
¿Está el Gobierno macedonio intentando instrumentalizar las manifestaciones sociales del país balcánico dándoles un tinte étnico que, por el momento, no tienen?
Era la media noche del miércoles en Skopje. El Festival del Vino llegaba a su fin y uno de los espectadores, tambaleándose, fue a abrazar a uno de los músicos. Enis Hadžić Enko, cantante de la banda macedonia Last Expedition, se lo quitó de en medio mientras el guardia de seguridad sacaba al espontáneo del escenario. Inmediatamente, Enko, le dijo al público con cierta inquietud: "Todo bien, todo bien, todos tranquilos". Para luego, seguidamente, gritar por el micrófono: "que ya estamos cansados de tanta brutalidad". El público aclamó al músico. La fiesta continuó.
Skopje vive días de manifestaciones o, más bien, vive meses de manifestaciones. El martes 5 de mayo las protestas llegaron a su apogeo, con choques entre los asistentes y la policía que acabaron con varios heridos y algunos cristales rotos. Pero también con la imagen de una fila de mujeres protegiendo del lanzamiento de objetos a un edificio gubernamental.
La revelación de unas escuchas (bombas) que involucran al Gobierno en un plan para encubrir el asesinato de Martin Neshovski en 2011, un joven de 22 años, coincidiendo con la victoria electoral del partido VMRO DPMNE, presuntamente, por miembros de las fuerzas especiales, caldearon los ánimos de los manifestantes. Las protestas contra la brutalidad policial, a su vez, surgen después de la revelación de unas escuchas ilegales sobre personas de interés público, al parecer ordenadas por el Ejecutivo de Nikola Gruevski, que afectarían a más de 20.000 personas, y cuyas grabaciones habrían llegado a las oficinas del líder de la oposición Zoran Zaev. Nikola Gruevski se defiende acusando a la oposición y a supuestos servicios de espionaje extranjero de estar detrás de ellas, con el propósito de arrebatarle la jefatura, donde se encuentra desde 2006.
Estos son los incidentes más graves que vive el país desde 2001, cuando el conflicto abierto entre los rebeldes albaneses del Ejército de Liberación Nacional y la policía macedonia llevaron a la firma del Acuerdo de Paz de Ohrid, por el que se adoptaba un pacto de convivencia multiétnica entre macedonios y albaneses. Hace unas semanas los medios informaban sobre un ataque terrorista perpetrado por 40 albano-kosovares a una comisaria de policía en Gošince, al norte en la frontera con Kosovo. El flujo de informaciones confusas y contradictorias terminó por ser interpretado por gran parte de los críticos con el Gobierno como una iniciativa de los poderes estatales por revivir el conflicto étnico en el país con la idea de consolidar la figura de Nikola Gruevski.
Del mismo modo, los incidentes en Kumanovo, donde un grupo armado formado por menos de un centenar de hombres —según las autoridades, provenientes de Kosovo—, tuvo la ciudad en estado de guerra desde la madrugada del sábado al domingo, matando a 8 policías —14 miembros del grupo armado murieron en el ataque—, igualmente ...
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