El Índice anual de la globalización de A.T. Kearney/
Foreign Policy revela que, pese a la desaceleración económica, la
expansión de Internet en los países pobres y el aumento de los viajes
profundizaron las relaciones mundiales. Dos países europeos, Irlanda y
Suiza,
encabezan nuestra clasificación de la globalización política, económica
y tecnológica, mientras España queda en el puesto 24. Descubra quién es
más global y quién menos.
|
Los titulares de prensa del año pasado arrojaron comentarios sombríos
sobre las perspectivas de la integración mundial. La reunión de la Organización
Mundial de Comercio (OMC) en Cancún (México) fracasó al rebelarse los
países en vías de desarrollo contra la negativa de los Estados industrializados
a reducir sus subsidios agrícolas. Los ministros de Comercio tuvieron
que rebajar sus planes con vistas al proyecto del Área de Libre Comercio
de América del Norte (ALCA) y esquivar las controversias sobre propiedad
intelectual e inversiones. Estados Unidos y la Unión Europea (UE) se dieron
bofetadas diplomáticas por cuestiones como el libre mercado y la guerra
contra el terrorismo. Dentro de la UE, el Pacto de Estabilidad y Crecimiento
que limita los déficit públicos en la zona euro, voló por los aires y
la integración política empezó a renquear tras el fracaso de los dirigentes
europeos en conseguir un acuerdo sobre el borrador de Constitución europea.
Y Naciones Unidas, posiblemente el símbolo más patente de la cooperación
multilateral, pareció paralizarse, cuando se puso sobre la mesa el espinoso
debate en torno a la intervención militar en Irak.
Antes de dar la extremaunción a la globalización, hay que señalar
que eso ya lo hemos oído antes. Tras los ataques terroristas del 11-S,
los expertos predijeron el final de la globalización como tal. Las fronteras
porosas que hicieron posible la circulación mundial sin precedentes de
dinero, bienes, personas e ideas se llenaron de alambradas y puestos de control,
paralizando el comercio y los viajes. Ciertos agoreros vislumbraron incluso
un caos político y económico parecido a los prolegómenos
de la Primera Guerra Mundial.
Pero esta edición del Índice de la globalización de A.T.
Kearney/Foreign Policy muestra que la globalización resistió en
2002. Fue un año difícil para las relaciones económicas
mundiales, ya que la caída de la inversión directa extranjera
(IDE) y el fuerte recorte de los flujos de inversión de cartera supusieron
que la integración económica descendiera a su punto más
bajo desde 1998. Pero la globalización abarca mucho más que las
subidas y las bajadas de los ciclos económicos. Por eso, este Índice
usa varios indicadores, que incluyen el comercio, las finanzas, el compromiso
político, la tecnología de la información y el contacto
personal para determinar la clasificación de 62 países. Nos dimos
cuenta de que varios indicadores no económicos de la integración
mundial, desde los viajes al tráfico telefónico, se mantuvieron
fuertes en 2002, mientras que el acceso a Internet en el mundo entero siguió
aumentando.
La globalización superó un periodo de desafíos considerables
en 2002: nuevas y rigurosas medidas de seguridad en los aeropuertos, una larga
lista de escándalos de empresas de primera fila en los países
desarrollados, caída del mercado financiero tras el embrollo económico
de Argentina y espectaculares atentados terroristas en países como Indonesia
y Kenia. A pesar de todos estos inconvenientes, el mundo estaba más –y
no menos– integrado que nunca a finales de 2002.
ANGUSTIA ECONÓMICA
En 2001, la economía mundial estaba en recesión y los principales
indicadores de la integración perdían terreno en plena ralentización
mundial, exagerada por los atentados terroristas. En su conjunto, las relaciones
económicas que unen a los países se debilitaron aún más
en 2002, lo que redujo los beneficios del boom de finales de los años
90 que se situaron por debajo de los niveles registrados en 1998 (en relación
con el tamaño de la economía mundial). La caída continua
de flujos de capital en el mundo, sobre todo de las economías más
desarrolladas, fue una de las principales razones de esta decadencia. Después
de bajar un 40% en 2001, la IDE descendió otro 21% en 2002, hasta llegar
a los 651.000 millones de dólares (unos 500.000 millones de euros), el
nivel más bajo en cinco años.
