Marwan Muasher, vicepresidente de estudios en el Carnegie Endowment for International Peace, estuvo en Madrid presentando su nuevo libro The Second Arab Awakening and the Battle for Pluralism., invitado por el Centro Internacional de Toledo para la Paz. Habló para esglobal de conceptos como democracia, ciudadanía y educación en el mundo árabe, así como de los desafíos a los que se enfrenta una región en constante cambio.

 

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Esglobal. Hace justo tres años, fuimos testigos del despertar árabe. En su libro habla de un segundo despertar. ¿De qué se trata?

Marwan Muasher. El primero del que hablo es aquel que ocurrió hace unos cien años. Un movimiento en el mundo árabe que quería deshacerse del gobierno otomano y del colonial. Éste fue un movimiento por la independencia. Pero, una vez conseguida, el mundo árabe no puso ninguna energía en el desarrollo de unas sociedades plurales democráticas. El segundo despertar es el inicio de un largo proceso que espero que vaya más allá de lo que lo hizo el primero, y que trabaje para el pluralismo y para la democracia. Un proceso de transformación largo, que no puede suceder en tres años. Por ello no lo denomino Primavera Árabe como hace mucha gente, porque da la impresión que simplemente con deshacerse de los autócratas se conseguirá una democracia. Lo veo como un proceso histórico que va a llevar su tiempo y en el que algunos países tendrá éxito, algunos lucharán por ello y otros fallarán.

Esglobal. Desarrollar una ciudadanía es un paso importante en la búsqueda de un sistema democrático. ¿Cómo definiría el concepto de ciudadanía árabe?

M.M. Creo que es el sentido clásico del término, en el que todo el mundo es tratado en igualdad, en el que las personas tienen responsabilidades. Derechos y obligaciones que no dependen de la etnia, de la religión o del género. El mundo árabe es muy diverso en sus etnias y en sus sentimientos religiosos. En lugares como Siria, Irak o Líbano hemos visto como las subidentidades son más importantes para la gente que sus identidades nacionales. Estos Estados fueron creados de forma artificial en el siglo pasado. Desde que se constituyeron no han construido esa identidad nacional, hasta el punto que, hoy en día, están pagando las consecuencias.

Esglobal. Usted sostiene que la Unión Europea, Estados Unidos o Israel están equivocados en sus planteamientos sobre la región. ¿En qué sentido?

M.M. Por un largo periodo de tiempo, Occidente ha hecho de la estabilidad del mundo árabe su prioridad número uno, sin tener en cuenta si se desarrollaba democráticamente o no. Sus políticas estaban dirigidas a la estabilidad por encima de la reformas. Pero yo pienso que la estabilidad sólo puede llegar a través de las reformas. El mundo árabe no es estable de forma natural, es estable de forma artificial, dirigido por gobiernos autocráticos que no han dado a su gente el espacio político necesario. Ahora que el debate está abierto, todo el mundo debería trabajar por esta estabilidad natural, que sólo puede llegar a través de un proceso propio de reforma que venga desde dentro. Si mira a lo que hoy está ocurriendo en Túnez, éste es un ejemplo exitoso de cómo se puede alcanzar esta estabilidad a través de la construcción del consenso, a través de la coalición gubernamental, a través de una constitución que ha sido aprobada por la mayor parte de la sociedad, más que por unas fuerzas que dictan su parecer al resto de esta sociedad.

Esglobal. En relación al islam político, Occidente está habituado a pensar dentro de unos parámetros. ¿Es posible que llegue a pensar de otra forma?

M.M. Espero que sí. Primero porque el islam político no es monolítico. Existen distintos grupos. A menudo se observa como un todo, desgraciadamente porque se ve a través de la presencia de la violencia, de organizaciones como Al Qaeda. Mi mensaje es que no se debe temer al islam político. Porque en su mayoría no es radical. Segundo, porque las misma personas que lo han llevado al poder son igualmente capaces de eliminarlo del poder si no cumple, como hemos visto en Túnez o en Egipto en menos de dos años. Pero han perdido una fantástica oportunidad de ser apoyados, pues la gente quiere resultados sin importar quién esté en el poder, si son fuerzas religiosas o seculares. Lo que realmente les importa son, y así lo dicen las encuestas de forma clara, los resultados, no la ideología.

Esglobal. Las revueltas han barrido desde Marruecos hasta Yemen con diferentes resultados y desde diferentes perspectivas. ¿Están las sociedades árabes cambiando, es una fractura entre el pasado y el futuro?

M.M. Están ya experimentando grandes cambios. Insisto, no podemos pensar en el mundo árabe como en una sola entidad. Hay experiencias diferentes y los pueblos cambian en distintos modos. Mire a Europa del Este. 24 años después de la caída del Muro de Berlín, Polonia lo está haciendo mejor que Bulgaria, por ejemplo. La gente no evoluciona de la misma forma. Pero en el mundo árabe, ya están presentes estos grandes cambios. Básicamente, hemos visto dos modelos distintos, uno negativo y otro positivo. El modelo negativo es por ahora Egipto, donde quien quiera que llegue al poder, intenta dominar el proceso y excluir a los demás de él. Así, cuando los islamistas estuvieron en el poder el año pasado, intentaron excluir a los demás miembros de la sociedad. Hoy, las fuerzas seculares y las militares sostienen el poder y excluyen a los islamistas. Esto no va a derivar en una sociedad próspera.

