He aquí las cuatro organizaciones más activas y responsables de la mayor parte de las muertes por terrorismo.

Los cuatro grupos terroristas responsables de la mayoría de las muertes en 2018 fueron los talibán, el Estado Islámico de Irak y el Levante (también denominado Daesh), el capítulo de la región de Jorasán del Estado Islámico (EI Jorasán) y Boko Haram. Estas organizaciones fueron responsables de 9.223 muertes por terrorismo, lo que representa un 57,8% del total de muertes producidas en 2018. En 2012, justo antes del gran aumento de la actividad terrorista en todo el mundo, estos cuatro grupos causaron algo menos del 29% de todas las muertes por terrorismo. Hace 10 años, los talibán eran el único de las cuatro organizaciones que existía.

Determinar qué grupos terroristas son los más activos y responsables de la mayor parte de las muertes puede ser difícil, ya que muchas de ellos tienen afiliados regionales y otras organizaciones con los que trabajan en asociación o que están parcialmente bajo el mismo mando. Para los propósitos de esta sección, el Índice no incluye afiliados en su definición de grupo terrorista. Por ejemplo, Daesh se refiere solo al Estado Islámico de Irak y el Levante, y no incluye al EI Jorasán o Provincia del Sinaí del Estado Islámico, a pesar de las fuertes conexiones entre los dos grupos. Del mismo modo, Al Shabaab se contabiliza como un único grupo, en vez de como un afiliado de Al Qaeda.

La última década ha sido testigo del mayor aumento de la actividad terrorista de los últimos cincuenta años. Sin embargo, de los cuatro grupos más letales de 2018, solo los talibán y el EI Jorasán, que operan principalmente en Afganistán, han experimentado un incremento en el nivel de terrorismo durante el año pasado.

 

Los talibán

Los talibán surgieron en Afganistán en 1994 como un grupo reaccionario que combinaba muyahidines que habían luchado con anterioridad contra la invasión soviética de 1979 con grupos de miembros de la tribu pastún. Los talibán tomaron el control de Afganistán en 1996. El grupo declaró el país un emirato islámico y elevó a su líder al papel de jefe de Estado. Gobernaron hasta 2001, cuando una invasión de la OTAN derrocó el régimen, que se creía que estaba dando refugio a Al Qaeda. Tras la caída del régimen, los talibán se reagruparon al otro lado de la frontera con Pakistán y desde entonces han liderado la insurgencia contra el Gobierno afgano y la Fuerza de Asistencia de Seguridad Internacional liderada por Estados Unidos.

Desde 2001, los talibanes han ido recuperando progresivamente territorio en Afganistán. A fecha de enero de 2018, se creía que controlaban aproximadamente el 15% de los 229 distritos del país, mientras que otros 119 siguen en disputa. La actividad terrorista atribuida a los talibán aumentó notablemente en 2018, ya que el grupo perpetró ataques por todas las provincias de Afganistán y una provincia de Tayikistán.

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Una sandalia en una calle de Kabul donde se produjo un atentado suicida, 2018. SHAH MARAI/AFP via Getty Images

Cambios desde 2017. Las muertes por terrorismo relacionadas con los talibán alcanzaron un nuevo récord en 2018. Fueron responsables de 6.103 víctimas mortales ese año, lo que representa un aumento del 71% desde 2017. Con el objetivo de fortalecer su posición en futuras negociaciones de paz, se embarcaron en una mortífera campaña para ganar más territorio en 2018.

El número total de acciones terroristas perpetrados por los talibán se incrementó un 39% en 2018, llegando a 972. Los atentados también se volvieron más mortales ese año, con un promedio de 6,3 muertes por ataque, en comparación con las 5,1 de 2017. Se estima que aproximadamente la mitad la población de Afganistán, es decir, 15 millones de personas, reside en áreas controladas por los talibán o donde este grupo está activo y realiza ataques con regularidad.

