La solución de la pobreza y el atraso de una parte importante de la humanidad se vio en un primer momento, sobre todo, como un imperativo ético, es decir, de justicia. Más tarde se empezaron a mezclar dos aproximaciones ligadas entre sí: una vinculaba esos problemas a la paz, la estabilidad y la seguridad en determinados países o regiones, y la otra los relacionaba con los derechos humanos, cuya definición se amplió desde los individuales a los económicos y sociales, hasta incluir el derecho al desarrollo. En un tercer y más reciente momento el desarrollo se ve vinculado a la noción contemporánea de la seguridad colectiva. El Informe del Grupo de Alto Nivel sobre las Amenazas, los Desafíos y el Cambio, de Naciones Unidas, indica “que las mayores amenazas (…) con que nos enfrentaremos en los decenios por venir, van mucho más allá de las guerras de agresión entre Estados”(...), “cualquier suceso o proceso que cause muertes a gran escala o una reducción masiva de las oportunidades de vida y que socave el papel del Estado como unidad básica del sistema internacional constituye una amenaza para la seguridad internacional”. A partir de esa definición se identificaron seis grupos de peligros: los económicos y sociales (como la pobreza, las enfermedades infecciosas y la degradación del medio ambiente); los conflictos entre Estados; los enfrentamientos internos, como la guerra civil o el genocidio; las armas nucleares, radiológicas, químicas y biológicas, el terrorismo y la delincuencia organizada transnacional. En esa ensanchada visión de la seguridad internacional destacan dos aspectos, que resultan de la mayor pertinencia al intentar explorar temas y problemas que hoy obsesionan y que, probablemente, serán cosa de la historia en pocas décadas. El primero lo constituye el hecho de que esas amenazas –de las cuales, ningún país por poderoso que sea, puede aislarse– están íntimamente entrelazadas: los problemas económicos y sociales son causa de conflictos en y entre los Estados, lo que se traduce en deterioro de las condiciones de vida y la pobreza, a su vez, en degradación del medio ambiente. Esos enfrentamientos y sus causas económicas y sociales –incluyendo la disputa por recursos naturales y la generación de un ambiente de frustración y resentimiento que alienta el terrorismo– conducen al debilitamiento y colapso estatal, de lo cual se aprovecha la delincuencia organizada y el terrorismo con sus implicaciones en la proliferación de armas.
Segundo: desde el punto de vista de la prevención de las ... |
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