¿Cree que cambiarse a la energía solar le va a volver verde? Pues no está tan claro. Muchos de los últimos paneles solares están fabricados con un gas que contribuye con 17.000 veces más potencia que el dióxido de carbono al calentamiento global.

El trifluoruro de nitrógeno, NF3, se utiliza para limpiar los microcircuitos durante la fabricación de una serie de aparatos electrónicos modernos, entre ellos las televisiones planas, los iPhones, chips de ordenador… y paneles extraplanos, la última (y más barata) generación de dispositivos solares fotovoltaicos. (La revista Time los incluyó los paneles entre los mejores inventos de 2008.) Como el sector calcula que sólo alrededor del 2% del NF3 sale a la atmósfera, la sustancia se vende como alternativa limpia a otras opciones que emiten más. Durante los últimos diez años, la Agencia de Protección Ambiental estadounidense ha fomentado su uso y no se consideró lo bastante peligroso como para hablar de él en el Protocolo de Kioto, con lo que se convirtió en un sustituto atractivo para empresas y países firmantes que querían reducir sus huellas contaminantes.

Pero resulta que después de todo esta sustancia quizá no es tan verde. “El NF3 tiene un posible efecto invernadero superior que… incluso las mayores centrales alimentadas con carbón del mundo”, según un estudio publicado en junio de 2008 por investigadores de la Universidad de California. Como no está contemplado en Kioto, se han hecho pocos intentos de medirlo en la atmósfera. Sin embargo, el pasado mes de octubre, unos científicos en la Scripps Institution of Oceanography (EE UU) dijeron que hay en la atmósfera cuatro veces más NF3 del que sugieren los cálculos del sector, y que su concentración está aumentando al año a un ritmo del 11%.

En comparación con el daño causado por las emisiones de CO2, el NF3 sigue siendo insignificante porque se emite mucha menos cantidad. Pero Ray Weiss, que encabezó el equipo de Scripps, cree que, de no aplicar normas que exijan unas mediciones de gas de efecto invernadero más completas, nos aguardan sorpresas desagradables. Con el NF3, dice, “estamos encontrando en la atmósfera mucho más de lo que se esperaba. Este [gas] no va a ser el único ejemplo”.