Mientras que los talibán protagonizaron un año particularmente mortal en Afganistán, al otro lado de la frontera el afiliado paquistaní del grupo, Tehrik-i-Talibán Pakistán (TTP), registró una disminución de las muertes relacionadas con el terrorismo. El TTP fue responsable de 57 ataques y 102 víctimas, un descenso en las muertes del 56% respecto a 2017.

El 10 de agosto de 2018, los talibán cometieron el atentado terrorista más letal del año con el asalto a la ciudad de Gazni, en Afganistán, matando a 466 personas. En 2018, buscaron su expansión territorial mediante asedios armados a ciudades estratégicas, que han proporcionado un centro neurálgico territorial y logístico para coordinar y realizar ataques mortales.

En comparación con 2017, los talibán se han expandido más allá de su campo de batalla tradicional en la región sur de Afganistán y ahora operan en todas las provincias del norte, este y oeste.

Las tácticas preferidas. En 2018, el principal objetivo del grupo fue el personal militar y policial, que representó el 53% de los ataques y el 59% de todas las muertes. La concentración de los ataques del grupo en las fuerzas estatales ha sido una característica de su campaña de insurgencia como medio para socavar la estabilidad del Estado. En 2018, más de 3.600 militares y policías fueron asesinados en atentados atribuidos a los talibán. Si bien la mayoría de las acciones fueron esporádicos, como los ataques armados contra edificios y puestos de control de la policía, el grupo también fue responsable de una serie de atentados organizados con bombas.

Las muertes de civiles aumentaron en un 108%, de 548 en 2017 a 1.140 en 2018. La mayoría de los ataques contra civiles fueron atentados con explosivos, que aumentaron un 49% respecto al año anterior. Después de que las muertes de civiles disminuyeran en 2017, este renovado interés de los talibanes es un reflejo de sus tácticas expansionistas. La mayoría de las muertes de civiles ocurrieron en los ataques a gran escala del grupo contra pueblos y ciudades, como Gazni y Farah.

Los asaltos armados y los ataques con bombas siguen siendo una característica de la insurgencia talibán. Mientras que los casos de atentados con explosivos disminuyeron ligeramente, los asaltos armados se incrementaron un 23%. Los casos de secuestro también aumentaron significativamente en un 92% desde 2017, la mayoría dirigidos contra personal policial y militar, y después contra civiles.

 

Estado Islámico de Irak y el Levante

Por primera vez desde 2014, el Estado Islámico de Irak y el Levante, también conocido como Daesh, ya no es el grupo terrorista más letal del mundo. Sus orígenes se remontan a las unidades de militantes locales de Irak de principios de la década de 2000, siendo su predecesor más inmediato el Estado Islámico en Irak (ISI, en sus siglas en inglés). Surgido en 2010, el ISI fue formado por miembros supervivientes de Al Qaeda en Irak (AQI) y exmiembros desafectos de los Hijos de Irak adiestrados por Estados Unidos con el objetivo de apoyar las operaciones estadounidenses para desmantelar AQI antes de la retirada de 2010. Daesh se formó en 2014 cuando el emir Abu Bakr al Baghdadi declaró un califato islámico en partes de Irak y Siria, tras producirse importantes conquistas de territorio por parte del grupo en el norte de Irak. Desde entonces, esta organización ha sido responsable de 27.947 muertes por terrorismo. De estas, el 80% se produjeron en Irak y el 17% en Siria.

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Sospechosos de ser miembros de Daesh detenidos por los kurdos sirios, en el norte de Siria. BULENT KILIC/AFP via Getty Images

Cambios desde 2017. En 2018, Daesh fue responsable de 1.328 muertes, lo que supuso una caída del 69% respecto al año anterior y del 85% desde su punto más alto en 2016. El drástico declive en la actividad del grupo en los últimos dos años ha sido provocado principalmente por los éxitos de las fuerzas locales y una coalición internacional liderada por Estados Unidos, que han derrotado militarmente a la organización en Siria e Irak. Aparte de la actividad del Estados Islámico en Irak y Siria, la propagación mundial de sus ataques ha disminuido. En 2018 solo estuvo activo en cinco países, pese a haberlo estado en 10 y 15 países en 2017 y 2016, respectivamente.

