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Donald Trump junto al vicepremier de la República Popular China, Liu He, durante una rueda de prensa en el Despacho Oval. Chip Somodevilla/Getty Images.

Trump ha sido malo para Estados Unidos, pero muy beneficioso para los medios de comunicación. ¿Qué puede pasar ahora? 

 

Durante las primarias de 2016, el presidente de la cadena CBS, Les Moonves, se mostró muy sincero a propósito de la candidatura de Trump en un discurso pronunciado durante una conferencia de medios de comunicación en San Francisco: “Quizá no sea bueno para Estados Unidos, pero es estupendo para CBS”. Ahora puede parecer que la derrota de Trump es una especie de victoria de los atribulados medios informativos estadounidenses, puesto que el presidente ha dedicado la mayor parte de su tiempo en la Casa Blanca a despotricar contra ellos y calificar cualquier titular que no le gustaba de fake news. Pero la realidad es mucho más compleja y, aunque el panorama mediático post-Trump tendrá muchos menos tuits mareantes, agotadores titulares diarios y notificaciones constantes inundando nuestros teléfonos, también reportará menos beneficios.

 

La guerra contra el cuarto poder

Las quejas de la derecha de que los medios de comunicación están sesgados en su contra no son nuevas. Tienen sus raíces en la época de la Guerra de Vietnam, que, a la hora de la verdad, terminó debido a un comentario editorial sin precedentes leído en directo por el legendario presentador de informativos Walter Cronkite. Desde entonces, los republicanos han criticado constantemente a los llamados “medios de comunicación dominantes”, es decir, las tres grandes cadenas de televisión: ABC, CBS y NBC. A la que ahora se suma también CNN, y periódicos como The New York Times y The Washington Post. Sarah Palin, populista antes que Trump, los llamaba los medios “irrelevantes” y prefería publicar sus declaraciones en Facebook que filtrarlas a través de periodistas. Trump hace lo mismo con Twitter.

Es importante subrayar que, a diferencia del entorno periodístico español, en el que cada medio proclama su línea editorial, los medios informativos estadounidenses, en su mayor parte, tratan de ser neutrales. No es un objetivo que se logre a la perfección: la propia cadena Fox, que apoya sin ninguna duda los programas de extrema derecha, asegura ser “justa y equilibrada”. La neutralidad es un concepto lleno de trampas y a menudo incomprendido, pero lo importante es la diferencia cultural entre los medios españoles y los estadounidenses.

Este intento de neutralidad peca a menudo de dar erróneamente el mismo peso a los dos lados de una discusión, incluso cuando es indudable que uno de los dos no tiene razón desde el punto de vista moral. No obstante, la mayoría de los directivos de prensa se toman la imparcialidad muy en serio. Cuentan que Marty Baron, director ejecutivo de The Washington Post, no ha dejado de repetir en estos cuatro años: “No estamos en guerra; estamos trabajando”.

Como era de prever, Trump ha pasado gran parte de su tiempo en la Casa Blanca despotricando contra el cuarto poder, al que considera terriblemente injusto con él, criticando a cualquier medio que no le muestra adoración y calificando todo lo que no le gusta de fake news. Es una actitud peligrosa porque, por muchos defectos que tengan los medios de comunicación estadounidenses, informar sobre los hechos es esencial para la democracia, y Trump se limita a inventarse noticias según convenga a sus intereses.

Como consecuencia se ha agudizado un fenómeno ya existente: que una parte de la población, sencillamente, no se cree los hechos sobre los que los demás están de acuerdo. Es una degradación de la democracia, porque elimina nuestra capacidad de deliberar sobre problemas importantes de la sociedad y sus posibles soluciones. En este sentido, la derrota de Trump puede ser una victoria para los medios como institución. Pero, como vamos a ver, ni él ni su tenue relación con la verdad van a desaparecer así como así.

