Aunque Timoshenko salga en libertad, la batalla en Ucrania por la democracia continuará. La UE debe mostrarse fuerte ante el régimen ucraniano o enviará mensajes erróneos a la zona. 

 

 

Tymoshenko
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El régimen de Ucrania parece tener demasiada confianza en las medidas que toma para afianzarse en el poder. Durante el último año y medio, el Gobierno ha encontrado escasa resistencia, tanto dentro como fuera de sus fronteras, a su reacción autoritaria contra la democracia. La UE no criticó apenas ni la formación anticonstitucional de una coalición parlamentaria dirigida por el Partido de las Regiones de Yanukóvich en marzo de 2010 ni el restablecimiento de una república presidencial mediante una sola decisión del Tribunal Constitucional en octubre de 2010. Mientras el poder político ucraniano incrementaba la velocidad y el alcance de la represión política contra los antiguos miembros del Ejecutivo de Yulia Timoshenko, la reacción de Europa fue moderada, en el mejor de los casos; hasta que encarcelaron a la propia ex primera ministra.

La reacción conjunta de la Unión Europea y Estados Unidos, seguidos de Rusia, al condenar la detención de Timoshenko, y la terapia de grupo a la que se sometió Yanukóvich durante su viaje a Varsovia para la cumbre del Partenariado Oriental a finales de septiembre, han enviado una advertencia a Ucrania.

El régimen ucraniano esperaba que Europa se tragase la detención de Timoshenko, como tantas otras cosas, por el deseo de dar prioridad a los intereses comerciales, como el libre comercio y las relaciones energéticas, por encima de los valores democráticos.

Pero no ha sido así. Desde Bruselas hasta Varsovia, y en otros lugares de Europa, el mensaje ha quedado claro: el Acuerdo de Asociación, que incluye una profunda área comercial, la ayuda de la UE a Ucrania, crucial para la modernización de su sistema de suministro de gas, y las relaciones con los líderes europeos serán cosa del pasado si mantienen a la dirigente de la oposición en la cárcel.

La condena de Timoshenko a siete años de prisión y los casi 140 millones de euros en daños y perjuicios implican que Yanukóvich no se ha creído el mensaje de la UE. De ser así, la Unión habría recibido una gran bofetada: la conversación de sus líderes con Yanukóvich fue una pérdida de tiempo y su influencia en Ucrania es prácticamente nula.

Para Ucrania, la condena significa que Yanukóvich, queriendo o sin querer, está llevando a su país al aislamiento diplomático, y eso hará que sea mucho más vulnerable a Rusia. Esto es exactamente lo que el presidente ucraniano desea evitar, sobre todo cuando su Gobierno está tratando de negociar con Moscú precios más baratos para el gas. A pesar de su miedo a la capacidad de Timoshenko para sacar a la gente a la calle y, llegado el momento, ser una amenaza para el partido gobernante en las elecciones parlamentarias de 2012, parece poco probable que Yanukóvich esté dispuesto a asumir todas las consecuencias negativas que el encarcelamiento de la ex primera ministra va a provocar.

Hay que apoyar el pluralismo político y a los actores de la sociedad civil ucraniana

No se sabe cómo saldrá el presidente de Ucrania del lío en el que se ha metido. Las primeras reacciones de la UE enviaron el firme mensaje de que la relación actual, incluido el Acuerdo de Asociación (y la visita prevista de Yanukóvich a Bruselas dentro de unos días para firmarlo), se revocará si no se revisa la condena. El dirigente ya ha suavizado las críticas de la UE al decir que el veredicto no es definitivo.

Quizá Yanukóvich creía que la última advertencia de la UE y la decisión del tribunal formaban verdaderamente parte de la estrategia de su equipo para salir del lío. Sus asesores piensan que un veredicto de no culpable para Timoshenko habría perjudicado personalmente a Yanukóvich, porque habría parecido que cedía a las presiones de Bruselas. Asimismo, la absolución habría significado que el juicio era una farsa y sólo serviría para mejorar la imagen de la ex primera ministra en vísperas de las elecciones parlamentarias del próximo año.

Dentro de Ucrania, existe ya un debate sobre las posibles salidas para Yanukóvich y su equipo. Las opciones son revocar la sentencia en un tribunal de apelaciones o introducir enmiendas al Código Penal para revisar el artículo en función del cual se acusó a Timoshenko.

Si eso ocurre, la imagen de Yanukóvich ante los europeos seguirá mejorando, pero la batalla por la democracia en Ucrania continuará. Puede que Timoshenko salga en libertad, pero su absolución no querrá decir que la oposición pueda competir en unas elecciones libres y justas en 2012. De hecho, los servicios de seguridad ucranianos han abierto un nuevo caso contra la que fuera primera ministra del país. Además, la coalición gobernante está preparando una serie de reformas electorales, que pretenden cambiar el sistema para que deje de ser proporcional –establecido en los cambios de la Revolución Naranja, en 2004— y se convierta en una mezcla de proporcional y mayoritario, lo cual dejaría un amplio margen para utilizar los recursos administrativos y manejar las mayorías parlamentarias mediante la compra de los votos de los diputados. De esa forma, el poder del presidente se consolidará tras 2012. La relación con Europa quedará a salvo pero la Ucrania de Yanukóvich seguirá deslizándose hacia un régimen como el de la era Kuchma.

Es fundamental que la Unión piense más allá de Timoshenko y la crisis inmediata. La UE tiene que encontrar el equilibrio justo entre intensificar la relación con Ucrania mediante el libre comercio y la eliminación de la exigencia de visados, por un lado, y las medidas de castigo para contrarrestar el comportamiento cada vez más autoritario del Gobierno, por otro. En la situación actual, si Bruselas firma el Acuerdo de Asociación con Yanukóvich, demostrará debilidad y enviará una señal equivocada a Kiev y otras capitales de Europa del Este. Aunque la diplomacia europea triunfe y Timoshenko salga en libertad, los Veintisiete no deben dormirse en los laureles. Por el contrario, necesitan reforzar su atención en el país ante el año electoral y elaborar una estrategia a medio y largo plazo para apoyar con todos sus recursos el pluralismo político y a los actores de la sociedad civil ucraniana.

 

 

 

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