No es fácil entender el propósito de Huntington en su beligerante versión del
reto hispano a EE UU (FP edición española, abril/mayo 2004). (…) El toque
a rebate del politólogo bostoniano se explica mal, a no ser que haya considerado
que desde su análisis/vaticinio del choque de civilizaciones ha pasado tiempo
suficiente como para reintentar la provocación, pronosticando una república
bicultural y bilingüe como una amenaza divisiva en la que los hispanos no sólo
serían incapaces de incorporarse al melting pot, sino que militantemente
rehusarían la integración en el sueño americano.

Sus premisas sobre la emigración latinoamericana/mexicana como un mundo
aparte son en gran medida reales, pero sus conclusiones entran en el pintar
como querer. Lo que están haciendo los hispanos es redefinir el crisol
de razas, no excluirse. En su análisis queda desdibujada la distinción
entre generaciones: la segunda generación es mitad bilingüe, mientras
que más de tres cuartas partes de la tercera son estrictamente angloparlantes
y en un 57% contraen matrimonio mixto fuera de su grupo étnico-racial
(Pew Hispanic Center, en un estudio de 2003, posterior al de la Oficina del
Censo de 1994 que Huntington cita de segunda mano). Tampoco parece diferenciar
entre niveles de renta: dos tercios de los hogares hispanos están ya
entre los hogares de renta media y media/alta. La concentración responde
a una foto fija más que cuestionable. Y en términos de escolaridad,
la que está rota por falta de recursos es "la máquina norteamericana
de integración" (D. Brooks, NYT, 25-2-2004). Como españoles,
es inconcebible sentirnos ajenos a la pared de contacto más afín
con la rica y dinámica sociedad americana. Pero la cercanía lingüística,
cultural e histórica con la comunidad hispana de Estados Unidos no nos
exime de conocer sus intereses reales y prácticos y la diversidad de
su estructura y componentes, lejos de los ignorantes tópicos uniformadores.
El incontrolado alarmismo de Huntington sirve al menos para alertarnos sobre
la obligada complejidad del diseño de una "política hispana"
por parte de la sociedad y Gobierno españoles.

  • Emilio Cassinello
    Embajador español
    Madrid (España)

 

"Tengo grandes dudas acerca de estos inmigrantes por su espíritu de clan, su
escaso conocimiento del inglés, su prensa y la creciente necesidad de intérpretes…
Supongo que en algunos años se necesitarán también [intérpretes] en el [Congreso]
para explicar a la mitad de nuestros legisladores lo que dice la otra mitad".
No es un fragmento de ‘La amenaza hispana a EE UU’ de Samuel Huntington, sino
una cita de Benjamin Franklin, uno de los padres fundadores, a quien
preocupaba el impacto de los inmigrantes alemanes en los nacientes Estados Unidos.
Se puede decir cualquier cosa sobre las opiniones de Huntington, pero, desde
luego, tiene una ilustre compañía. Felizmente, sus temores están tan injustificados
como los de Franklin.

(…) Los principales objetivos que persiguen los latinos (tanto inmigrantes
como nativos) son la esencia del sueño estadounidense. Las prioridades
de los hispanos son la enseñanza, tener un hogar de su propiedad, la
salud y la seguridad económica. Los esfuerzos de organizaciones como
la que represento van en la misma dirección que estas prioridades. La
mayor parte de nuestros recursos está dedicada a mejorar los sistemas
escolares, construir instalaciones educativas y sanitarias, aumentar las posibilidades
de trabajo para nuestra comunidad y ayudar a las familias a comprarse su primera
casa, ni mucho menos un propósito contrario a la asimilación.

