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Emmanuel Macron y Angela Merkel hablan durante un reunión del Consejo Europeo en Bruselas. (Dan Kitwood/Getty Images)

En París, los responsables políticos perciben que están ante una oportunidad de oro para reformar la eurozona. Y se muestran optimistas sobre el hecho de que, a pesar de la incertidumbre política en Alemania, este año pueden ponerse en marcha algunas reformas clave.

Cuando Emmanuel Macron era asesor económico de François Hollande, y más tarde, cuando fue su ministro de Economía, tenía unas opiniones muy firmes sobre las reformas que eran necesarias para que la eurozona prosperara. Solía hacer llamamientos para crear una unión de transferencias, compartir riesgos y gestionar la demanda en la zona euro.

En la actualidad, no ha cambiado de opinión y cree que el momento es propicio para la reforma: las economías de la eurozona están creciendo muy bien; ningún país importante (excepto Italia) se enfrenta a elecciones en un futuro cercano; él conserva aún su aura de éxito y Angela Merkel sigue siendo una figura comprensiva y (al menos por ahora) con bastante autoridad en Berlín.

Asumiendo que Alemania tenga un gobierno pronto, los franceses esperan una carta franco-alemana en marzo. Eso llevaría a que el Eurogrupo (los ministros de Finanzas de la eurozona) elaborara una hoja de ruta para las reformas en junio. La primera etapa implicaría la finalización de la unión bancaria y se pondría en marcha este año. Las etapas posteriores, que requieren más tiempo, abordarían la transformación del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), un fondo de rescate, en un Fondo Monetario Europeo (FME), el establecimiento de un presupuesto para la eurozona y reformas institucionales como la creación de la figura de un ministro de Finanzas de la zona euro. Varios funcionarios franceses comparan esta hoja de ruta con el “Plan Delors” de 1989, con sus tres etapas de progresión hacia la unión económica y monetaria.

Evidentemente, nada de esto puede suceder sin un acuerdo con Alemania, que tiene opiniones muy diferentes sobre la economía del euro. Respaldada por países como Austria, Finlandia y los Países Bajos, Alemania se opone a la mutualización de las deudas soberanas de la eurozona y a cualquier tipo de unión de transferencias. Quiere un cumplimiento más estricto de las normas presupuestarias y sostiene que no debería rescatarse a ningún país a no ser que los inversores en deuda soberana sufran pérdidas; entonces los mercados serían una restricción más efectiva para los gobiernos.

Los responsables de las políticas de París no son tan ingenuos como para no saber qué es lo que los alemanes están dispuestos a aceptar. Les gusta el tono más bien francés del acuerdo de coalición entre cristiano-demócrata y social-demócrata, que exige un FME “anclado en la legislación de la UE” y ofrece la posibilidad de "un futuro presupuesto de inversión para la eurozona”. Pero son conscientes de que la hostilidad alemana hacia el pensamiento francés y keynesiano sobre la zona euro no ha disminuido. Intelectualmente, los líderes de Alemania no aceptan que sus políticas hayan sido ...