 

De lo abrumador a lo prosaico

Estos cuatro últimos años han estado recorridos por un flujo constante de titulares escandalosos, hasta tal punto que todos nos hemos acostumbrado a estar indignados y llenos de tensión como algo cotidiano. Es agotador, pero nos obliga a buscar constantemente las noticias, incrédulos. Muchos estadounidenses han dado un suspiro de alivio ante el resultado de las elecciones y están deseando salir de esta montaña rusa de noticias escandalosas e indignantes y empezar a pensar en otras cosas. Frank Sesno, el antiguo jefe de la oficina de CNN en Washington y hoy director de iniciativas estratégicas en la Escuela de Periodismo y Asuntos Públicos de la Universidad George Washington, describió muy bien este bajón cuando preguntó: “¿Qué ocurre cuando dejamos de estar todo el tiempo en nivel de alerta 5? Quizá estemos a punto de averiguarlo”.

Newspaper front page
Portada de The New York Times que se refiere al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, como un líder aislado que ve ‘una guerra todos los días’. Robert Alexander/Getty Images.

Y ahí reside el problema: sin la llegada constante de alertas de noticias sobre Trump a los móviles, la gente hará menos clics de búsqueda y consumirá menos noticias. Es decir, la derrota de Trump significa que la información política en Estados Unidos, con la llegada de Biden y Harris a la Casa Blanca, se normalizará a toda velocidad. Y con ese regreso a la normalidad presidencial, con esa vuelta a las noticias aburridas, es muy posible que los beneficios empiecen a disminuir.

Los más perjudicados posiblemente serán los medios dominantes y de izquierdas porque, cuando el partido con el que más se identifican sus lectores ocupa la Casa Blanca, las informaciones pierden la indignación que hace aumentar los clics y los lectores. Y tienen mucho que perder, sin duda. The New York Times y The Washington Post han triplicado las suscripciones desde 2016. Las cadenas de noticias por cable, no solo Fox News, sino también MSNBC y CNN, han alcanzado índices de audiencia y beneficios sin precedentes.

Según Kagan, una empresa de estudios de mercado que forma parte de S&P Global Intelligence, la publicidad en Fox News, CNN y MSNBC caerá un 13,1% en 2021. El final de 2020 ha llegado acompañado de reestructuraciones y despidos en muchas de las grandes empresas mediáticas. Aunque parece haber cierta esperanza para las plataformas digitales especializadas, no hay sitio más que para unos cuantos periódicos de gran difusión y los medios locales están en declive.

 

Fox y sus amigos

La ruptura de Trump con Fox venía fraguándose desde hace tiempo pero se plasmó la noche de las elecciones, cuando sus presentadores, junto con la agencia AP, proclamaron que el vencedor en Arizona había sido Joe Biden. El presidente se enfureció y, por supuesto, estalló en Twitter: “Las audiencias matinales de @FoxNews se han desplomado. Las del fin de semana aún PEORES. Me entristece verlo, pero se han olvidado de por qué triunfaron, qué los ha llevado hasta aquí. Se han olvidado de la Gallina de los huevos de oro. ¡La mayor diferencia entre las elecciones de 2016 y las de 2020 fue @FoxNews!”.

Desde luego, Trump ha sido la gallina de los huevos de oro para todos los medios de comunicación pero especialmente para Fox, a pesar de ser un medio de derechas durante una presidencia republicana. Normalmente, los medios de la misma tendencia que el presidente pierden algo de chispa porque están básicamente de acuerdo con la mayor parte de lo que hace, igual que su público, y eso no genera titulares llamativos. Trump entiende instintivamente que la indignación impulsa las audiencias y ha aprovechado al máximo su púlpito de intimidación presidencial para desgranar su relato de eterna víctima de todo tipo de agravios. El pobre Donald Trump, aunque ocupara el cargo electo más poderoso del mundo, ha mantenido en funcionamiento la máquina de la indignación para dar a sus partidarios motivos por los que enfurecerse. Y lo ha conseguido.

A pesar de la ira de Trump y de sus comentarios sobre los malos índices de audiencia, Fox ha conseguido niveles de récord, 14,1 millones de espectadores en la noche electoral, y tiene unos beneficios de casi dos mil millones de dólares al año. Y, aunque el enfado de Trump enfadado se traduce en una masa airada de sus partidarios y el nuevo grito de “¡Fox News es una mierda!”, está por ver que verdaderamente sea capaz de perjudicar al gigante informativo de derechas. Como dice Howard Polskin, observador de los medios de derechas en TheRighting: “Fox ya no es solo una cadena de peso. Ha multiplicado ese peso por 100”. Y sigue explicando: “Fox News ejerce una gran influencia y es muy importante. La audiencia de Foxnews.com es 10 veces mayor que la del segundo medio conservador. Está a gran distancia”.