Aunque solo el 6% de los atentados de Daesh en 2018 se produjeron en Siria, representaron el 36% de las muertes de ese año. Esto se debió a una serie de ataques extremadamente mortales en Siria, así como a una cantidad significativa de acciones fallidas en Irak. Casi el 38% de los ataques en Irak produjeron cero muertes, y el 25% causó una muerte. El atentado más mortífero atribuido a Daesh en 2018 se registró en Deir Ez Zor, Siria, donde 10 suicidas con cuatro vehículos cargados de explosivos atacaron y mataron a al menos a 51 personas.

La derrota de Daesh en Irak y Siria también ha dejado a los gobiernos de todo el mundo sin saber qué hacer con los ciudadanos que abandonaron sus países para unirse a este grupo. Miles de combatientes extranjeros permanecen detenidos en una zona de guerra por las Fuerzas Democráticas Sirias. Sin embargo, muchos gobiernos no están dispuestos a dejar retornar a sus ciudadanos radicalizados. Del total de 41.490 combatientes extranjeros registrados, el 18% ha regresado a sus países de origen.

A pesar de la drástica disminución en la actividad de Daesh, el número de afiliados de la organización fuera de Irak y Siria continúa aumentando, al igual que el número de grupos no afiliados que le han jurado lealtad. Su influencia ha continuado avanzando por el sur de Asia a través del Estado Islámico-Jorasán, así como por África del Norte y Occidental a través del Estado Islámico en el Gran Sáhara, respectivamente, el tercer y noveno grupo terrorista más letal de 2018.

Las tácticas preferidas. Daesh también adquirió notoriedad por secuestrar y decapitar a varios rehenes, incluidos algunos periodistas internacionales, y publicar vídeos de estos crímenes en las redes sociales. Además de emplear tácticas terroristas e insurgentes más “tradicionales”, Naciones Unidas incluye al Estado Islámico entre los grupos que usan la violencia sexual de manera estratégica y sistemática.

 

Boko Haram

El grupo islamista Boko Haram, formalmente conocido como Jama’tu Ahlis Sunna Lidda’awati wal-Jihad, continúa mostrando una significativa disminución de su actividad desde su apogeo en 2014. A pesar de eso, se situó como la cuarta organización terrorista más letal de 2018, y sigue siendo el más mortal en el África Subsahariana.

Desde su ascenso en 2009, Boko Haram ha sido responsable de miles de muertes en toda la región de la cuenca del lago Chad, en África Occidental. La insurgencia yihadista salafista ha provocado 35.000 muertes relacionadas con combates y 18.000 por terrorismo desde 2011, principalmente en Nigeria. El grupo es activo fundamentalmente en el estado de Borno, en el noreste de Nigeria, pero también ha perpetrado ataques en Burkina Faso y Camerún.

El perfil demográfico de Boko Haram es un caso singular entre los grupos terroristas por su proporción inusualmente alta de mujeres y niños. Dos tercios de los terroristas suicidas de Boko Haram son mujeres; de estas, una de cada tres son menores de edad.

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Un hombre camina al lado de los destrozos ocasionados a causa de un atentado suicida perpetrado por una mujer, Nigeria. STRINGER/AFP via Getty Images

Cambios desde 2017. Las diferencias internas han llevado a Boko Haram a dividirse en múltiples facciones, que ahora parecen relativamente diferenciadas. La mayor escisión es la Provincia de África Occidental del Estado Islámico (ISWAP, en sus siglas en inglés), alineada con Daesh y liderada por Musab al Barnawi. Parece que la ISWAP controla el territorio de las orillas del lago Chad y recauda impuestos en el noreste de Nigeria. La facción rival de la ISWAP es la liderada por Abubakar Shekau. Mientras que la ISWAP se concentra en atacar principalmente a agentes militares y del gobierno de Nigeria, la facción de Shekau es conocida por considerar a cualquier musulmán que no la sigue como un objetivo potencial. Se cree que esta diferencia ideológica es la que ha motivado su división.