Igualmente, los temores de Huntington sobre la primacía de la lengua
inglesa en Estados Unidos tienen tan poco fundamento como los de Franklin. Las
encuestas muestran que los hispanos, como todos los estadounidenses, creen que
el inglés es necesario para tener éxito en
EE UU. (…) Finalmente, donde Huntington ve una amenaza a su ideal angloprotestante,
nosotros vemos familias cuya energía e ilusión por convertirse
en estadounidenses dan nuevas fuerzas a nuestro país y a sus más
sagradas instituciones, muy parecido a lo que los irlandeses, los italianos
y otros grupos inmigrantes hicieron antes que nosotros. Los inmigrantes actuales,
sus hijos y sus nietos creen en los Estados Unidos de América. ¿Por
qué no puede hacerlo Samuel Huntington?

  • Raúl Yzaguirre
    Presidente del Consejo Nacional de La Raza
    Washington. Estados Unidos

 

La razón fundamental del ensayo de Huntington es un argumento relativamente
sencillo, y, como cuestión basada en los hechos, se puede cuando menos
debatir. El autor argumenta que, al contrario que otros grupos anteriores de
inmigrantes, los hispanos recién llegados y su descendencia no están
adoptando el idioma inglés ni se están asimilando a la cultura
estadounidense. (…) Para servir a su argumento, Huntington vuelve a contar
el mito de los europeos que aprendieron inglés tan pronto como pusieron
pie en tierra en la isla de Ellis. Sin embargo, desde la época colonial
hasta principios del siglo xx, las personas de lengua alemana crearon enclaves
lingüísticos que contaban con medios de comunicación propios,
movimientos políticos nacionalistas y enseñanza en lengua alemana
en las escuelas públicas. (…) Varios indicadores confirman que la asimilación
lingüística está efectuándose más rápidamente
ahora entre los latinos que en el pasado dorado que ensalza Huntington.

El temor de Huntington de que EE UU se divida por culpa del idioma debería
mitigarse con los datos que muestran que la transición del español
al inglés es prácticamente completa en una generación.
(…) La asimilación no es, ni ha sido nunca, el rápido proceso
unilateral de suma cero que postula Huntington. Un toma y daca más lento
y más rico entre los recién llegados y los nativos siempre ha
formado parte de la experiencia estadounidense y, afortunadamente, lo sigue
siendo hoy.

  • Roberto Suro
    Director del Pew Hispanic Center
    Washington. Estados Unidos

 

¿Dejará de ser verdaderamente estadounidense el suroeste de Estados
Unidos dentro de medio siglo? ¿Es Mexifornia una realidad y Mexamérica
una certeza? ¿Tiene alguna importancia?

Para Samuel Huntington, sí tiene importancia. Aunque incluso si damos
la bienvenida al eminente profesor de Harvard en las filas tantas veces ridiculizadas
de los que resisten a la invasión en masa de EE UU, debemos admitir que
ha llegado tarde. Huntington podría haber trepado un muro de adobe solamente
para encontrarse dentro de El Álamo.

Esta causa parece sin esperanza. El presidente de EE UU, George W. Bush, se
niega a aplicar su deber constitucional de hacer cumplir las leyes de emigración
y defender la frontera sur de EE UU. Propone una especie de amnistía
para entre 8 y 14 millones de extranjeros en situación ilegal que ya
están en el país. Es imposible ver quién o qué va
a parar la invasión de EE UU antes de que el carácter del país
quede alterado para siempre y estemos divididos en dos países con dos
idiomas y dos culturas (…).

