Se transmite por Internet, pero no es un virus. La fiebre del ligue digital ha contagiado a 35 millones de solteros (y solteras) en Europa y a unos 26 millones en Estados Unidos. La mayoría de los internautas busca un alma gemela que viva en su ciudad, pero algunos occidentales las prefieren rusas, africanas o turkmenas, mientras la comunidad global de origen indio ha exportado los matrimonios concertados a la Red, con pequeños avances. El amor en el ciberespacio es un negocio en ascenso, también para los estafadores infiltrados.

Cuando me fui a vivir a una nueva ciudad en 1999, mis compañeros parecían tener sus pandillas hechas y yo no conocía mucha gente con la que salir. Así que me metí en Internet y, como entonces los portales de encuentros no eran tan habituales, entré en un chat para buscar amigos. Pronto me di cuenta de que era más fácil encontrar un chico que quisiera salir conmigo que hacer amistades. Al principio fue lento, pero al cabo de unas semanas empecé a chatear y hablar por teléfono con varios y quedé con uno de ellos en un restaurante”, cuenta por e-mail Camilla Larsson, una joven consultora de recursos humanos sueca. Su primer cara a cara surgido del ciberespacio fue una rotunda decepción. “Era extremadamente bajo, tenía el pelo sucio y grasiento, su ropa estaba arrugada y sucia… Yo había tardado horas en arreglarme, y él probablemente no se había duchado en un mes”, recuerda. Por supuesto, no hubo segundo intento.

 

 

La historia de Camilla se desarrolla en los inicios del ligue digital en Europa, que ha seducido a millones de solteros del planeta, aunque todavía la mayoría se niega a reconocerlo en público. A sus 31 años, vive felizmente con Jimmie y el hijo de la pareja –que ya ha cumplido tres–, pero antes tuvo dos relaciones nacidas en la Red. Uno de ellos, el señor X, resultó tener otras novias simultáneas. “Le hice un agujero en todos los calcetines, a la altura del dedo gordo, mientras estaba en la oficina, y los devolví al armario; luego, cogí dos gambas y las escondí detrás de dos cuadros de su apartamento… y ya sabe cómo huelen cuando se pudren”, relata en un divertido e-mail. Nueve años después de los primeros escarceos de Camilla, uno de cada cuatro internautas europeos utiliza cada mes un portal de contactos, según los datos de la empresa ComScore manejados por Match.com. Esto revela que ahí fuera hay 35 millones de solteros (bueno, algunos mienten) del Viejo Continente anunciándose online con el fin de fichar al mejor candidato disponible en el mercado digital de usuarios en busca de amor o, sencillamente, sexo. “Una tercera parte de las relaciones fraguadas online se realiza a través de las páginas de e-dating, lo que sugiere un cambio en las tendencias… De conocerse en bares y a través de amigos, ahora la gente recurre a mediadores profesionales, pero desconocidos”, afirma la investigadora Hellen Helsper, portavoz del proyecto Me, My Spouse and the Internet (Yo, mi cónyuge e Internet) del Instituto de Oxford para Internet, centrado en el Reino Unido y Australia. En España, alrededor de 2,3 millones de personas visitan cada mes una de estas webs, facilitando a la industria una facturación de 50 millones de euros al año, frente a los 400 millones ingresados en toda Europa Occidental. Los franceses van en cabeza en porcentaje de internautas adictos al romance electrónico (un 22% de los navegantes mayores de 15 años en 2006, según Media Post), seguidos de los británicos. Eso sí, los más gastones son los alemanes, que desembolsarán este año más de cien millones de euros.

La búsqueda profesionalizada de pareja en Internet nació a mediados de la década pasada, con la fundación en Estados Unidos de Matchmaker.com. Trece años después, la fiebre del e-dating o ligue digital constituye la tercera actividad comercial en la Red en ese país, tras la música y los juegos, e incluso llegó a ser la primera en 2004. Alrededor de 26 millones de estadounidenses visitan cada mes estas webs, y generan unos ingresos para esta industria de unos 600 millones de euros al año buscando pareja en más de 1.000 webs. Y aunque el número de visitas está empezando a estancarse debido a la saturación del mercado, la cifra de negocio se duplicará entre 2008 y 2010, según la empresa de investigación Jupiter Research.

