Fotolia. Autor: robynmac
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Las coberturas que hacen los medios de comunicación sobre temas energéticos y medioambientales siguen sin estar a la altura. ¿Qué es lo que falla?

No es ningún secreto que la información ambiental en España no ocupa, precisamente, un lugar destacado en los medios de comunicación generalistas. Apenas encontramos información en ellos sobre cuestiones vinculadas con el medio ambiente, a no ser que se produzca una catástrofe natural o una gran cita mundial de tintes políticos, como fue el caso de la reciente conferencia sobre cambio climático de Naciones Unidas, COP21, celebrada en París a finales de 2015. No es reprochable que los medios generalistas se mueven por impactos de actualidad, dejando miradas más colaterales (medio ambiente, cambio climático, desarrollo sostenible, reciclaje, energía…) para formatos menos urgentes (suplementos semanales, portales temáticos en Internet, publicaciones temáticas, etcétera).

Es en este contexto donde la información sobre las energías renovables encaja en los medios. Tras unos años de importantes inversiones en energías limpias durante la primera década del siglo XXI, y al calor de las primas concedidas por el Gobierno español de aquel entonces, los medios encontraron en las empresas energéticas tradicionales y en su apuesta por las energías limpias, así como en una industria incipiente y líder a nivel mundial, los necesarios inversores y los perfectos aliados para promover y publicar suplementos semanales dedicados a cuestiones medioambientales. Estrategia energética, empresas y medios vivieron un encuentro natural que permitió a muchos lectores descubrir un universo de informaciones sobre las energías limpias, el medio ambiente, el uso de los recursos, el cambio climático, la biodiversidad, etcétera. En este contexto, y por esa misma época, también apareció una corriente de información sobre el mundo de las ciudades vinculada al concepto de “smart city” o ciudad inteligente, donde la reducción de emisiones, las energías renovables y las nuevas tecnologías nos abrían un mundo de posibilidades para las urbes del futuro. Una vez más, estrategia, industria y medios de comunicación se dieron la mano para compartir intereses en lo que algunos ya han denominado “la burbuja de las empresas tecnológicas en las ciudades”.

El medio ambiente, la energía limpia o las ciudades sostenibles pueden ser motivo de interés informativo por parte de los medios de comunicación generalistas de una manera regular y continua, siempre y cuando exista también una demanda de nuevos posicionamientos estratégicos o intereses sectoriales por parte del tejido empresarial.

Sin embargo, ya desde unos años el desarrollo de Internet y las nuevas tecnologías de la información permiten que hoy podamos acceder de manera directa y rápida a millones de datos, informaciones, opiniones… ¿ya no hacen falta entonces los medios tradicionales para que nos procesen la información? De todos es conocida la profunda crisis que vive el sector de la información, especialmente por no saber solventar con éxito la llamada transición digital. Pero, si ahora tenemos más información que nunca, ¿por qué estamos más confusos, más desorientados? Alguien dijo “quiero que me devuelvan la sabiduría que me robó el conocimiento… y el conocimiento que me robó la información”. Saturación, mensajes contradictorios, incertidumbre, fuentes poco fiables, exceso de datos, ruido. Los ciudadanos navegan por un mar de información, pero apenas rozan la superficie de la complejidad de las temáticas que conforman su vida cotidiana, su zona de confort.

Esta falsa democratización del acceso a la información es lo que plantea el maestro Manuel Castell en su obra Comunicación y poder, cuando nos recuerda que nunca antes en la historia del mundo tan pocos han contralado tantos medios de comunicación. La concentración de medios en un puñado de grupos globales contradice en cierto sentido esa sensación que todos tenemos de que ahora con las nuevas tecnologías somos dueños de nuestras decisiones a la hora de informarnos y descifrar las realidades complejas.

La energía, más concretamente la información sobre el sector de la energía y lo que esta supone para nuestra sociedad, es un ejemplo de lo dicho anteriormente. La energía es posiblemente, junto con la alimentación y la automoción, el sector donde más confusión existe sobre determinados conceptos habitualmente usados y sobre las fuentes que promueven dichos conceptos que abundan en las informaciones que vemos, oímos o leemos. En el primero de los casos, me refiero al uso indiscriminado de términos como “eficiencia” y “sostenibilidad”, palabras que han perdido su significado original y se han convertido en meros significantes prostituidos por los mensajes más publicitarios que informativos. Hasta la Unión Europea tuvo que poner coto al uso del prefijo “eco” por parte de los fabricantes de coches en sus campañas de marketing, o de “bio” en el caso del sector de la alimentación. Algo parecido ha pasado con la palabra “limpia” para referirse a la energía.

Lo segundo, se refiere a el “quién” se erige como la fuente de los mensajes que promueven la defensa del medio ambiente como el gran mantra que envuelve las estrategias, los negocios y los posicionamientos frente a la crisis climática. Esta confusión sobre el emisor, sobre los prescriptores ambientales, ha llegado a niveles extremos en el caso del cambio climático y, por extensión, de la energía. Este es un sector complejo y difícil de interpretar, pero se nos muestra con una engañosa simplicidad en la mayoría de las informaciones, cuando no se plantea como una lucha entre buenos y malos, así de simple.

Con estos mimbres, las energías renovables han tenido (y siguen teniendo) pocos aliadas en los medios, y su defensa siempre se ha vinculado más a un movimiento ecologista que a una necesidad global de transición del modelo energético. Olvidan muchos que detrás de las renovables hay una industria muy potente que genera puestos de trabajo, que invierte en I+D y de la que forman parte algunas de las grandes compañías eléctricas del país, por ejemplo Iberdrola con su inversión y presencia en energía eólica o Acciona con sus plantas solares por medio mundo (por desgracia, en este momento no podríamos poner como tercer ejemplo a Abengoa).

Una última reflexión a cerca de la información sobre energías renovables. Existe (también) una responsabilidad por parte de todos como lectores, como receptores de información. La energía renovable está en el corazón de la crisis socio-climática mundial, y es una parte imprescindible de las nuevas herramientas para la transformación del actual modelo en lo que se llama el cambio global que estamos viviendo, o deberíamos estar viviendo. La forma de producir y de consumir energía es capital para dicha transformación y, de momento, ni los medios están a la altura de las circunstancias con sus pobres coberturas informativas ni los ciudadanos hemos asumido un papel más exigente cuando se trata de ser informados sobre este importante cambio en la manera de entender la energía.

 

 

comision

 

Este proyecto ha contado con el apoyo de la Comisión Europea