Las élites republicanas, o bien son indiferentes a esta inmigración en masa,
tanto legal como ilegal, o bien se alegran estúpidamente de cómo estos millones
de trabajadores van a enriquecer nuestro producto interior bruto, van a unirse
al viejo gran partido y van a mantener bajo control los salarios de
los trabajadores. Las élites de los demócratas también muestran entusiasmo,
porque para ellos esta inmigración significa unas enormes masas de votantes
de color que, piensan, van a apoyar al gran gobierno y van a terminar
con la hegemonía política y cultural de una mayoría blanca que es responsable
de la mayor parte de los crímenes históricos de EE UU y de casi todos los pecados
de la humanidad. El fracaso en parar esta invasión por parte del presidente
y del Congreso representa una traición a la mayoría de los estadounidenses,
que han declarado en cada referéndum que quieren una reducción de la inmigración
legal y la deportación de los ilegales. Cómo nos planteamos el problema de las
fronteras abiertas y de la inmigración en masa suele depender normalmente de
cómo nos situamos ante la pregunta que nos lanza Huntington: "¿Quiénes somos?".
¿Es Estados Unidos un país aparte, un pueblo único y separado con nuestros propios
mitos, leyendas, héroes, historia, idioma, literatura, arte, música, usos y
costumbres, tradiciones y deber moral de proteger y conservar nuestra especial
identidad y herencia para nuestros hijos? O, más bien, ¿es EE UU un país con
un credo al que todos pueden pertenecer si suscriben los dogmas de igualdad
de la Declaración de Independencia de Thomas Jefferson, del Discurso de Gettysburg
de Abraham Lincoln y los principios de democracia y liberalismo económico que
EE UU predica tan volublemente a la humanidad? Si se acepta esta idea, los Estados
Unidos están asfixiados por un torrente de extranjeros (especialmente de México),
muchos de los cuales no desean aprender la lengua inglesa o convertirse en parte
de la familia, no quieren asimilarse y abandonar su cultura o identidad mexicana,
no aman y no son leales a este país y creen que les hemos robado a su patria
las tierras que intentar reocupar y recobrar. Bienvenido a El Álamo, profesor.

  • Patrick Buchanan
    Editor de ‘The American Conservative’
    Arlington, Virginia. Estados Unidos

 

Huntington ha demostrado de forma convincente que la inseguridad cultural no
es patrimonio único de los franceses. Retoma la larga tradición
de los que ponen en duda el patriotismo de grupos étnicos distintos de
los angloprotestantes. Ofrece una nueva versión de la idea que llevaba
a la gente a sostener que John F. Kennedy no podía ser presidente de
EE UU porque, como católico, sería servil al Vaticano.

Ahora que la lengua inglesa está triunfando como lingua franca del mundo
globalizado (…), Huntington nos advierte de que sólo el 88,4% de los
inmigrantes mexicanos de segunda generación en Estados Unidos habla inglés
por lo menos igual de bien que español. Además, le desespera la
idea de que saber español sea un recurso que el mercado realmente valora
y esté dispuesto a recompensar. ¿Acaso cree Huntington que las
políticas sociales deberían diseñarse para garantizar que
los estadounidenses que sólo hablan un idioma nunca tengan desventajas
por su falta de recursos de comunicación?
Más importante aún: Huntington argumenta que los hispanos son
un problema porque son pobres y sin estudios, excepto en Miami, donde son demasiado
ricos y poderosos y dificultan que los anglos puedan triunfar. Si no se remedia
este problema, imaginemos las consecuencias: Misisipí, Alabama y Virginia
occidental podrían ser tan atrasados y pobres como Florida y California,
donde la epidemia hispana ha hecho, al parecer, el mayor daño.

  • Ricardo Hausmann
    Profesor de Desarrollo Económico
    Escuela Kennedy de Gobierno/ Universidad de Harvard. Cambridge, Massachusetts.
    Estados Unidos

 

La respuesta de Huntington

En respuesta al lamento de El Álamo, de Patrick Buchanan, sólo
puedo decir: "¡Piensa en Valley Forge, Pat!" (batalla decisiva
en el proceso de independendencia de las 13 colonias americanas frente a la
Corona británica). Las otras cartas son todas críticas. En pocos
casos sus autores presentan puntos sensatos, aunque no siempre persuasivos,
en contra de mi argumento (…).

En otros casos, las cartas críticas distorsionan mis argumentos,
no pueden enfrentarse a las pruebas empíricas que aporto, generalizan
con afirmaciones sin el apoyo de pruebas, reflejan una intensa emotividad
o recurren a las injurias y calumnias.

