
Irak se ha difuminado hasta casi desvanecerse en apenas un mes. La ofensiva yihadista que ha colocado a los combatientes del renombrado Estado Islámico (antes ISIS, Estado Islámico de Irak y el Levante, por sus siglas en inglés) a las puertas de Bagdad, después de hacerse con el control de la segunda ciudad tras la capital, Mosul, ha obligado a las potencias con intereses en el país a devanarse los sesos para intentar mantener unido, al menos con imperdibles, un mapa que, de deshacerse, corre el riesgo de empantanar toda la región.
Descartada la acción militar directa, la respuesta de Estados Unidos a la coyuntura de “amenaza existencial”, en palabras del secretario de Estado estadounidense, John Kerry, ha sido proponer un nuevo Gobierno de “salvación nacional” que el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, llamado a asumir un tercer mandato como vencedor de las elecciones de abril, ha calificado de “intento de acabar con un joven proceso democrático”, después de intuir que las maniobras diplomáticas se encaminan a quitarlo de en medio para poder ganar el apoyo de los grupos moderados suníes en el Parlamento y, sobre todo, de los kurdos, que han aprovechado para lanzar un órdago soberanista sin precedentes.
No se lo podía haber dicho más claro el presidente del Gobierno Regional Kurdo, Masud Barzani, al mismo Kerry. “Nos enfrentamos a una nueva realidad y a un nuevo Irak”, le espetó durante su encuentro en Erbil, la capital del Kurdistán iraquí. Una “nueva realidad” en la que se ha borrado la presencia del Gobierno central en las áreas disputadas (incluyendo Kirkuk y sus yacimientos petrolíferos, entre los mayores del país) y un “nuevo Irak” en el que el Kurdistán cuenta con 100 kilómetros de frontera con el Califato declarado a finales de junio por la escisión de Al Qaeda que se ha impuesto “desde Alepo a Diyala”.
Efectivamente, la ofensiva yihadista en Irak ha desgajado el país en dos (si no en tres) y ha creado, de facto, un Estado kurdo en el norte que controla ahora un 40% más del territorio reconocido por la Constitución a la región federal, merced a la espantada del Ejército nacional, que ha sido sustituido por los peshmerga, las tropas kurdas nacidas de la guerrilla nacionalista tras el desmoronamiento del imperio otomano. A estas alturas, tanto Bagdad (y Teherán) como Washington son conscientes de que se trata de tierra perdida. Lo que no está tan claro es cómo se resolverá el envite.
“Pese a las circunstancias, el Gobierno Regional Kurdo se lo pensará dos veces antes de declarar la independencia, los riesgos son muy altos”, admite Sirwan Kajjo, analista kurdo con residencia en Washington y colaborador del Carnegie Endowment ...
Artículo
para suscriptores
Para disfrutar de todos nuestros contenidos suscríbete hoy:
Plan mensual
3,70€/mes
- Asiste a eventos en exclusiva
- Recibe la Newsletter mensual ‘Cambio de foco’ con contenidos de actualidad
- Participa activamente en la elección de los contenidos de esglobal
- Accede a todos los contenidos semanales
- Accede al archivo de artículos desde 2007
- Descarga todos los artículos en PDF
Plan anual
37€/mes
- Asiste a eventos en exclusiva
- Recibe la Newsletter mensual ‘Cambio de foco’ con contenidos de actualidad
- Participa activamente en la elección de los contenidos de esglobal
- Accede a todos los contenidos semanales
- Accede al archivo de artículos desde 2007
- Descarga todos los artículos en PDF