Aunque fue en Estados Unidos y el Reino Unido donde se produjo la mitad de
esta caída, la tendencia afectó a todo el mundo y los flujos de
IDE disminuyeron en 108 países. En un acto reflejo, éstos se esforzaron
al máximo para atraer a inversores extranjeros: 70 gobiernos adoptaron
la cifra récord de 248 cambios reguladores y legales para favorecer la
inversión, por encima de las 208 medidas similares tomadas en 2001 y
las 150 de 2000. En 2002, los mercados emergentes sacaron a Bolsa menos valores
que nunca desde 1995, y eso que China representó ella sola un tercio
de las salidas a Bolsa fuera de Norteamérica, Europa y Japón.
Pero no todos los aspectos de la economía mundial fueron tan sombríos.
En 2002, el crecimiento empezó a recuperarse por fin tras la crisis
del año anterior. A pesar de que las cifras totales no alcanzaron las
de los felices 90 (cuando el crecimiento medio mundial fue del 4,8% anual),
el crecimiento real general subió hasta el 1,9 % desde el 1,3% de 2001.
Las naciones en desarrollo recibieron un fuerte empuje y su crecimiento pasó
del 2,4% al 3,3%, mientras las economías más ricas conseguían
una mejora inferior al 1%. En general, las cifras de los intercambios comerciales
también subieron tímidamente (sólo el 2,5%) y el crecimiento
fue mayor en las economías en transición de Europa central y del
Este y en los países emergentes de Asia.
Irlanda está a la cabeza de los países más globales de
nuestro informe, gracias a sus profundas relaciones y sus importantes contactos
con el resto del mundo. Seis de los primeros puestos entre los países
más integrados son para Europa occidental en el estudio de este año.
EE UU aparece entre los diez primeros y se sitúa, además, en el
primer lugar en número de servidores seguros de Internet por habitante.
Algunos países de Europa central y del Este, Oceanía y el sureste
asiático también se cuelan en los primeros puestos, por delante
de España.
INTEGRACIÓN ECONÓMICA: Comercio, inversión
directa extranjera (IDE), flujos de inversión de cartera, pagos y rentas
de inversión.
CONEXIÓN TECNOLÓGICA: Número de usuarios
de la Red, portales y servidores de Internet y servidores seguros para transacciones
cifradas.
CONTACTOS PERSONALES: Viajes y turismo internacionales, tráfico
telefónico, remesas transfronterizas y transferencias personales.
COMPROMISO POLÍTICO: Pertenencia a organizaciones internacionales,
contribuciones humanas y financieras a las misiones de la ONU, número
de tratados internacionales ratificados e importe de las transferencias de ingresos
y pagos públicos.
INERCIA POLÍTICA
Las relaciones políticas globales sufrieron pocos cambios en 2002, un
año en el que se plasmaron las dificultades para llegar a acuerdos internacionales
sobre problemas de primera magnitud. El aumento de la tensión en torno
a Irak selló una nueva ruptura tras la apuesta decidida por la invasión
del presidente de EE UU, George W. Bush, lo que dañó las relaciones
transatlánticas, ya resentidas por los aranceles sobre el acero y los
subsidios agrícolas. Al mismo tiempo, EE UU, Chile, China e Israel rechazaron
la ratificación del Tratado de la Corte Penal Internacional (CPI), a
pesar de la adhesión de 38 nuevos miembros.
Sin embargo, los países consiguieron establecer bases comunes sobre una
amplia gama de medidas antiterroristas, como compartir datos bancarios para
luchar contra el blanqueo de dinero. Y los países industrializados se
tomaron un breve respiro en su disputa sobre Irak para centrarse en la pobreza
mundial durante la Conferencia Internacional de Financiación para el
Desarrollo en Monterrey (México). Los participantes se comprometieron
a aumentar en un tercio la ayuda a los países más pobres del mundo
en los próximos cinco años y consiguieron aumentar la ayuda real
el 4,9% sólo en 2002. Entre las mejoras más importantes estuvo
el aumento del 11,6% de la ayuda de Estados Unidos, cuyo programa Cuenta del
Reto del Milenio tiene por objetivo aumentar esta partida más del 50%
hasta 2005.