Mi artículo expone la combinación de características
que distingue a la inmigración mexicana de otras: contigüidad,
proporción, ilegalidad, concentración regional, persistencia
y presencia histórica. También documenta la lenta asimilación
de los inmigrantes hispanos (en particular mexicanos) durante varias generaciones
en campos como la enseñanza, el trabajo, los matrimonios mixtos, la
propiedad del hogar y la renta (a los que podrían añadirse la
pobreza, la dependencia de los subsidios y la naturalización).

Mis críticos pasan casi totalmente de largo sobre estos aspectos
de la presencia hispana en Estados Unidos. Raúl Yzaguirre califica
mi investigación de "pacotilla". Mi artículo, sin
embargo, está repleto de pruebas salidas de los informes del Servicio
de Inmigración y Naturalización, la Oficina del Censo de Estados
Unidos, encuestas de opinión pública y estudios de expertos
sobre la inmigración y la asimilación de los hispanos. Ni él
ni mis otros críticos pueden poner en duda la veracidad de los datos
presentados en mi artículo. Citando un estudio que muestra que "el
90% de los nacidos en EE UU de origen mexicano habla bien inglés",
concluyo que "el uso de la lengua inglesa y su dominio por parte de
la primera y segunda generación de mexicanos parece seguir de este
modo el modelo común de anteriores inmigrantes".

Yzaguirre alude a las preocupaciones de Franklin sobre el hecho de que los
inmigrantes alemanes en Pennsylvania mantenían su idioma y cultura.
No cita el argumento de Franklin de que, para corregir la situación,
el Gobierno debería "repartirlos más equilibradamente,
mezclarlos con los ingleses, establecer colegios ingleses donde están
ahora instalados y apretados". George Washington y Thomas
Jefferson compartían una política parecida. Sólo me queda
esperar que Yzaguirre apoye ahora medidas como éstas, que los padres
de nuestro país creían esenciales para mantener la identidad
de EE UU.

Algunos me acusan de promover el "estereotipo del mexicano perezoso". Sin
embargo las únicas fuentes que cito sobre la cultura mexicana son mexicanas
y de mexicanos estadounidenses. Lo mismo que Yzaguirre y otros me atacan por
decir que el corazón de la cultura estadounidense es "angloprotestante". Los
historiadores, sin embargo, han mostrado en varias ocasiones que esto es así,
y aporto documentación sobre este punto en mi próximo libro: ¿Quiénes
somos? El desafío a la identidad nacional estadounidense
. Como indico
en el artículo, si a Estados Unidos no lo hubieran colonizado protestantes
británicos, sino católicos franceses, españoles o portugueses, no sería Estados
Unidos, sería Quebec, México o Brasil.

Las diferencias entre las culturas de Estados Unidos y México las
han destacado el filósofo mexicano Armando Cíntora, el funcionario
del ministerio mexicano de Exteriores Andrés Rozental, y el principal
novelista de México, Carlos Fuentes, quien ha contestado con la elocuencia
de un Tocqueville la distancia entre la herencia hispano-indígena de
México con su "cultura del catolicismo" y la cultura protestante
estadounidense que desciende de "Martín Lutero".

El último recurso de los que son incapaces de presentar argumentos
razonados basados en hechos y lógica es recurrir a injurias y calumnias
ya que en varias ocasiones se refieren a mí, o a mi argumento, como
"nativis[mo] repugnante", "chovinismo", "nativismo
europeo" o "xenofobia". Estas acusaciones no deberían
caber en Foreign Policy.

En general, las respuestas críticas demuestran lo difícil
que resulta tener un intercambio de opiniones serio, fundado y razonado en
lo que es, como el profesor Pei, de la Fundación Carnegie para la Paz
Internacional, escribe con precisión: "la cuestión más
fundamental del futuro de Estados Unidos como país y como cultura".