Pero tenemos también el caso tunecino, en el que hay un modelo de consenso, una Constitución que a día de hoy es la más progresista del mundo árabe con una igualdad total entre el hombre y la mujer, rotación pacífica en el poder, libertad de creer o no y, todo esto, aceptado por la inmensa mayoría, incluidos los islamistas. Pienso que este modelo de inclusión es el que necesitamos en el mundo árabe para desarrollar sociedades plurales.

Esglobal. Ha hablado de Túnez como modelo de éxito. ¿Por qué es posible en Túnez y en otros países no?

M.M. Por diferentes factores. Tiene una clase media históricamente educada. Habib Bourguiba, quién fue el primer presidente del país después de la independencia, puso un particular énfasis en el secularismo y en los derechos de las mujeres hasta el punto de convertirse en parte de la cultura tunecina. Existen partidos islamistas moderados con unos puntos de vistas más progresistas que en otros partidos islamistas en el mundo árabe. Así que tiene componentes que son únicos pero, esto no es lo principal. Lo importante es que Túnez puede probar al resto del mundo árabe que la democracia puede funcionar. Que los gobiernos de coalición funcionan, que las políticas de inclusión funcionan, que es posible llegar a una constitución que todo el mundo aprueba y que puede haber una rotación pacífica de poderes. No es verdad que cuando los islamistas llegan al poder, se lo deniegan a los demás y no lo abandonan. Creo que si las elecciones fueran mañana en Túnez, los islamistas perderían pero sin la intervención militar que hemos visto en Egipto.

Esglobal. Sé que el término Primavera Árabe no le gusta, pero muchos analistas lo utilizan. Siguiendo con el paralelismo y con la vista puesta en Siria y Egipto, ¿cree que están entrando en un “Otoño Árabe”?

M.M. Siria está entrando en un periodo horrible y le va a ser necesario un largo camino para solucionarlo. No puedo hablar de una primavera o un otoño árabe, incluso en Egipto o Túnez. Egipto está en el otoño, Túnez en la primavera… no se puede generalizar. Lo importante es que éste era un proceso necesario que ocurriera porque el statu quo no era sostenible, porque la sostenibilidad era artificial. Y la transición hacia la estabilidad y la prosperidad van a necesitar de un trabajo serio.

Esglobal. El pluralismo es el camino para alcanzar un sistema democrático. Pero, ¿cómo puede ser implementada la democracia en países que están sufriendo tanto, en los que no existe la seguridad necesaria para que se desarrolle este sistema?

M.M. Creo que el alcanzar esto va a tardar una generación al menos. La educación es un factor clave, le dedico en mi libro un capitulo a esto. Las políticas de educación necesitan cambiar hasta el punto que las personas sean enseñada a apreciar la diversidad, la tolerancia y otros puntos de vista, a preguntarse, a pensar de forma crítica, en lugar de aceptar todo lo que les dan. Sin que esto pase, hay una probabilidad muy pequeña de desarrollar una cultura plural. Pero esto, una vez más, no va a venir de repente porque básicamente no hay atajos hacia la democracia.

Esglobal. Pide la implementación de nuevas políticas en la región árabe. ¿Podría definirlas?

M.M. La más importante en política es la división de poderes. Si el proceso de reforma va a ser serio, tiene que derivar en este sistema. Esto significa que el poder ejecutivo no puede continuar siendo tan dominante como lo es hoy en día, pues no puede existir una autoridad dominante que pueda abusar del poder sin que nadie lo controle. Por ello, el legislativo y el judicial deben ser reforzados. Desde un punto de vista económico, creo que esto significa alejarse del sistema que ha gobernado en el mundo árabe a causa del petróleo. Un sistema basado en el mérito que anime a la productividad se traduciría en la creación de más puestos de trabajo. Y socialmente, la ciudadanía, todos los árabes deben ser tratados de igual forma, sean mujeres u hombres, cristianos o musulmanes, que las personas sientan que son ciudadanos iguales sin importar su etnia o su religión. Si no, hay una posibilidad muy pequeña de alcanzar estabilidad o prosperidad.

Esglobal. ¿Es la juventud una generación perdida? Ellos han iniciado el proceso pero parece que no van a poder disfrutar de todo el cambio…

M.M. La juventud en el mundo árabe está más expuesta que sus padres por las redes sociales e Internet. Pero les falta liderazgo, experiencia, programas claros, aunque al menos entienden el mundo bastante mejor que sus padres. Yo no tengo mucha esperanza en las anteriores generaciones, sean seculares o religiosas, pues ninguna de las dos ha mostrado un compromiso serio con el pluralismo o con la democracia. Las generaciones jóvenes entienden mejor estos conceptos y su necesidad, pero no es suficiente. Es necesario un cambio revolucionario antes de crear una generación que piense de forma pluralista y democrática.

 

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