Algunos consejos diplomáticos para tratar con la a veces exasperante y siempre difícil República Islámica.

Los diversos mensajes y declaraciones que circulan entre Estados Unidos e Irán desde la elección del presidente Barack Obama constituyen uno de los pocos momentos, desde 1979, en los que quizá sea posible mejorar la relación.






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Líder supremo: El camino más directo es que Obama escriba directamente al ayatolá Jamenei, afirma Peter Jones.

Evidentemente, no está claro que Estados Unidos e Irán vayan a entablar a corto plazo unas negociaciones públicas y abiertas. Y la perspectiva de que Obama se reúna con el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad -y mucho menos con el Líder Supremo, el ayatolá Alí Jamenei- parece muy remota. Tampoco es que la mera existencia de un diálogo serio a cualquier nivel garantice la resolución satisfactoria de las numerosas cuestiones que separan a los dos países. No obstante, en estos momentos, Estados Unidos debe reflexionar sobre cómo negociar con Irán si llega ese momento.

Durante los últimos 14 años, he visitado Irán más de una docena de veces, para asistir a reuniones como profesor y para participar en discusiones diplomáticas como funcionario canadiense. En ese tiempo, he aprendido algunas cosas complicadas sobre cómo negociar con Teherán, incluso en temas delicados como la seguridad. También he visto los errores fatales que muchos países occidentales, entre ellos Estados Unidos, cometen en su interpretación del Estado iraní. He aquí mis consejos, sobre con quién, cómo y qué hablar con Teherán.

Primero: con quién. El escenario político iraní es un animal extraordinariamente difuso. Existen muchos actores poderosos, todos ellos enzarzados en una rivalidad permanente. Los analistas occidentales suelen hablar de "reformistas", "conservadores tradicionales", "tecnoconservadores", "radicales" y otros. Pero, en todo el tiempo que he pasado en Irán, nunca he oído utilizar esos términos a los propios iraníes. No se puede hablar de un continuo similar al izquierdistas-demócratas-centristas-republicanos-derechistas de Estados Unidos. Porque, en realidad, el escenario político iraní es muy fluido, con coaliciones que se forman y se modifican sin cesar. La interpretación que hacen los iraníes de su universo político no se corresponde con la que hacen los occidentales.

Dado que una parte importante del debate sobre cómo abordar a los iraníes consiste en a qué facciones dirigirse y cómo hacerlo, esta falsa interpretación tiene consecuencias significativas. Hay que contar con un largo proceso de diálogo a múltiples niveles para que los occidentales lleguen a comprender mejor la situación interna de Irán. Después de 30 años de aislamiento, los analistas y funcionarios de Occidente tienen que trabajar mucho para ponerse al día.

Además, los analistas occidentales deben ser conscientes de que el presidente no es, ni mucho menos, el personaje más importante en la política iraní, sugiera lo que sugiera la retórica de Ahmadineyad. Ni siquiera el líder supremo, el ayatolá Jamenei, es todopoderoso. Sus actuaciones sirven para preservar el delicado ...