- Current Issues in Tourism,
vol. 7, nº 4 y 5, 2004, Dunedin
(Nueva Zelanda)
¿Qué tienen en común
las minas de piedra
del Neolítico de Bélgica, las ruinas de los templos camboyanos
de Angkor Wat y la estatua de la Libertad en Nueva York? Pues que las tres
se encuentran en la lista del Patrimonio Mundial, que, a menudo, ha sido descrita
como la versión contemporánea
de las siete maravillas del mundo. Como tales, aparentemente, están
protegidas como parte del Patrimonio de la Humanidad. Lo que se debate es qué parte
de la humanidad.
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La lista nació en 1972 con la aprobación de la Convención
para la Protección del Patrimonio Cultural y Natural del Mundo. Desde
entonces, la Organización de Naciones Unidas para la Educación,
la Ciencia y la Cultura (Unesco) ha sido la guardiana de la lista. No es sorprendente
que la mayoría de los países estén deseosos de ver cómo
sus monumentos o sus parques naturales más conocidos logran entrar en
este selecto inventario. Pero, en los primeros años de la convención,
la mayoría de las solicitudes procedían de un número muy
pequeño de países.
Por este motivo, un comité de Estados miembros reclamó en 1994
una lista que realmente representara las diversas maravillas del mundo, y,
desde ese momento, la Unesco se puso a trabajar en firme para cumplir con esa
misión. Hoy, unos 178 países pueden presumir de tener sitios
que son Patrimonio de la Humanidad, incluyendo lugares tales como los bosques
de cedros de Líbano, el valle de viñales de Cuba y la ciudad
uzbeka de Samarkanda.
Pero esta ampliación del catálogo ha traído consigo mayores
retos, muchos de los cuales han salido a la luz durante una serie de conferencias
organizadas con ocasión del 30º aniversario de la lista del Patrimonio
Mundial. Las ideas que surgieron en una de esas reuniones, celebrada en Gran
Bretaña, son objeto ahora de un número especial de la revista
neozelandesa Current Issues in Tourism (Problemas actuales
del turismo). En
ella, muchos de los autores de la publicación exploran una cuestión
fundamental: ¿cuáles son los valores que deben protegerse?
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Como asegura David Harrison, del Instituto para la Cultura, el Turismo y el
Desarrollo de Londres, en el artículo que sirve de introducción
al tema, "lo que importa son los significados que la gente proyecta sobre
estos objetos inanimados, estas ‘cosas que han hecho los hombres".
Quizá, pero la pregunta de qué es lo que merece y qué es
lo que no merece la pena valorar sigue abierta.
Desde el principio, los redactores de la convención tenían como
objetivo proteger lugares con "valor universal," sitios o tesoros
que han sido reconocidos internacionalmente por su mérito histórico
o artístico.
A pesar de ello, este criterio se ha ampliado con la creciente aceptación
de las tesis del multiculturalismo cultural, esto ...
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