En los 90, los estadounidenses se abalanzaron con desenfreno sobre los portales de encuentros y apostaron, sobre todo, por Match.com, declarado en mayo de 2006 “el tercer sitio en ingresos por pago por contenidos online en el ranking de las 25 webs estadounidenses de todas las categorías”. Fundado en 1995, el mismo año que Amazon.com y eBay inauguraban la explosión de las puntocom, el portal de contactos líder estadounidense (y probablemente mundial) cuenta con 15,5 millones de usuarios activos en todo el planeta, y un millón de suscriptores de pago, que en 2007 colocaron su facturación internacional en unos 221,7 millones de euros, un 12% más que en 2006.

En el Viejo Continente, el ligue digital está en pleno apogeo, tanto en ingresos como en visitas. “En 2011, el sector continuará atrayendo a nuevos usuarios, lo que se traducirá en un aumento de ingresos hasta el doble de los actuales; y los países que más crecerán serán los del sur de Europa”, predice Sonia Fernández, directora general de Match.com España, el portal líder en el país, con casi 800.000 usuarios únicos. “Éste es el segundo país de Europa y el cuarto del mundo para Match.com en volumen de facturación, y eso que la penetración de Internet en los hogares es infinitamente inferior a la de, por ejemplo, los países nórdicos”, añade la directiva. En Europa, lo que más se lleva es chatear en los portales de Meetic, el grupo fundado en Francia por Marc Simoncini, que cuenta con 10,2 millones de usuarios únicos en el continente, casi 500.000 en España y unos ingresos de 113,8 millones de euros en 2007.

 

LA LÓGICA DEL AMOR VIRTUAL
El brutal incremento del número de solteros en el mundo, unido a las economías de escala que se generan en la Red, ha hecho posible la explosión de los devaneos digitales e incluso la búsqueda online de esposas y esposos. “Hay dos fuerzas en juego. Primero, el hecho de que cuantas más personas visitan las páginas de encuentros, más atractivas se hacen porque aumenta la cantidad de gente disponible para elegir. Incluso las webs sectoriales –dirigidas primero a grandes audiencias, como los homosexuales o los mayores, y luego las más pequeñas, para agricultores o afectados por enfermedades de transmisión sexual– consiguen tráfico suficiente para ser útiles. Y otra cosa: cuanta más gente usa esas páginas, menos se perciben como un signo de desesperación o algo de lo que avergonzarse. Y eso atrae a más personas a los portales de citas”, explica por correo electrónico Tim Harford, autor de El economista camuflado y de La lógica oculta de la vida.

La Red es un potente vehículo para conocer personas a escala planetaria, explorar culturas diferentes y ampliar horizontes. Sin embargo, los internautas siguen buscando un alma gemela lo más parecida a ellos, y que viva cerca de casa. Según un informe de 2004 de The Future Laboratory y Match.com, realizado en España, Francia, Reino Unido, Suecia y Alemania, los europeos persiguen “una imagen en el espejo que es casi neoconservadora”. En concreto, las encuestas exploratorias sobre este asunto realizadas por el proyecto Me, My Spouse and the Internet reflejan que los matrimonios nacidos en Internet son “algo más diversos que el resto en términos sociodemográficos, como edad y educación, pero más afines en cuanto a intereses”, según Hellen Helsper.

En el ciberespacio, cada oveja puede coger un atajo a la medida para llegar a su pareja. Hay una página para cada tribu digital de solteros, incluidos los locos de la interactividad, que pueden ligar en comunidades digitales como PlentyOfFish.com o FriendFinder.com, e incluso tener una cita virtual en Omnidate.com, un portal en el que los avatares se toman un café a dos en un restaurante virtual, por ejemplo, y hasta saben reír a carcajadas. Diferentes tecnologías para lograr un mismo fin: encontrar una pareja estable. Los adictos al sexo de una noche, contagiados por el llamado síndrome de Samantha (por la devoradora de hombres de Sexo en Nueva York) son “la excepción que confirma la regla”, según el estudio de The Future Laboratory y Match.com.