Además, a pesar de varios enfrentamientos sobre importantes problemas
comerciales, los principios de la apertura mundial de los mercados se afianzaron
en 2002. Asimismo, los gobiernos siguieron aportando recursos para los esfuerzos
de mantenimiento de la paz mundial. Aunque las contribuciones financieras y
de personal a las misiones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas bajaron
ligeramente en 2002, la suma fue, sin embargo, cuatro veces mayor que en 1998.
En total, 89 países aportaron más de 39.000 efectivos a 15 operaciones
en todo el mundo, contando las misiones de paz en Timor Oriental y Afganistán.
El Índice de la globalización de A.T Kearney/Foreign Policy clasifica
62 países en 14 variables agrupadas en cuatro indicadores: integración
política, contactos personales, conexión tecnológica y
compromiso político. En la tabla, los diez primeros países de
cada categoría están sombreados en naranja y los diez últimos
en azul.
Mientras la economía y la política echaban el freno en 2002,
la conexión a Internet fue uno de los aceleradores más poderosos
de la integración. A pesar de una coyuntura económica difícil,
el uso de la Red en todo el mundo se expandió rápidamente. Más
de 130 millones de nuevos usuarios se engancharon al ciberespacio en 2002, lo
que elevó el total a más de 620 millones de internautas, el equivalente
al 9,9% de la población total mundial y con una subida del 8,1% frente
al año anterior. Según cálculos aproximados, la Red contiene
ahora un volumen de información 17 veces mayor que los fondos impresos
de la biblioteca del Congreso de Estados Unidos, y los nuevos datos que se añaden
a diario equivalen al contenido de una biblioteca académica media de
investigación de un país desarrollado.
El Índice de la globalización de A.T. Kearney/ Foreign La integración económica combina datos sobre comercio, Para la mayoría de las variables se añaden los flujos Los resultados del Índice de la globalización para cada
|
UNA RED MUNDIAL
Sin embargo, y al contrario que en años anteriores, el crecimiento de
los países en desarrollo fue el impulso clave para la expansión
de Internet. Mientras algunos mercados desarrollados rozaban la saturación,
los usuarios de Internet en estas naciones crecieron tres veces más deprisa
que en el resto. El descenso de las cuotas de conexión y del precio de
los ordenadores personales, añadido a un fuerte aumento de la población
y a una creciente proporción de jóvenes expertos, animó
a una rápida adopción de tecnología y a una mayor demanda,
sobre todo en las zonas más pobladas. En China, el número de internautas
subió el 75% en 2002; en Brasil, el 78,5%, y en India el 136%.
Oriente Medio siguió siendo una de las regiones menos conectadas del
mundo, aunque registró un aumento del 116%, debido al interés
de sus habitantes por acceder a fuentes de información alternativas sobre
los acontecimientos ocurridos en su entorno geopolítico. La Conferencia
de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo calcula que, de continuar ese
ritmo, los usuarios de Internet en los países en vías de desarrollo
podrían equivaler a más de la mitad del total mundial dentro de
cinco años.
La proliferación de otras formas de comunicación permitió
también todo tipo de relaciones interpersonales. El tráfico telefónico
internacional siguió creciendo, con 9.000 millones de minutos más,
hasta sumar 135.000 millones en 2002 (más de 21 minutos por persona en
el planeta). Las naciones en vías de desarrollo como Botsuana, Hungría,
Indonesia y Suráfrica estuvieron más comunicadas que nunca, mientras
el rápido desarrollo de redes inalámbricas permitió a los
consumidores saltarse la etapa de la obsoleta telefonía fija para pasar
directamente a la móvil. En 2002, por primera vez, el número de
teléfonos móviles por cabeza (móvil-densidad) en el mundo
superó al de las líneas telefónicas normales, con 18,98
clientes de móviles por cien habitantes, frente a 17,95 clientes de líneas
fijas.
