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Un hombre con los ojos vendados que es sospechoso de ser miembro de Daesh es transportado en helicóptero por el Ejército iraquí. Safin Hamed/AFP/Getty Images

¿Qué han hecho hasta la fecha los países más importantes de Europa respecto a los combatientes extranjeros retornados? ¿Cómo podrían mejorar la gestión de este problema para evitar males mayores?

Europa se ha enfrentado a la marcha de hasta 5.000 combatientes extranjeros que han abandonado sus casas en Europa para viajar hasta Irak y Siria, según afirma The Soufan Group, pero, ¿cuántos han vuelto? Siguiendo dichos datos se cuenta que de este cómputo total, cerca de 1.500 han regresado a casa, incluyendo mujeres y niños. El resto de ellos o siguen en zonas de conflicto, han fallecido o no planean volver. Es ahora cuando a los dirigentes europeos les ocupa la siguiente pregunta: ¿Qué hacer con ellos una vez han regresado? Para atajar esta nueva situación se han desarrollado una serie de programas a todos los niveles (local, nacional e internacional) para así solventar el problema y evitar que esos retornados radicalicen a otros individuos, no abandonen sus ideas radicales o directamente comentan un atentado terrorista.

El peligro añadido de los retornados se centra en su formación en el campo de batalla, conocimiento en el uso de armas y la conexión con redes o células terroristas internacionales. La situación se complica ya que, junto a los conocimientos adquiridos, algunos individuos sufren de estrés postraumático y desequilibrio emocional. La suma de estos factores incrementa asimismo la dificultad de una posible reintegración y/o desradicalización.

Para entender mejor a qué se enfrentan las sociedades europeas es necesario categorizar a los retornados, aunque no todos encajan dentro de un mismo perfil, por lo que no conforman un grupo homogéneo. Para simplificar la categorización podemos dividirlos en cuatro grupos atendiendo a la motivación una vez en Europa: aquellos con planes de idear y/o cometer un atentado terrorista; los que se perciben a sí mismos como víctimas; los retornados que se encuentran a medio camino entre terroristas potenciales y víctimas de Daesh y, por último, los desilusionados que rechazan la violencia o bien han sido afectados por estrés postraumático.

Cada tipo implica un plan de acción distinto y no se sigue un patrón estándar, por lo que cada país debe englobar varios patrones y estrategias distintas a cada uno de ellos.

 

¿Qué ha hecho Europa hasta ahora?

Las medidas tomadas para reabsorber estos individuos en la sociedad son de diversa índole, siendo la política de confinamiento en prisión la más aplaudida a nivel popular. Pero, ¿cuál es la medida más efectiva y segura? La perspectiva más acertada se basa en un plan multilateral que implique la reintegración de individuos acusados de terrorismo, desde ofensas terroristas hasta la comisión de un atentado terrorista en sí mismo. Pese a los esfuerzos nacionales y comunitarios, se identifica un error común que se repite: la escasa  (o nula) evaluación de los programas de reintegración o desradicalización. El principal motivo es el recelo de las ...