Cómo elaboramos la clasificación de 2010.

 

El Índice de ciudades globales clasifica en un ranking las áreas metropolitanas de las ciudades según 25 criterios repartidos en cinco dimensiones. La primera de éstas es la actividad empresarial: incluyendo el valor de sus mercados de capital, el número de compañías de la lista Fortune Global 500 que tienen allí su sede y el volumen de los bienes que pasan por la urbe. La segunda dimensión mide el capital humano, o la capacidad de la ciudad para actuar como un imán y atraer grupos diversos de gente y talento. Esto incluye el tamaño de su población inmigrante, la calidad de sus universidades, el número de escuelas internacionales y el porcentaje de residentes con títulos universitarios. La tercera dimensión es el intercambio de información: con qué facilidad las noticias y la información se propagan por ella y hacia el resto del mundo. El número de corresponsalías internacionales, el nivel de censura, la cantidad de noticias internacionales en los principales periódicos locales y la tasa de abonados a la banda ancha completan esa dimensión. Las dos áreas finales de análisis son inusuales para la mayoría de los rankings de ciudades o Estados globalizados. La cuarta es la experiencia cultural, o el nivel de atracciones diversas que ofrece para los residentes internacionales y los viajeros. Eso incluye desde cuántos acontecimientos deportivos importantes acoge una ciudad al número de locales de actuación para las artes escénicas, la diversidad de establecimientos culinarios con los que cuenta o las relaciones de hermanamiento que mantiene con otras ciudades. La última dimensión, la implicación política, mide el grado en que una urbe influye en la política y el diálogo globales. ¿Cómo? Examinando el número de embajadas y consulados, think tanks importantes, organizaciones internacionales y conferencias políticas que alberga.