A pesar de tener un ambicioso programa de política exterior, la Unión Europea no se ha convencido todavía de que necesita establecer una relación estratégica con Pakistán, un país que los europeos aún ven a través del prisma de Estados Unidos. Pero Islamabad comete el mismo error, porque no ha entendido que la UE no es una prolongación de Washington sino una realidad política independiente en el escenario mundial.

Hay que reconocer a la Presidencia española de la Unión el mérito de atreverse a abordar esas nuevas decisiones de política exterior con una segunda cumbre entre la UE y Pakistán (prevista para el mes de abril pero aplazada por problemas de tráfico aéreo). Es un paso en la dirección acertada que sin duda ayudará a las dos partes a comprenderse mutuamente, pero no hay que esperar resultados materiales. Ambos interlocutores deben elaborar un mecanismo para convencerse el uno al otro de las posibilidades, y para eso se necesitan reuniones y visitas frecuentes.

El factor más importante que debe aprovechar la UE es la buena predisposición que muestra la Administración paquistaní, tanto las poderosas instituciones militares como las civiles, pues no tienen ninguna disputa pendiente con la Unión. Si los europeos establecen una relación preferente con Pakistán y aumentan su ayuda, incluso con condiciones como la mejora de la burocracia y de la seguridad, esa medida sería bien recibida, a diferencia de cuando, en invierno, los legisladores estadounidenses aprobaron la Ley Kerry-Lugar-Berman que disponía la entrega de 7.500 millones de dólares (unos 6.100 millones de euros) al país asiático a lo largo de los próximos siete años.

La UE entiende la importancia de contar con un Pakistán democrático y estable, capaz de transformar su papel para dejar de ser un semillero de extremismo. Para conseguirlo, debe convencerse de que, al intensificar la relación política, económica y comercial con dicho país, no sólo estará abordando la amenaza del radicalismo sino que puede encontrarse con un inmenso socio comercial, una nación de 180 millones de consumidores en la que los Estados europeos podrán invertir y obtener enormes beneficios. El sector de la energía es uno de los que aguarda la cooperación de la UE.

Dado que Europa tiene amplia experiencia en promover la integración regional, puede ayudar a India y Pakistán empleando su poder blando y su experiencia para avanzar hacia la integración económica, que reduciría las rivalidades entre los dos adversarios nucleares. Una forma de conseguirlo puede ser que la UE tome la iniciativa de invitar conjuntamente a delegaciones comerciales de ambos países, lo cual no provocaría tensión política en ninguno de los dos.