Contra lo que pudiera parecer, en 2002, el número de viajeros se incrementó
en 22 millones de personas con respecto a 2001. Asia registró un crecimiento
espectacular, y China, en concreto, atrajo a 36,8 millones de visitantes y se
situó entre los cinco destinos turísticos mundiales más
populares. Sorprendentemente, el mayor aumento fue en Oriente Medio, donde los
viajes crecieron más del 15%, al tiempo que muchos países realizaban
importantes inversiones en hoteles de lujo, aeropuertos y otras infraestructuras
en un intento de diversificar los ingresos obtenidos con el petróleo.
EE UU fue la única zona donde bajó el turismo porque la ralentización
económica y la crisis internacional disuadieron a los visitantes. Los
inmigrantes de todo el mundo enviaron cerca de 80.000 millones de dólares
a sus países de origen: una fuente de renta casi tan importante como
los 100.000 millones de dólares que reciben a través de IDE. Filipinas,
con cerca de una décima parte de su población en el exterior,
se situó como la primera beneficiaria mundial de remesas, que superaron
el 8% de su PIB.
Y LOS GANADORES SON…
Por tercer año consecutivo, Irlanda se sitúa como el país
más globalizado del mundo. En 2002, desafió la tendencia bajista
generalizada de las inversiones en Europa occidental y registró el mayor
flujo de IDE de su historia, con 24.700 millones de dólares, lo que incluye
nuevas inversiones en los sectores de rápido crecimiento, como el informático
y el farmacéutico. Intel, por ejemplo, anunció que invertirá
otros 2.000 millones de dólares en Irlanda en los próximos años
para fabricar placas de semiconductores de última generación.
Sin embargo, la distancia de Irlanda sobre otros países se aminoró
en 2002, al caer una cuarta parte la inversión de cartera con respecto
a 2001. A pesar de todo, una sólida muestra de facetas no económicas
de integración mundial le ayudó a mantener el primer puesto. Por
ejemplo, demostró una vez más su liderazgo en conexiones tecnológicas
y se clasificó en séptima posición en cuanto al número
de servidores seguros por habitante.
Los países más integrados globalmente son Irlanda, Suiza, Austria, Finlandia, Países Bajos y Dinamarca, que, además, son los más comprometidos con el sistema internacional |
||||||
Singapur se situó como el segundo país más globalizado,
avanzando así dos puestos frente al año anterior. A pesar de la
difícil situación económica, encabezó las clasificaciones
en comercio, ya que las exportaciones e importaciones totales supusieron el
340% de su actividad económica total. Tras una caída en los dos
años anteriores, las exportaciones se recuperaron ligeramente gracias
a la fuerte demanda de productos electrónicos, que sumaron cerca del
60% de las exportaciones de Singapur. La decisión de hacer público
el acuerdo bilateral de libre comercio con Estados Unidos (finalmente firmado
en 2003) ayudó a impulsar la confianza mundial en su economía.
Singapur también se situó como el país más parlanchín
del Índice, con una media de al menos 13 horas de llamadas telefónicas
por habitante en 2002.
Europa occidental
Seis de los primeros puestos entre los países más integrados globalmente
son para Europa occidental: Irlanda, Suiza, Austria, Finlandia, Países
Bajos y Dinamarca. En el frente político, el Viejo Continente fue el
más comprometido con el sistema internacional. Los diez principales donantes
de ayuda en 2002 (en porcentaje del PIB) fueron todos países de Europa
occidental. La introducción oficial de la divisa común, el euro,
en enero de 2002 fue una prueba de la profunda integración regional y
garantizó beneficios económicos a largo plazo al aumentar la estabilidad,
reducir los tipos de interés y eliminar el riesgo del tipo de cambio.
Grecia tuvo el peor comportamiento de la zona y bajó del puesto 26 al
28 al aumentar el déficit comercial y atascarse el flujo de IDE tras
dos años de cifras excepcionalmente elevadas, a pesar de los Juegos Olímpicos
de 2004. Sin embargo, Atenas mantuvo un resultado relativamente bueno en integración
política, debido en parte a su compromiso activo en los esfuerzos de
mantenimiento de la paz en los Balcanes.
