Unas nuevas dinámicas caracterizan al sistema mediático en América Latina, en particular en su interacción con el poder político en algunos países de la región, junto a interrogantes sobre cuál será el modelo de negocio y una evidente pérdida de influencia e incidencia social. A la par se evidencia la irrupción de nuevos referentes mediáticos latinoamericanos que buscan hacerse un espacio en la conversación global.
El poder mediático ya no es lo que era en América Latina. Los medios tradicionales han perdido influencia en la definición de la agenda y las decisiones políticas, así como relevancia social. Si bien algunas empresas que venían de la tradición analógica lograron dar el salto de forma exitosa al mundo digital, lo cierto del caso es que pasaron de ser voces usualmente poderosas y solitarias en sus países a estar insertas ahora en una suerte de torre de babel. Ya no tienen ni la exclusividad en la emisión, ni el dominio del mercado.

Han pasado a ser un referente más en un mundo polifónico que es la forma en cómo podrían caracterizarse hoy las comunicaciones masivas, dada la proliferación de emisores, la multiplicación de plataformas para el consumo de noticias o dedicadas al ocio, junto a interacciones directas que difuminan o borran lo que fueron las fronteras tradicionales entre emisores y receptores, en las que se basó el modelo mediático analógico de décadas atrás. De acuerdo con datos del informe de la Séptima Conferencia Ministerial Latinoamericana sobre la Sociedad de la Información de 2022, la tasa de crecimiento anual del capital invertido en emprendimientos digitales ha sido del 53% en la región. Por otro lado, estudios académicos señalan que entre 2010 y 2014 se creó el 74% de los medios nativos digitales de referencia en América Latina y el Caribe.
Al contrario de Europa Occidental, donde se han desarrollado experiencias exitosas (aun con bemoles) de medios públicos, la tendencia predominante en el siglo XX en América Latina fue el establecimiento de monopolios y duopolios privados que terminaron dominando ampliamente el mercado, cercaron a sus posibles competidores y gozaron de interlocución exclusiva con el poder político. Esta es una imagen del pasado.
En décadas anteriores el poder de los consorcios mediáticos mediatizaba (valga la redundancia) al poder político. Emporios como Televisa en México bendecía a los presidentes del PRI; Venevisión en Venezuela era el refugio para que un presidente revirtiera un golpe de Estado; el grupo Clarín en Argentina gozaba de un amplio dominio sin que ningún gobierno controlase su rol monopólico de las comunicaciones. Son estampas de un pasado reciente, pero sin duda una fotografía del ayer. Es cosa del pasado el poder del cual gozaron los medios del mainstream económico y cultural para modelar y construir la agenda política.
Cuando Hugo Chávez, en Venezuela, sacó del aire en mayo de 2007 al canal RCTV, con el argumento que se había vencido la concesión, pero con un discurso claramente ...
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