Las muertes relacionadas con el terrorismo provocadas por Boko Haram cayeron un 42% en 2018 en comparación con el año anterior, una disminución del 89% desde su punto más alto en 2014. Además, la tasa de mortalidad de los ataques de Boko Haram se ha reducido de 15 muertes por ataque a 4 en los últimos cinco años. Siguiendo el patrón de años anteriores, alrededor del 85% de los atentados de 2018 se produjeron en Nigeria.

La principal respuesta antiterrorista que combate a Boko Haram es la Fuerza Multinacional Conjunta (MNJTF, en sus siglas en inglés), que opera con el Ejército nigeriano. Las ofensivas militares durante 2015 y 2016 lograron que la MNJTF recuperara territorio de Boko Haram y debilitara significativamente al grupo. Sin embargo, si bien la MNJTF ha continuado sumando éxitos militares sobre las fuerzas de Boko Haram, la organización fue responsable de al menos 615 muertes relacionadas con los combates solo en los primeros ocho meses de 2019.

Las tácticas preferidas. Boko Haram es conocido por su preferencia por los atentados con explosivos de gran capacidad letal, así como por los atentados suicidas. Los segundos son una táctica terrorista relativamente rara en el África Subsahariana. A pesar de su vileza, las acciones suicidas no son la principal causa de las muertes provocadas por Boko Haram; muchos terroristas suicidas no llegan a detonar las bombas y los que sí lo hacen en promedio matan a menos personas que los de otros grupos.

Si bien Boko Haram fue responsable de más ataques suicidas que cualquier otro grupo terrorista en 2018, este tipo de atentados han supuesto el 19% de la cifra de muertos de Boko Haram, frente al 38 por ciento de Daesh.

Boko Haram adopta una estrategia consciente de reclutamiento de mujeres y niños como terroristas suicidas, a veces por la fuerza. Los líderes del grupo se dieron cuenta de las ventajas estratégicas de incluir a más mujeres y menores. Ellas tienen menos probabilidades de ser registradas que los hombres, especialmente en países con fuerzas policiales predominantemente masculinas y normas de segregación por género, y rara vez se sospecha de los niños. Los terroristas suicidas menores de Boko Haram, que se han empleado principalmente contra paradas de autobús y mercados, han tenido tasas de víctimas más altas de media que sus equivalentes adultos.

 

Estado Islámico-Jorasán

El EI-Jorasán es un grupo afiliado del Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL) que opera en Afganistán, Pakistán e India. Como afiliado de Daesh, EI-Jorasán pretende establecer un califato en la región de Jorasán, que abarca partes de Irán, Asia Central, Afganistán y Pakistán.

Surgido en 2014, el EI-Jorasán está integrado por militantes locales, incluidos miembros de Tehrik-i-Talibán Pakistán (TTP) y antiguos miembros de Lashkar-e Islam. La mayor parte de la actividad terrorista atribuida al EI-Jorasán se produce en Afganistán y Pakistán, con al menos 2.800 muertes y 419 incidentes relacionados con el terrorismo desde 2014.

EI-Jorasán juró formalmente lealtad a Daesh en enero de 2015. Tras las pérdidas territoriales sufridas en Irak y Siria, el Estados Islámico ha facilitado la reubicación de militantes al EI-Jorasán en Afganistán. Como afiliado de Daesh, el grupo busca inspirar ataques tanto a escala local como global. La ONU ha informado de conspiraciones terroristas frustradas en Europa en 2018 que fueron inspiradas por el EI-Jorasán.