Hay otros medios de derechas que también han prosperado con Trump y que ahora están creciendo gracias a su furia con Fox, en particular los medios de extrema derecha Newsmax y One America News. Son empresas pequeñas y más conspiranoicas que Fox, pero Trump está impulsándolas con sus retuits y dando un trato especial a sus corresponsales en las ruedas de prensa. Por ejemplo, en junio tuiteó: “¡Las tardes de los fines de semana de @FoxNews son lo peor! Cada vez se acercan más a @CNN y MSNBC. Mejor ver @OANN y @newsmax. ¡Mucho mejores!” Podría decidir asociarse con estos medios digitales u otros del mismo estilo creando un conglomerado para sus seguidores y donantes, que, seguramente, acudirían en masa.

La columnista especializada en medios de The Washington Post Margaret Sullivan cree que Fox debe “seguir dirigiéndose a un público de derechas pero comprometerse a no apartarse de la realidad”. Es decir, insistir en el buen periodismo que hacen sus informativos y prescindir de los programas de opinión llenos de mentiras. Es difícil, porque los programas de opinión son los que más público atraen. Desde luego, el impulso de los medios de extrema derecha permitiría a Fox acercarse a (o mantenerse en, dependiendo del punto de vista) una posición más mayoritaria, de centro derecha, desde la que podría apoyar a un Partido Republicano renovado. 

Pero Trump estará presente, inventando teorías de la conspiración y empujando a sus partidarios a una rabia constante. Y eso es más peligroso para el partido Republicano que para Fox. Si bien no ha renunciado todavía a aceptar el resultado de las elecciones de 2020, ya ha indicado que piensa volver a presentarse en 2024 y eso significa que va a hacer todo lo posible para imponer su presencia constante en los medios de comunicación. 

¿Una televisión de Trump?

En la base de todo esto están los rumores persistentes de que Trump va a poner en marcha su propia emisora de cable o plataforma digital con el fin de tener más voz tras salir de la Casa Blanca y preparar el terreno para su candidatura en 2024. La idea de Trump TV nació en 2016, cuando casi todo el mundo, incluido él mismo, pensaba que Hillary Clinton iba a ser la 45ª presidenta del país. El yerno de Trump llegó a presentar una oferta por el Weather Channel, con la idea de crear algo muy parecido a Facebook Live. Su victoria en el colegio electoral, por supuesto, puso fin a esas especulaciones, pero ahora parece que han decidido recuperar la idea.

Mobile Technology Applications
Ilustración fotográfica del logo de Twitter y la boca del Donald Trump. Jaap Arriens/NurPhoto.

En su libro de 2019, James Poniewozik, crítico jefe de televisión de The New York Times, dice que Trump no solo ve la televisión y aparece en ella, sino que es la televisión. De modo que no es difícil imaginar cómo sería Trump TV: más a la derecha que Fox, más pensada para entretener que para intentar cualquier debate serio, con un alarmismo y unas provocaciones racistas inigualables. No solo hablaría de Trump, sino que sería él. Lo que da miedo es pensar en el público que atraería. Sin embargo, el director ejecutivo de Fox Corporation, Lachlan Murdoch, no parece preocupado: “Nos encanta la competencia”, dijo durante una videoconferencia interna sobre resultados financieros. “Siempre nos ha ido muy bien con ella”. 

A raíz de la violencia en el Capitolio el 6 de enero que el propio Trump incitó, muchas de las plataformas de redes sociales han cerrado las cuentas del presidente saliente temporal o permanentemente, sobre todo Twitter. Además, la aplicación de redes sociales de derecha Parler ha sido prohibida en Amazon, Apple y Google por contenido violento relacionado con el ataque al Capitolio. Esto, junto con los renuncias del gabinete de Trump, la Casa Blanca y otros republicanos que se distancian, hacen creer a algunos analistas que las esperanzas de Trump de crear una plataforma digital o canal de televisión se han desvanecido, pero puedo estar más en desacuerdo. Los fanáticos de Trump aún lo adoran y seguirán siendo una pieza importante de la base del Partido Republicano y de los medios de comunicación conservadores.

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.