Internet da muchas sorpresas, y no todas son agradables, como atestigua el caso de Camilla, cuyo señor X resultó ser un delincuente que apareció en el programa de televisión sueco Los más buscados. Pero, salvo casos concretos, en los portales de encuentros los mentirosos son los menos. Puede que los usuarios se conviertan en mercancías que se subastan online y mejoren sus perfiles para que parezcan más sexys, pero “son conscientes de la importancia de ofrecer una presentación honesta y real de sí mismos”, explica por teléfono la psicóloga e investigadora Monica Whitty, autora de varias obras sobre e-dating en Australia, Reino Unido y Estados Unidos, quien opina, además, que la gente es muy cauta en la forma en la que usa estos portales para ligar.

Sin embargo, no todo en los portales es la vie en rose. Según un estudio de Jupiter Research, sólo uno de cada cuatro estadounidenses está satisfecho con su servicio, lo que está beneficiando al sector de contactos o agencias matrimoniales tradicionales, allí llamados matchmakers. Sonia Fernández reconoce que hay gente que escribe a Match.com España quejándose de la escasez de e-mails recibidos y del precio (unos 30 euros mensuales) del servicio de pago que permite contactar con todos los miembros del portal. Otro problema es el tiempo excesivo que se invierte en la búsqueda. Para evitarlo, la mayoría de las webs en Occidente han añadido tests de personalidad y compatibilidad diseñados por conocidos antropólogos o psiquiatras. Incluso un estadounidense de origen chino (para quien la cita ideal es “juntarnos y trabajar en nuestros ordenadores”) ha inventado un Calculador de Almas Gemelas para Solteros Americanos, de desconocida eficacia y disponible en Solvedating.com, que compite en grado de disparate con el método asiático alternativo: filtrar a los candidatos por la afinidad de sus horóscopos.

Los europeos persiguen en Internet “una imagen en el espejo que es casi neoconservadora”, según un estudio de Match.com y The Future Laboratory

Además, bajo la cobertura de e-dating, pueden esconderse fácilmente negocios más turbios, incluyendo la prostitución encubierta o la importación de trabajadores esclavos. Pero, sobre todo, hay que tener cuidado con los estafadores infiltrados en los portales de contactos, que seducen a los usuarios para que les entreguen dinero de forma voluntaria, y que residen, sobre todo, en Nigeria, países ex soviéticos y Estados Unidos, según David Evans, autor del blog Online Dating Insider, y experto en la materia. Estos fraudes ocuparon el octavo puesto en el siempre acertado ranking anual de Scambusters.org de previsiones de estafas en el ciberespacio para 2008.

Un total de 833 internautas estadounidenses denunciaron en la web www.romancescams.org haber entregado en 2007 algo más de cinco millones de euros a los amantes bandidos. Barb Sluppick, propietaria de este portal que combate los timos electrónicos del amor, sostiene: “Éste es un problema internacional y nadie está a salvo (…). Hay estafadores en todos los portales de encuentros dentro y fuera de EE UU”. Lo confirman Anna Alden-Tirrill y Jonathan van Helsing, autores de Cyber Love’s Illusions (Ilusiones de amor cibernético): “Hay muy poco que puedan hacer contra ellos los gerentes de los portales. Contratar y formar empleados para rastrear sus páginas llevaría mucho tiempo, tendría un coste prohibitivo y, al final, sus páginas dejarían de ser rentables”.

 

DESDE RUSIA CON AMOR
My ForeignBride.com es una de esas páginas que ayudan a los occidentales a encontrar “novias extranjeras de Asia, África, Europa del Este y América Latina que buscan relaciones y matrimonio”. Propiedad del grupo australiano CupidMedia, dueño de numerosos portales de encuentros generalistas y especializados, ofrece sin necesidad de registrarse perfiles de hombres y mujeres, con foto incluida. Fiorella, Sandra y Patricia viven en Argentina; Nadia, Karima y Habiba, en Argelia; Justine Charlotte, Marceline y Françoise, en Burkina Faso.

