Nacional de Género y Desarrollo Humano dentro del Ministerio de Educación, lo que fue celebrado por estos grupos antigénero. Ahora, el objetivo es impedir la legalización del matrimonio igualitario.

En Brasil, donde los evangelistas tiene especial relevancia y espacio en el Congreso Nacional, los ataques al concepto de género empezaron en 2014. Su objetivo: tumbar el Plan Nacional de Educación; su desenlace, el mismo que en sus países vecinos. “Los evangelistas y los defensores de la vida’ sacaron el enfoque de género del Plan —señala Kúbik—. Esto se extendió a la mitad de los estados del país”. Pero su lucha no se quedó solo en las aulas. Estos grupos han lanzado un proyecto de ley para penalizar el aborto en todas sus causales y han conseguido que el Banco Santander cancelara una exposición de su centro cultural con temática LGTBI, alegando que incitaba a la pedofilia y zoofilia.

“Hay una adulteración de lo que es el género en la manera que hablan estos grupos. La perspectiva de género es una cuestión de vida o muerte. Tenemos muchos feminicidios y somos el país del mundo en el que se asesinan más transexuales”. La influencia de este movimiento se deja sentir, según Kubík, incluso en el Partido de los Trabajadores, pero es más evidente en formaciones conservadoras como el Partido Social Cristiano (PSC).

Autobus de la asociación conservadora Hazte oir en Chile. (Pablo Vera/AFP/Getty Images)

Leyes sin género

Sus discursos también se han replicado en Paraguay, donde las múltiples campañas contra la “ideología de género” han logrado que la palabra género haya sido excluida de la nueva ley contra la violencia hacia las mujeres.

En Ecuador, el pasado octubre, hubo multitudinarias marchas en las principales ciudades del país como parte de la campaña ‘Con mis hijos no te metas’. Los manifestantes protestaban por dos propuestas de ley en las que está trabajado el Gobierno ecuatoriano: el Código Orgánico de la Salud y el proyecto de Ley Orgánica para la Erradicación de la Violencia de Género contra las Mujeres. La inclusión del término género en ambos proyectos desató una oleada de críticas temerosas a que la “ideología de género” provocara “la homosexualización de los niños”. Pese a que colectivos de mujeres y LGTBI interpusieron una acción de medidas cautelares y otra de protección constitucional contra esta campaña, dos días después de las marchas, la Comisión que tramita el proyecto de ley para erradicar y prevenir la violencia de género contra la mujer, eliminó los términos ‘orientaciones sexuales’ e ‘identidades de género’ del texto. Solo se ha mantenido el término ‘mujer’.

En Chile, la Ley de Identidad de Género, que pretende proteger a quienes no se identifican con el sexo con el que nacieron, ha sido objeto de diversos cambios que limitaban el alcance inicial de esta normativa, especialmente en lo referente a menores de edad.

En Ecuador, México o Perú, organizaciones de derechos humanos han denunciado un aumento de las amenazas a personas LGTBI y feministas. Con el fin de frenar las injerencias en las políticas públicas de estos grupos contrarios a la “ideología de género”, distintas agrupaciones de mujeres y LGTBI están coordinando esfuerzos a nivel regional. “Si no se entiende que la violencia estructural parte de una obsesión rígida de los géneros, mandatoria e impositiva, que se convierte en una camisa de fuerza para muchas personas, América Latina no va a avanzar en derechos”, afirma Salao, una de las personas que solicitó medidas de protección contra el movimiento ‘Con mis hijos no te metas’ al Tribunal de Garantías Penales en Ecuador.