América del Norte
Estados Unidos entró en los diez primeros puestos por primera vez y ganó
cuatro, hasta quedar séptimo. Este salto se debe a la tecnología,
ya que EE UU encabezó de nuevo las listas de servidores seguros de Internet
por habitante. En cambio, permaneció ausente de forma notable de la mayoría
de los principales tratados internacionales firmados durante la última
década, como la CPI y el Tratado de Ottawa contra las minas antipersonas.
Como resultado, Estados Unidos se situó en el puesto 60 en términos
de firma de acuerdos internacionales, sólo un paso por delante de Taiwan,
cuyo estatuto ambiguo no le permite firmar la mayoría de los tratados
multilaterales. México subió seis puntos, pero su puesto 45 sigue
estando muy por debajo de sus socios en el Tratado de Libre Comercio de América
del Norte. Las remesas de los inmigrantes mexicanos llegaron a 9.800 millones
de dólares en 2002, el doble del valor de sus exportaciones agrarias
anuales.
Oceanía
El nivel de integración aumentó en Oceanía al afianzarse
las relaciones económicas y tecnológicas de la zona con el resto
del mundo. Nueva Zelanda entró por primera vez en los puestos de cabeza
y subió del puesto 16 al 8. El comercio electrónico creció
con fuerza después de la promulgación de sólidas protecciones
legales para las transacciones en la Red, lo que permitió llevar a Nueva
Zelanda al segundo puesto en cuanto a servidores seguros por cabeza, por detrás
de Estados Unidos. Además, Nueva Zelanda se situó en primer lugar
en ayuda financiera y humana a las operaciones de mantenimiento de paz de Naciones
Unidas (teniendo en cuenta el tamaño de su población y el PIB),
al contribuir con el envío de tropas a Timor Oriental, Kosovo, Sierra
Leona y Oriente Medio. La vecina Australia entró entre los 20 primeros
del Índice y pasó del puesto 21 al 13 al duplicar los flujos de
IDE, que alcanzaron los 15.700 millones de dólares, lo que multiplicó
por cuatro la cuota de Australia en IDE mundial. Empresas de automóviles
como Ford y Mitsubishi Motors eligieron el continente australiano para sus operaciones
en la zona y sus centros de investigación y desarrollo, un reflejo de
la atractiva combinación que ofrece este país de elevada productividad
y bajos costes operativos.
Sureste asiático
Entre los países en desarrollo, el sureste asiático se mantuvo
como la zona más integrada globalmente, a pesar de haber sido golpeada
por la ralentización de la economía mundial y un duro ataque terrorista.
Junto a Singapur, Malaisia también consiguió colarse en la zona
superior del Índice de este año hasta situarse en el puesto 20.
En contraste, Indonesia fue el país menos integrado. La ocupación
hotelera cayó por debajo del 10% tras el atentado de Bali, el destino
más turístico, en octubre de 2002. Dado que el sector turístico
emplea a más de siete millones de personas y equivale a cerca del 5%
del PIB, los efectos de la acción terrorista repercutieron en todo el
país.
Europa central y del Este
Europa central y del Este destacó también como una de las escasas
zonas con fuerte crecimiento de los intercambios económicos con el resto
del mundo. Frente a la coyuntura bajista mundial, los flujos de IDE subieron
un vertiginoso 19%, coincidiendo con su inminente entrada en la UE en 2004.
Eslovenia y Eslovaquia registraron los aumentos más destacados, impulsados,
en parte, por la privatización de empresas estatales. Se trató,
sobre todo, de inversión europea, pero también otras empresas
entraron en acción, como la surcoreana Hyundai Motor, que anunció
proyectos para construir su primera planta industrial en la zona.