La violenta expansión de este grupo en el sur de Asia ha sido recibida con hostilidad por las organizaciones militantes existentes, especialmente los talibán. El aumento de la actividad terrorista del EI-Jorasán en Afganistán amenaza con interrumpir las conversaciones de paz entre los talibán y EE UU. En 2018, se estimó que el EI-Jorasán tenía una fuerza de combate de entre 600 y 800 militantes, una caída significativa desde 2016, año en que su fuerza de combate tenía entre 3.000 y 4.000 miembros.

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Un niño camina a lado de un edicidio en ruinas a causa de las luchas contra EI-Jorasán, Afganistán. Andrew Renneisen/Getty Images

Cambios desde 2017. EI-Jorasán registró su año más mortal en 2018. Las muertes relacionadas con el terrorismo aumentaron un 24%, de 891 en 2017 a 1.060 en 2018. De las 1.060 muertes atribuidas a este grupo, al menos el 75% se produjeron en Afganistán. Le siguen Pakistán e India con 241 y 5 muertes, respectivamente. EI-Jorasán sigue siendo el segundo grupo terrorista más letal en el Sur de Asia por tercer año consecutivo.

Si bien el número de muertes aumentó, el número de ataques de esta organización disminuyó, lo que pone de relieve una mayor tasa de mortalidad. Se registraron 125 ataques perpetrados por EI-Jorasán en 2018, en comparación con los 148 de 2017. La letalidad ha ido aumentando de manera constante, de una muerte por ataque en 2014, a 8,5 muertes por ataque en 2018.

En Pakistán, las operaciones del grupo han tenido un impacto sustancial en la letalidad, con un fuerte aumento de 6,3 muertes por ataque en 2017 a 12,1 en 2018.

A partir de 2018, la organización ha estado sometido a una intensa presión militar de las fuerzas de seguridad afganas y la coalición liderada por Estados Unidos. Sin embargo, EI-Jorasán conserva su presencia en el este y el norte de Afganistán, con células durmientes en Kabul, Herat y Jalalabad. La mayor parte de la actividad terrorista que se les atribuida se produce en Nangarhar, en el este de Afganistán, donde el grupo es más fuerte. La mayoría de las muertes provocadas por EI-Jorasán en 2018 ocurrieron en Kabul, Afganistán, aumentando en un 61% desde 2017.

Las tácticas preferidas. Al igual que Daesh, EI-Jorasán realiza fundamentalmente atentados con bomba o explosiones, que constituyen el 59% de todos sus ataques. Estas acciones provocaron 881 muertes en 2018. El grupo también llevó a cabo asaltos armados, asesinatos y secuestros contra civiles, policías, militares y objetivos gubernamentales. De los 125 ataques en 2018, el 36% fueron atentados suicidas, lo que representa un aumento del 50% con respecto al año anterior. En Afganistán, los atentados suicidas con bombas del EI-Jorasán fueron responsables del 9% del total de muertes por terrorismo en 2018.

La mayoría de los ataques de esta organización se dirigieron a civiles, causando 292 muertes, un aumento del 139% entre 2017 y 2018. Mientras que las muertes de civiles se incrementaron, los ataques contra civiles cayeron de 47 en 2017 a 32 en 2018. Al igual que Daesh, EI-Jorasán está envuelto en la violencia sectaria, con ataques civiles dirigidos deliberadamente a musulmanes chiíes.

En Afganistán, EI-Jorasán aumentó los ataques contra objetivos gubernamentales, registrando el doble entre 2017 y 2018. En Nangarhar, las acciones violentas dirigidas al Gobierno aumentaron en un 240% en 2018, mientras que los ataques contra civiles disminuyeron en un 35%. La mayoría de los atentados contra objetivos del Ejecutivo se produjeron en respuesta a las elecciones parlamentarias de octubre de 2018, cuando se registraron 156 muertes en Kabul.