Críticas a Samuel Huntington

No es fácil entender el propósito de Huntington en su beligerante versión del
reto hispano a EE UU (FP edición española, abril/mayo 2004). (…) El toque
a rebate del politólogo bostoniano se explica mal, a no ser que haya considerado
que desde su análisis/vaticinio del choque de civilizaciones ha pasado tiempo
suficiente como para reintentar la provocación, pronosticando una república
bicultural y bilingüe como una amenaza divisiva en la que los hispanos no sólo
serían incapaces de incorporarse al melting pot, sino que militantemente
rehusarían la integración en el sueño americano.

Sus premisas sobre la emigración latinoamericana/mexicana como un mundo
aparte son en gran medida reales, pero sus conclusiones entran en el pintar
como querer. Lo que están haciendo los hispanos es redefinir el crisol
de razas, no excluirse. En su análisis queda desdibujada la distinción
entre generaciones: la segunda generación es mitad bilingüe, mientras
que más de tres cuartas partes de la tercera son estrictamente angloparlantes
y en un 57% contraen matrimonio mixto fuera de su grupo étnico-racial
(Pew Hispanic Center, en un estudio de 2003, posterior al de la Oficina del
Censo de 1994 que Huntington cita de segunda mano). Tampoco parece diferenciar
entre niveles de renta: dos tercios de los hogares hispanos están ya
entre los hogares de renta media y media/alta. La concentración responde
a una foto fija más que cuestionable. Y en términos de escolaridad,
la que está rota por falta de recursos es "la máquina norteamericana
de integración" (D. Brooks, NYT, 25-2-2004). Como españoles,
es inconcebible sentirnos ajenos a la pared de contacto más afín
con la rica y dinámica sociedad americana. Pero la cercanía lingüística,
cultural e histórica con la comunidad hispana de Estados Unidos no nos
exime de conocer sus intereses reales y prácticos y la diversidad de
su estructura y componentes, lejos de los ignorantes tópicos uniformadores.
El incontrolado alarmismo de Huntington sirve al menos para alertarnos sobre
la obligada complejidad del diseño de una "política hispana"
por parte de la sociedad y Gobierno españoles.

  • Emilio Cassinello
    Embajador español
    Madrid (España)

"Tengo grandes dudas acerca de estos inmigrantes por su espíritu de clan, su
escaso conocimiento del inglés, su prensa y la creciente necesidad de intérpretes…
Supongo que en algunos años se necesitarán también [intérpretes] en el [Congreso]
para explicar a la mitad de nuestros legisladores lo que dice la otra mitad".
No es un fragmento de ‘La amenaza hispana a EE UU’ de Samuel Huntington, sino
una cita de Benjamin Franklin, uno de los padres fundadores, a quien
preocupaba el impacto de los inmigrantes alemanes en los nacientes Estados Unidos.
Se puede decir cualquier cosa sobre las opiniones de Huntington, pero, desde
luego, tiene una ilustre compañía. Felizmente, sus temores están tan injustificados
como los de Franklin.

(…) Los principales objetivos que persiguen los latinos (tanto inmigrantes
como nativos) son la esencia del sueño estadounidense. Las prioridades
de los hispanos son la enseñanza, tener un hogar de su propiedad, la
salud y la seguridad económica. Los esfuerzos de organizaciones como
la que represento van en la misma dirección que estas prioridades. La
mayor parte de nuestros recursos está dedicada a mejorar los sistemas
escolares, construir instalaciones educativas y sanitarias, aumentar las posibilidades
de trabajo para nuestra comunidad y ayudar a las familias a comprarse su primera
casa, ni mucho menos un propósito contrario a la asimilación.

Igualmente, los temores de Huntington sobre la primacía de la lengua
inglesa en Estados Unidos tienen tan poco fundamento como los de Franklin. Las
encuestas muestran que los hispanos, como todos los estadounidenses, creen que
el inglés es necesario para tener éxito en
EE UU. (…) Finalmente, donde Huntington ve una amenaza a su ideal angloprotestante,
nosotros vemos familias cuya energía e ilusión por convertirse
en estadounidenses dan nuevas fuerzas a nuestro país y a sus más
sagradas instituciones, muy parecido a lo que los irlandeses, los italianos
y otros grupos inmigrantes hicieron antes que nosotros. Los inmigrantes actuales,
sus hijos y sus nietos creen en los Estados Unidos de América. ¿Por
qué no puede hacerlo Samuel Huntington?