Mientras, Ualadies.com ofrece a los occidentales la posibilidad de contactar con chicas procedentes de Ucrania, Rusia y Argentina. “Todos los hombres buscan en su futura esposa amor, amistad, comprensión mutua, una buena ama de casa y, por supuesto, una buena madre para sus hijos… Y ser felices”, escribe en un inglés muy básico Yura, consejero delegado de la empresa. Su web anima a los hombres europeos y estadounidenses a conocer a las mujeres de esos países, calificadas todas como especialmente maduras y receptivas al trato y a las atenciones de los estadounidenses y europeos. En los mundos de Yura, “los hombres quieren estar delante de su ordenador y seleccionar a la mujer de sus sueños, conocerla y casarse (….), [mientras] a todas las mujeres les gusta recibir regalos”. Las chicas no pagan. Al contrario que ellos, que abonan una cantidad por escribirles, otra por viajar a verlas… pagan incluso por las gestiones del abogado que consigue el visado para que su princesa prometida pueda entrar en Estados Unidos y conocerse mejor, con el compromiso de casarse en pocos meses.

Algunos portales de este tipo esconden mafias organizadas o estafadores solitarios, que limpian las cuentas de los confiados clientes. En muchos casos, después de recibir ayuda económica para pagar las traducciones de los e-mails, una operación quirúrgica o un billete de avión para visitarles, las supuestas novias  desaparecen del ciberespacio. En algunos casos, las chicas ni siquiera existen. Son los yahoo boys, que el lunes despluman a un corazón solitario y el martes, a un codicioso hombre de negocios, con frecuencia a las órdenes de organizaciones nigerianas que, en algunos casos, pueden tener conexiones con el terrorismo islámico internacional, según declaraciones del FBI a Fox News-Miami, en 2006, disponibles en You Tube, y los autores de Cyber Love’s Illusions. “Creemos que los timadores de primera línea, en general hombres jóvenes que hacen el trabajo online, probablemente no son conscientes de que el dinero que cosechan en sus esfuerzos acaba en manos del terrorismo islámico. Son sus jefes quienes tienen vínculos con los terroristas (…)”, aseguran.

El timo de las vampiresas electrónicas (y de los falsos solteros de oro) ha llegado a España, de la mano de personas que dicen residir en Latinoamérica, sostiene por teléfono el director del Observatorio de Internet, Francesc Canals, quien publicó en abril El libro rojo del cibercrimen. Fuentes de la policía española confirman que dos mujeres españolas cayeron en las garras de un estafador israelí que conocieron en un chat. Ninguna denuncia aún con portal de encuentros por medio.

En la Red hay esperanzas para todos los solteros por un módico precio. En palabras de Tim Harford, el economista camuflado, sólo si uno odia las citas “experimentales” o “desconfía de su propio criterio”, decide recurrir a una celestina tradicional, cuyo precio es mucho más alto y cuya oferta es mucho más limitada. Sin embargo, los ricos y famosos, para evitar riesgos, no se prodigan en Internet. Si necesitan ayuda para buscar pareja, en Estados Unidos pueden recurrir a alguno de sus 1.500 matchmakers. Por ejemplo, Kelleher & Associates encuentra el mejor partido por una cifra entre 4.200 y 6.500 euros anuales. El nombre de su web lo dice todo: MeetTheElite.com. “Los portales han servido para hacer más aceptable el mundo del matchmaking”, afirma su fundadora, Jill Kelleher. Con la que está cayendo en los mercados financieros e inmobiliarios, podría pensarse que la búsqueda de esposo a precios escandalosos quedaría relegada para momentos más felices. Pero el amor puede abrirse paso en las peores situaciones. “Estamos hechos a prueba de recesión. Cuando las cosas se desaceleran, la gente tiene tiempo para pensar en sus prioridades: qué quieren en la vida, qué les haría realmente felices…”, explica.