Además, Eslovaquia, Eslovenia, República Checa y Hungría
también superaron la media mundial con crecimientos de los intercambios
comerciales superiores al 10%, mientras Polonia quedó sólo ligeramente
por detrás. Al subir el turismo y las transacciones empresariales, Europa
del Este adelantó al sureste asiático, ya que registró
el crecimiento interanual más rápido del tráfico telefónico
internacional. La mejor clasificada de Europa central y del Este es Eslovenia,
que, con su puesto 19, se sitúa entre los 25 mejores de la lista por
primera vez.
LOS PUESTOS INFERIORES
Extremo Oriente
Ningún país de Extremo Oriente está entre los 20 primeros
este año. Peor aún, el único país que mejoró
fue Japón, que pasó del puesto 35 al 29. Junto a Corea del Sur
y Taiwan, sufrió un retroceso en los flujos de inversión de cartera
y de IDE. Ni siquiera la Copa del Mundo de fútbol de 2002 pudo impulsar
la economía de la zona, ya que los aficionados que se quedaron en casa
para apoyar a sus equipos favoritos dejaron los estadios nipones y surcoreanos
medio vacíos y millones de dólares de ingresos por turismo sin
percibir.
Sin embargo, los avances tecnológicos ayudaron a aumentar la conexión
del este de Asia con el mundo. Corea del Sur ocupó el segundo puesto
entre los 62 países en el Índice de la globalización en
cuanto a número de usuarios de la Red y ha realizado rápidas innovaciones
en Internet en banda ancha y en tecnología inalámbrica, mientras
Japón siguió ideando sistemas de telecomunicaciones cada vez más
pequeños, más rápidos y más inteligentes. Las razones
políticas también influyeron en que Japón fuera el país
más globalizado del este de Asia en el índice de este año.
En 2002, Tokio se situó entre los primeros donantes financieros a misiones
de mantenimiento de paz de Naciones Unidas y envió a 600 personas a Timor
Oriental.
En otro punto, China se benefició de su ingreso en la OMC y sus exportaciones
en relación con el PIB subieron el 20%. También fue el segundo
receptor en importancia de IDE, por encima de Estados Unidos, pero el gigante
asiático siguió siendo el país menos integrado de su zona
y perdió cuatro puestos en el Índice de este año.
América Latina gana puestos en el Índice de la globalización, pero lo que parece un aumento de la integración con el resto del mundo es más bien la consecuencia de circunstancias desgraciadas |
||||||
Asia central
Asia central siguió siendo la zona menos abierta del mundo, debido en
gran parte al tamaño imponente de su población, y Pakistán
se situó en el puesto 46, mientras India quedó cerca del último,
en el 61. Sin embargo, mejoró más rápidamente que cualquier
otra región, debido, sobre todo, a la expansión de las relaciones
económicas con el resto del planeta. El régimen del general Pervez
Musharraf convirtió la posición central de Pakistán como
frontera en la guerra contra el terrorismo en un activo económico, y
consiguió influir en la retirada de las sanciones económicas impuestas
por EE UU tras las pruebas nucleares de 1998.
India tuvo un año económico difícil, ya que la débil
coyuntura mundial y la violencia étnica en el Estado de Gujarat (donde
resultaron muertas más de mil personas, en su mayoría musulmanes)
frenaron el comercio, la inversión y el crecimiento. El descubrimiento
de un fraude bancario de 200 millones de dólares tampoco ayudó
precisamente a animar la confianza de los inversores. Sin embargo, el país
consiguió protagonismo al ser el principal destino de deslocalización
de la industria informática. Mientras tanto, el crecimiento de Internet
dentro de la sociedad india fue explosivo, con un aumento de la población
que navega en la Red del 136% (aunque en cifras es menos del 2% de la población).