  • Raúl Yzaguirre
    Presidente del Consejo Nacional de La Raza
    Washington. Estados Unidos

La razón fundamental del ensayo de Huntington es un argumento relativamente
sencillo, y, como cuestión basada en los hechos, se puede cuando menos
debatir. El autor argumenta que, al contrario que otros grupos anteriores de
inmigrantes, los hispanos recién llegados y su descendencia no están
adoptando el idioma inglés ni se están asimilando a la cultura
estadounidense. (…) Para servir a su argumento, Huntington vuelve a contar
el mito de los europeos que aprendieron inglés tan pronto como pusieron
pie en tierra en la isla de Ellis. Sin embargo, desde la época colonial
hasta principios del siglo xx, las personas de lengua alemana crearon enclaves
lingüísticos que contaban con medios de comunicación propios,
movimientos políticos nacionalistas y enseñanza en lengua alemana
en las escuelas públicas. (…) Varios indicadores confirman que la asimilación
lingüística está efectuándose más rápidamente
ahora entre los latinos que en el pasado dorado que ensalza Huntington.

El temor de Huntington de que EE UU se divida por culpa del idioma debería
mitigarse con los datos que muestran que la transición del español
al inglés es prácticamente completa en una generación.
(…) La asimilación no es, ni ha sido nunca, el rápido proceso
unilateral de suma cero que postula Huntington. Un toma y daca más lento
y más rico entre los recién llegados y los nativos siempre ha
formado parte de la experiencia estadounidense y, afortunadamente, lo sigue
siendo hoy.

  • Roberto Suro
    Director del Pew Hispanic Center
    Washington. Estados Unidos

¿Dejará de ser verdaderamente estadounidense el suroeste de Estados
Unidos dentro de medio siglo? ¿Es Mexifornia una realidad y Mexamérica
una certeza? ¿Tiene alguna importancia?

Para Samuel Huntington, sí tiene importancia. Aunque incluso si damos
la bienvenida al eminente profesor de Harvard en las filas tantas veces ridiculizadas
de los que resisten a la invasión en masa de EE UU, debemos admitir que
ha llegado tarde. Huntington podría haber trepado un muro de adobe solamente
para encontrarse dentro de El Álamo.

Esta causa parece sin esperanza. El presidente de EE UU, George W. Bush, se
niega a aplicar su deber constitucional de hacer cumplir las leyes de emigración
y defender la frontera sur de EE UU. Propone una especie de amnistía
para entre 8 y 14 millones de extranjeros en situación ilegal que ya
están en el país. Es imposible ver quién o qué va
a parar la invasión de EE UU antes de que el carácter del país
quede alterado para siempre y estemos divididos en dos países con dos
idiomas y dos culturas (…).