 

¿MUJERES DESESPERADAS?
En el mercado amoroso digital, los individuos aplican la racionalidad y ajustan sus expectativas con rapidez. “Si el mercado electrónico de citas está lleno, elevarán su nivel de exigencia. Si es decepcionante, bajarán sus requisitos con presteza… Un pequeño desequilibrio (por ejemplo, más mujeres que hombres) puede marcar una gran diferencia”, afirma Tim Harford. Camilla, por ejemplo, encontró muchos pretendientes apetecibles dentro de las fronteras suecas, pero en otros lugares del planeta muchas mujeres no están tan contentas con los candidatos disponibles en sus países y, en pleno siglo xxi, buscan marido al otro lado de la aduana, lo que, por otra parte, les ofrece el aliciente añadido de emigrar a un país occidental.

Estados Unidos lleva décadas recibiendo miles de mail order brides (novias por correspondencia) cada año. Según cálculos muy aproximados, en la actualidad pueden ser unas 10.000 anuales, procedentes sobre todo de Filipinas, Europa del Este y la antigua Unión Soviética, aunque también de América Latina. Gracias a Internet, hoy sus príncipes azules están a un click. Tristan Laurent, abogado y empresario estadounidense de 53 años, es uno de ellos. Después de varios fracasos con mujeres de la tierra –según él, poco receptivas a un hombre que ha franqueado los 40–, se estrenó en esto del matrimonio hace tres años con una extranjera que conoció en la Red. La afortunada esposa es una ingeniera de Turkmenistán 10 años más joven que él –y con un hijo adolescente– que trabajaba entonces para una empresa petrolífera y gasística en Asia Central. Ahora son “una familia feliz” residente en Estados Unidos. “Unos meses después de la boda [y del traslado de la recién casada a EE UU], el Congreso aprobó una ley que criminaliza el hecho de que un americano conozca a una mujer extranjera por Internet, la Ley de Regulación de la Intermediación Matrimonial Internacional (IMBRA). Si esa ley hubiera existido antes, tal vez no nos hubiéramos casado”, denuncia por correo electrónico Laurent, quien gestiona, desde entonces, una web en defensa del derecho al ligue digital global: www.onlinedatingrights.com.

Con la intención manifiesta de proteger sobre todo a las mujeres extranjeras de posibles maltratos, la IMBRA, aprobada en enero de 2006, obliga a las agencias a facilitar a los clientes foráneos una especie de ficha penal del usuario estadounidense, incluido su “historial matrimonial, de violencia doméstica y otros delitos violentos”. Laurent afirma en un irritado correo que esta normativa es un intento desesperado de las feministas para “mantener alejadas de Estados Unidos a las mujeres que no apoyarían sus premisas”. Pocas estadounidenses buscan marido fuera. “Ya sabe, los hombres extranjeros no están interesados en ellas (….), con su reputación global de exigentes y difíciles de contentar. Y ellas difícilmente van a querer un extranjero que pueda tratarlas con desprecio. Sin embargo, en la relación hombre americano-mujer extranjera, ambos ganan”, concluye Laurent.

Olvide lo que está pensando: es producto de sus resabios feministas. La idea de que los hombres occidentales, blancos y ricos compran mujeres sumisas que se encuentran en precaria situación económica ha pasado a la historia. Según Laurent, el estereotipo hombre rico soltero busca mujer pobre es una caracterización reduccionista e históricamente superficial. Para la antropóloga estadounidense Nicole Constable, la pobreza no es la única razón que convierte a las mujeres en esposas deslocalizadas. “En Filipinas, una mujer que ha tenido una relación con un hombre, o ha sido madre fuera del matrimonio, era considerada incasable (y sólo podía ser la querida de alguien); en China, las solteras mayores de 30 o las divorciadas creían que sus posibilidades de lograr un buen partido eran inferiores en su área”, explica Constable, que siguió durante varios años los casos de un grupo de candidatas filipinas y chinas. Parece que el grado de propensión a la emigración matrimonial es directamente proporcional al grado de (sub)desarrollo del feminismo en los exportadores de mujeres.