América Latina
América Latina ganó puestos en el Índice de la globalización
de este año, pero lo que parecía un aumento de la integración
con el resto del mundo fue más bien la consecuencia de circunstancias
desgraciadas. Una de las claves fue la fuerte devaluación de las divisas
en países como Brasil o Argentina, que vieron cómo sus economías
(por lo menos en dólares) se retraían en fuertes proporciones
(el PIB de Argentina, por ejemplo, se contrajo más del 50%). Panamá,
en el puesto 27 del Índice, se colocó en primer lugar de la región
por tercer año consecutivo, debido en parte a la Zona Libre de Colón
en la salida del Canal de Panamá. Venezuela, de nuevo el país
menos integrado de Latinoamérica, sufrió duramente la caída
de los precios del petróleo. Las manifestaciones a escala nacional (con
una huelga de dos meses de los sectores empresarial y de empleados que empezó
a finales de 2002 contra el Gobierno del presidente Hugo Chávez) frenaron
aún más el comercio y la inversión extranjera en Venezuela.
Oriente Medio y Magreb
A Oriente Medio y al Magreb no les fue muy bien, porque todos los países,
con la excepción de Túnez, o bien bajaron en las clasificaciones
o se mantuvieron igual. La zona sufre numerosas restricciones en cuanto a comercio
e inversión, ya que cuenta con las segundas barreras arancelarias y de
otros tipos más altas del mundo y una elevada intervención pública
en la economía.
Tras los atentados terroristas de septiembre de 2001, el comercio entre Estados
Unidos y Oriente Medio cayó de forma considerable, con descensos por
parte de Estados Unidos del 30%. Las exportaciones del área han caído
de forma continuada durante la última década, en particular en
los países más dependientes de las exportaciones de petróleo.
La percepción de inestabilidad política y el terrorismo sigue
frenando el interés inversor, por lo que esta región recibe sólo
un tercio de la IDE que cabría esperar para una zona en desarrollo de
tamaño comparable, según el Fondo Monetario Internacional. Israel
y Egipto sacan buenas notas en las transferencias de fondos públicos,
debido en su mayor parte a un importante flujo de ayuda estatal de EE UU, pero
la participación de Oriente Medio en los apartados de tratados internacionales
y organizaciones internacionales se sitúa en los últimos puestos
de toda la clasificación.
África
Traer a África al redil ha sido uno de los desafíos más
desalentadores del proceso de globalización. Las desgracias económicas
mundiales de 2002 no aportaron ningún alivio a la zona. Los flujos financieros
se agotaron en consonancia con el descenso mundial de la inversión. En
contraste total con el rápido crecimiento de otras zonas, las conexiones
tecnológicas sufrieron un descenso en África.
Aunque el número de usuarios
de Internet siguió creciendo, el número de servidores de Internet
bajó en países clave como Suráfrica, donde las nuevas medidas
de seguridad y la legislación del Gobierno expulsaron del mercado a muchos
pequeños proveedores.
Al no materializarse en 2002 las peores previsiones acerca del futuro de la
globalización, el discurso público empezó a cambiar de
forma sutil. El tema de discusión ya no era si la globalización
se iba a frenar en seco, sino si los aspectos positivos de la integración
mundial podrían aprovecharse para compensar los negativos.
El Índice de la globalización de A.T. Kearney/Foreign Policy favorece
este diálogo con una exposición cada vez más detallada
de los beneficios y costes que aporta la integración. Los resultados
de años anteriores han puesto en duda las ideas establecidas sobre problemas
tales como la desigualdad de rentas, los salarios, la protección medioambiental,
la corrupción o la libertad política al mostrar que, en paridad
de datos, los países más globales son también los que tienen
mayores cifras de igualdad, protección más sólida de los
recursos naturales, sistemas políticos más integrados y menor
corrupción.
Además, resulta que hay pocas pruebas de que los países globales
hayan recortado los beneficios sociales o rebajado los salarios de los trabajadores
en su esfuerzo por destacar. Si lo añadimos al cuadro anterior, el resultado
de este año demuestra también que los países más
globales son aquellos en los que sus habitantes viven más tiempo y con
más salud y donde las mujeres disfrutan del mayor progreso social, educativo
y económico. Sin embargo, un vistazo al Índice de este año
sugiere que los que buscan aumentar los beneficios de la globalización
tienen que trabajar duro para conseguirlo.