Las élites republicanas, o bien son indiferentes a esta inmigración en masa,
tanto legal como ilegal, o bien se alegran estúpidamente de cómo estos millones
de trabajadores van a enriquecer nuestro producto interior bruto, van a unirse
al viejo gran partido y van a mantener bajo control los salarios de
los trabajadores. Las élites de los demócratas también muestran entusiasmo,
porque para ellos esta inmigración significa unas enormes masas de votantes
de color que, piensan, van a apoyar al gran gobierno y van a terminar
con la hegemonía política y cultural de una mayoría blanca que es responsable
de la mayor parte de los crímenes históricos de EE UU y de casi todos los pecados
de la humanidad. El fracaso en parar esta invasión por parte del presidente
y del Congreso representa una traición a la mayoría de los estadounidenses,
que han declarado en cada referéndum que quieren una reducción de la inmigración
legal y la deportación de los ilegales. Cómo nos planteamos el problema de las
fronteras abiertas y de la inmigración en masa suele depender normalmente de
cómo nos situamos ante la pregunta que nos lanza Huntington: "¿Quiénes somos?".
¿Es Estados Unidos un país aparte, un pueblo único y separado con nuestros propios
mitos, leyendas, héroes, historia, idioma, literatura, arte, música, usos y
costumbres, tradiciones y deber moral de proteger y conservar nuestra especial
identidad y herencia para nuestros hijos? O, más bien, ¿es EE UU un país con
un credo al que todos pueden pertenecer si suscriben los dogmas de igualdad
de la Declaración de Independencia de Thomas Jefferson, del Discurso de Gettysburg
de Abraham Lincoln y los principios de democracia y liberalismo económico que
EE UU predica tan volublemente a la humanidad? Si se acepta esta idea, los Estados
Unidos están asfixiados por un torrente de extranjeros (especialmente de México),
muchos de los cuales no desean aprender la lengua inglesa o convertirse en parte
de la familia, no quieren asimilarse y abandonar su cultura o identidad mexicana,
no aman y no son leales a este país y creen que les hemos robado a su patria
las tierras que intentar reocupar y recobrar. Bienvenido a El Álamo, profesor.

  • Patrick Buchanan
    Editor de ‘The American Conservative’
    Arlington, Virginia. Estados Unidos

Huntington ha demostrado de forma convincente que la inseguridad cultural no
es patrimonio único de los franceses. Retoma la larga tradición
de los que ponen en duda el patriotismo de grupos étnicos distintos de
los angloprotestantes. Ofrece una nueva versión de la idea que llevaba
a la gente a sostener que John F. Kennedy no podía ser presidente de
EE UU porque, como católico, sería servil al Vaticano.

Ahora que la lengua inglesa está triunfando como lingua franca del mundo
globalizado (…), Huntington nos advierte de que sólo el 88,4% de los
inmigrantes mexicanos de segunda generación en Estados Unidos habla inglés
por lo menos igual de bien que español. Además, le desespera la
idea de que saber español sea un recurso que el mercado realmente valora
y esté dispuesto a recompensar. ¿Acaso cree Huntington que las
políticas sociales deberían diseñarse para garantizar que
los estadounidenses que sólo hablan un idioma nunca tengan desventajas
por su falta de recursos de comunicación?
Más importante aún: Huntington argumenta que los hispanos son
un problema porque son pobres y sin estudios, excepto en Miami, donde son demasiado
ricos y poderosos y dificultan que los anglos puedan triunfar. Si no se remedia
este problema, imaginemos las consecuencias: Misisipí, Alabama y Virginia
occidental podrían ser tan atrasados y pobres como Florida y California,
donde la epidemia hispana ha hecho, al parecer, el mayor daño.

  • Ricardo Hausmann
    Profesor de Desarrollo Económico
    Escuela Kennedy de Gobierno/ Universidad de Harvard. Cambridge, Massachusetts.
    Estados Unidos

La respuesta de Huntington

En respuesta al lamento de El Álamo, de Patrick Buchanan, sólo
puedo decir: "¡Piensa en Valley Forge, Pat!" (batalla decisiva
en el proceso de independendencia de las 13 colonias americanas frente a la
Corona británica). Las otras cartas son todas críticas. En pocos
casos sus autores presentan puntos sensatos, aunque no siempre persuasivos,
en contra de mi argumento (…).

En otros casos, las cartas críticas distorsionan mis argumentos,
no pueden enfrentarse a las pruebas empíricas que aporto, generalizan
con afirmaciones sin el apoyo de pruebas, reflejan una intensa emotividad
o recurren a las injurias y calumnias.