 

AMOR EN LA DIÁSPORA
Internet facilita el contacto, los devaneos e incluso los matrimonios entre los integrantes de una comunidad nacional, religiosa, étnica o de valores, por muy alejados que vivan entre sí, reforzando sus lazos. De hecho, hay un portal para cada tribu cultural de solteros: hindúes, musulmanes, católicos militantes, judíos, chinos, vietnamitas, filipinos, latinos, gays… sobre todo en inglés. Gay-Parship.es, Latinamericancupid.com, Muslima.com o JDate.com son ejemplos de webs sectoriales, pero de alcance global. Esta última, una página estadounidense para judíos de todo el planeta, contaba en abril con 200 miembros en España, según confirma por correo electrónico Gail Laguna, vicepresidenta de Spark Networks, propietaria del portal. “[El e-dating] es muy beneficioso para la comunidad judía de todo el planeta porque permite localizar y conocer a muchos más judíos en todo el mundo. Puede aumentar el número de bodas entre los que quieren un matrimonio judío pero no encuentran una pareja adecuada (…), [e incluso] puede elevar el número de regresos a Israel”, reconoce Aaron Ben Ze’ev, profesor del departamento de Filosofía de la Universidad de Haifa.

Pero, ¿están aprovechando otras comunidades desperdigadas por el planeta la oportunidad de crecer y reproducirse que ofrece el ciberespacio? Según David Evans, muy poco. Los inmigrantes que viven en España, por ejemplo, no han accedido de forma masiva a los servicios de pago de los principales portales, por lo que no hay datos sobre su afición al ciberligue, según explica Sonia Fernández. Es la diáspora india la que más emplea Internet para buscar pareja fuera de su país. Pero en India no hay e-dating. Ni hablar de salir con un chico o una chica contactados en la Red. Las mujeres tienen que conservar la inocencia hasta su matrimonio, que será con toda probabilidad concertado. Y eso también puede hacerse online.

La democracia más grande del mundo puso en el mapa el e-matrimony o matrimonio electrónico, inaugurado en 1997, cuando un joven emprendedor indio formado en Estados Unidos, llamado Anupam Mittal, fundó Shaadi.com, un portal que cuenta con un 30% de usuarios en el extranjero (concentrados sobre todo en Estados Unidos y Reino Unido). La idea se le ocurrió después de un encuentro con un nayan o casamentero tradicional, que recorría las calles con su maletín lleno de fichas de pretendientes en busca de esposa. “¿Cuántas fichas pueden caber en ese maletín? ¿Qué pasa si mi alma gemela vive en Tombuctú?”, se preguntó entonces el ahora millonario presidente del conglomerado de portales People Group, a la sazón también productor y actor de cine. Aquellas preguntas, unidas a sus deseos de fundar una puntocom, dieron a luz a uno de los dos mayores portales matrimoniales de propiedad india, que crece a un ritmo del 50% anual y ya cuenta con 10 millones de jóvenes registrados, en un país donde sólo el 5,4% de la población tiene acceso al ciberespacio (unos 55 millones de personas) pero el 64% no ha cumplido los 30.

Es cierto que la Red puede estar impulsando el cambio social en las relaciones. Otorga a los jóvenes casaderos de ambos sexos una mayor autonomía a la hora de buscar pareja, como muestra el hecho de que un 90% de los perfiles registrados en Shaadi.com fueron introducidos por los interesados, y sólo un 10% por sus familias. Además, les permite al menos chatear entre ellos antes de dar el sí, aunque se encuentren en continentes diferentes. Pero los portales matrimoniales, en el fondo, no son más que nayanes tecnológicos, que engrasan la maquinaria de los matrimonios concertados, dentro y fuera del país. “Los jóvenes están modernizándose, pero no occidentalizándose, y en ese sentido estos sitios ayudan a fortalecer la tradición del matrimonio concertado: los usuarios pueden seleccionar a su esposo según sus preferencias, pero la boda sólo se celebra con el consentimiento de todos los miembros de la familia”, dice Vibhas Mehta, jefe de Negocio de Shaadi.com.