Los últimos diez países de la lista (Irán, India, Egipto,
Indonesia, Venezuela, China, Bangladesh, Turquía, Kenia y Brasil) representaron
más del 50% de la población mundial en 2002. Aunque están
situados en zonas distintas, varios países de este grupo comparten problemas
que los hacen más vulnerables a las crisis exteriores. Las naciones fuertemente
dependientes de las exportaciones de petróleo (como Irán y Venezuela)
están sujetas a los caprichos del errático mercado internacional
de la energía. De igual forma, los Estados con importantes sectores agrarios
(como Brasil, India y China) deben luchar no sólo con la volatilidad
de los precios en el mercado mundial de materias primas, sino enfrentarse a
las barreras comerciales como los aranceles y subsidios agrícolas en
los países desarrollados. Los conflictos políticos crónicos
y la persistente corrupción (como en Venezuela, Bangladesh e Indonesia)
desaniman la inversión extranjera y el turismo.
Están apareciendo nuevas señales de esperanza, por lo menos en
la forma en que se aborda la cuestión de la globalización. En
efecto, dos importantes políticos con puntos de vista diametralmente
opuestos sobre la guerra en Irak (el ministro alemán de Asuntos Exteriores,
Joschka Fischer, y el senador demócrata de EE UU Joseph Lieberman) coinciden
en el fondo de la cuestión de la globalización.
Para Lieberman, la causa fundamental del terrorismo y de la pobreza no es "demasiada
globalización", sino "demasiado poca". Y, al observar
que la fuerza militar por sí sola no ganaría la guerra contra
el terrorismo, Fischer ha resumido de forma sucinta el verdadero desafío
para los países occidentales en los próximos años: "Necesitamos
una capacidad más amplia de seguridad, que moldee la globalización
de manera equitativa…".
España retrocede. Emilio OntiverosExiste la presunción de que la economía española es una de las más abiertas al exterior. Y es cierto. Ello no significa, sin embargo, que defina un grado similar de integración internacional, de completa inserción en el proceso de globalización. Esto último es lo que trata de medir el Índice de A.T. Kearney/Foreign Policy, sobre la base de cuatro conjuntos de criterios (integración económica, contactos personales, tecnología e inserción política), a su vez determinados por un total de 19 indicadores. Sin menoscabo de las peculiaridades metodológicas de este tipo de evaluaciones o de las objeciones académicas que puedan hacerse a este tipo de clasificaciones ordinales, la elaborada por la consultora A.T. Kearney dispone de las ventajas de la consistencia temporal y de la amplitud de los factores en los que se basa la clasificación de los países. En comparación con la clasificación publicada el año pasado, en la actual (con datos relativos a 2002) España pierde cuatro posiciones, pasa al puesto 24 de los 62 países integrantes del ranking, representativos del 96% del PIB mundial y del 84% de la población. Entre los diez países con un mayor grado de integración global, seis son europeos (Irlanda, Suiza, Austria, Finlandia, Holanda y Dinamarca), y llegan a 14 cuando consideramos a los 20 primeros, destacando la inclusión entre ellos de la República Checa y Eslovenia, dos de los diez que en mayo serán miembros de la UE. También Eslovaquia está tres lugares por encima de España. Es algo que difícilmente puede pasarse por alto, especialmente cuando observamos que estos mismos países aparecen en las recientes evaluaciones de la agenda de Lisboa, realizadas por la Comisión Europea (Delivering Lisbon, 21 de enero 2004) en posiciones igualmente superiores a las de nuestro país en aspectos tan esenciales para la competitividad internacional como el número de ciudadanos con estudios medios e incluso en la relación entre la inversión en I+D y sus respectivos PIB. Sobre tales bases, es razonable la inquietud acerca de la competencia El criterio en el que España se presenta en la mejor posición El que nos sitúa en peor posición (25) es el criterio tecnológico, Señales, en definitiva, las que aporta esta clasificación Emilio Ontiveros es consejero delegado
|
|
|||
Copyright 2004, A.T. Kearney,
Inc. y Carnegie Endowment for International Peace. Todos los derechos
reservados. A.T. Kearney es una marca registrada de A.T. Kearney, Inc.
Foreign Policy es una marca registrada de Carnegie Endowment for International
Peace.