Mi artículo expone la combinación de características
que distingue a la inmigración mexicana de otras: contigüidad,
proporción, ilegalidad, concentración regional, persistencia
y presencia histórica. También documenta la lenta asimilación
de los inmigrantes hispanos (en particular mexicanos) durante varias generaciones
en campos como la enseñanza, el trabajo, los matrimonios mixtos, la
propiedad del hogar y la renta (a los que podrían añadirse la
pobreza, la dependencia de los subsidios y la naturalización).

Mis críticos pasan casi totalmente de largo sobre estos aspectos
de la presencia hispana en Estados Unidos. Raúl Yzaguirre califica
mi investigación de "pacotilla". Mi artículo, sin
embargo, está repleto de pruebas salidas de los informes del Servicio
de Inmigración y Naturalización, la Oficina del Censo de Estados
Unidos, encuestas de opinión pública y estudios de expertos
sobre la inmigración y la asimilación de los hispanos. Ni él
ni mis otros críticos pueden poner en duda la veracidad de los datos
presentados en mi artículo. Citando un estudio que muestra que "el
90% de los nacidos en EE UU de origen mexicano habla bien inglés",
concluyo que "el uso de la lengua inglesa y su dominio por parte de
la primera y segunda generación de mexicanos parece seguir de este
modo el modelo común de anteriores inmigrantes".

Yzaguirre alude a las preocupaciones de Franklin sobre el hecho de que los
inmigrantes alemanes en Pennsylvania mantenían su idioma y cultura.
No cita el argumento de Franklin de que, para corregir la situación,
el Gobierno debería "repartirlos más equilibradamente,
mezclarlos con los ingleses, establecer colegios ingleses donde están
ahora instalados y apretados". George Washington y Thomas
Jefferson compartían una política parecida. Sólo me queda
esperar que Yzaguirre apoye ahora medidas como éstas, que los padres
de nuestro país creían esenciales para mantener la identidad
de EE UU.

Algunos me acusan de promover el "estereotipo del mexicano perezoso". Sin
embargo las únicas fuentes que cito sobre la cultura mexicana son mexicanas
y de mexicanos estadounidenses. Lo mismo que Yzaguirre y otros me atacan por
decir que el corazón de la cultura estadounidense es "angloprotestante". Los
historiadores, sin embargo, han mostrado en varias ocasiones que esto es así,
y aporto documentación sobre este punto en mi próximo libro: ¿Quiénes
somos? El desafío a la identidad nacional estadounidense
. Como indico
en el artículo, si a Estados Unidos no lo hubieran colonizado protestantes
británicos, sino católicos franceses, españoles o portugueses, no sería Estados
Unidos, sería Quebec, México o Brasil.

Las diferencias entre las culturas de Estados Unidos y México las
han destacado el filósofo mexicano Armando Cíntora, el funcionario
del ministerio mexicano de Exteriores Andrés Rozental, y el principal
novelista de México, Carlos Fuentes, quien ha contestado con la elocuencia
de un Tocqueville la distancia entre la herencia hispano-indígena de
México con su "cultura del catolicismo" y la cultura protestante
estadounidense que desciende de "Martín Lutero".

El último recurso de los que son incapaces de presentar argumentos
razonados basados en hechos y lógica es recurrir a injurias y calumnias
ya que en varias ocasiones se refieren a mí, o a mi argumento, como
"nativis[mo] repugnante", "chovinismo", "nativismo
europeo" o "xenofobia". Estas acusaciones no deberían
caber en Foreign Policy.

En general, las respuestas críticas demuestran lo difícil
que resulta tener un intercambio de opiniones serio, fundado y razonado en
lo que es, como el profesor Pei, de la Fundación Carnegie para la Paz
Internacional, escribe con precisión: "la cuestión más
fundamental del futuro de Estados Unidos como país y como cultura".

Fe de erratas:
En el artículo ‘Ampliación de la UE’ (abril/mayo 2004),
de José Ignacio Torreblanca, donde decía "150 nuevas regiones
que cohesionar" debería decir "50 nuevas regiones que cohesionar".

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