EE UU lleva décadas recibiendo miles de ‘novias por correspondencia’ cada año. Hoy, gracias a Internet, sus ‘príncipes azules’ están a un ‘click’

A pesar de que las páginas matrimoniales indias (o para personas de origen indio) se cuentan por decenas, o incluso centenas, sus ingresos en el subcontinente se limitan a 15,5 millones de euros (gran parte del negocio de la diáspora se queda en EE UU). Pero, en un país que gasta 12.000 millones de euros en todo lo relacionado con las bodas, que posee una clase media estimada en 250 millones de personas y donde el acceso a Internet se extiende a una velocidad ultrasónica, el e-matrimony pronto alcanzará un récord mundial de facturación. En Japón, China, el sureste asiático, América Latina, África o Australia, casi todas las sociedades más o menos desarrolladas o en desarrollo se han lanzado, a su manera, a la caza digital.

Una de las excepciones es Pakistán, que se mantiene anclado al sistema tradicional. “El 95% de los matrimonios son concertados, sin citas ni reuniones previas de los prometidos, denuncia Mumtaz Qureshi, presidenta de la Clifton Women Welfare Society (CWWS), una organización que fundó en 1982 “para combatir esta práctica perversa y ayudar a las chicas a encontrar maridos sin precondiciones”. Qureshi lleva décadas “uniendo familias” al estilo clásico desde su oficina en un barrio pijo de Karachi, pero permitiendo a los novios conocerse y dar su aprobación al matrimonio. Menos da una piedra. No recuerda haber tenido ningún usuario residente en España, pero sí muchos clientes internacionales, que viven sobre todo en Estados Unidos y Reino Unido, ambos países con una numerosa comunidad procedente de ese país. Y aunque ella asegure que no se usa Internet para estos menesteres, los tradicionalistas más conectados tienen la posibilidad de encontrar a su futuro cónyuge en cualquier parte del mundo sin salir de casa y sin transgredir las leyes del islam gracias a Naseeb.com, una autodenominada comunidad virtual musulmana “para las comunidades paquistaní y árabe en la diáspora” en la que chicos y chicas se comunican en grupo y que afirma tener un 7% de sus miembros en Pakistán.

Frente a este panorama, los europeos y sobre todo las europeas han terminado con las carabinas, los subterfugios y las dotes, y flirtean sin tapujos en la Red. Pero aún hay vida fuera de Internet. Volvamos a Camilla Larsson. Mientras se veía con el señor Z (“el único problema es que estaba prometido”), salió una noche de marcha con las amigas y conoció a Jimmie: “Fue amor a primera vista. Tres semanas después caí gravemente enferma y él estuvo sentado junto a mi cama todo el tiempo cogiendo mi mano, mientras el señor Z, estaba en su casa, con su ex prometida. La elección fue simple: Jimmie era el hombre de mis sueños”.

 

¿Algo más?
Monica Whitty y Adrian Carr abordan las razones por las que la gente recurre al ciberligue y las normas de comportamiento en la Red en Cyberspace Romance: the Psychology of Online Relationships, (Palgrave Macmillan, Basingstoke, 2006). Los resultados de la investigación del proyecto del Instituto de Internet de Oxford Me, My Spouse and the Internet: Meeting, Dating and Marriage in the Digital Age, basado en entrevistas con 1.000 parejas casadas de Reino Unido y unas 700 australianas, podrán consultarse próximamente en su web: www.oii.ox.ac.uk. El filósofo israelí Aron Ben Ze’ev analiza las relaciones amorosas en la Red en Love Online: Emotions on the Internet (Cambridge University Press, Cambridge, Reino Unido, 2004).

La antropóloga Nicole Constable explora a fondo el fenómeno de las esposas por correspondencia en Romance on a Global Stage: Pen Pals, Virtual Ethnography, and Mail Order Marriages (University of California Press, Berkeley, California, 2003). Para profundizar en el caso filipino, es muy recomendable leer el artículo ‘Bridal Diaspora: Migration and Marriage Among Filipino Women’, de Teresita C. del Rosario, que explora la predisposición poscolonial de las mujeres del archipiélago por los hombres estadounidenses blancos como vía de ascenso social (Indian Journal of Gender Studies, número especial: ‘Marriage and Migration in Asia’, vol. 12, números 2 y 3, mayo-diciembre, 2005).