Los grandes beneficios de las renovadas relaciones entre estas dos economías emergentes.

 










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La visita del presidente de China a Estados Unidos a principios de junio despertó la atención de todo el mundo, interesado en conocer los nuevos avances entre las dos grandes superpotencias. Sin embargo, ese mediático encuentro entre Xi Jinping y Barack Obama desvió la atención de uno de los últimos y más importantes cambios en la política exterior del gigante asiático: su nueva sintonía política con México, el país en el que estuvo justo antes de llegar a California.

La relación entre China y México ha dado un giro de 180 grados desde la llegada al poder en diciembre de 2012 del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Desde el primer momento, el nuevo presidente de México, Enrique Peña Nieto, demostró su interés por acercarse a Pekín: China fue el primer país que visitó fuera de América Latina y Peña Nieto se convirtió en el primer presidente mexicano en asistir al Foro de Boao, una importante reunión económica que China organiza todos los años desde 2002.

Esta visita de Peña Nieto a China en abril, que estuvo repleta de amistosas declaraciones hacia su anfitrión, fue devuelta por Xi Jinping con su presencia en México entre el 4 y el 6 de junio, la primera visita de un presidente chino desde hacía casi ocho años. De esta forma, los líderes de México y China se reunieron en sus respectivos países en el lapso de dos meses, un acontecimiento histórico en las relaciones bilaterales.

La nueva cordialidad entre los dos Estados es todavía más relevante cuando se echa un vistazo a su historia reciente. Desde mediados de los 90, y especialmente durante los dos últimos sexenios de gobierno del Partido de Acción Nacional (PAN), las relaciones entre México y China habían estado marcadas por fricciones económicas y tensiones políticas. Las dos naciones formaban parte del grupo de economías emergentes, las dos contaban con potentes industrias manufactureras y las dos aspiraban a llegar a los consumidores estadounidenses. El fenómeno made in China afectó fuertemente a la industria mexicana (especialmente a su sector textil), lo que provocó numeras disputas comerciales entre ambos países. Las relaciones alcanzaron uno de sus puntos más bajos precisamente en los últimos años: primero, en 2009, cuando durante la crisis de gripe porcina China mantuvo en cuarentena a 70 turistas mexicanos; después, en 2011, cuando el entonces presidente Felipe Calderón se reunió con el Dalai Lama.

Después de más de una década de tensiones, la nueva actitud del Gobierno mexicano parece responder al pragmatismo y al nuevo contexto internacional. Varios expertos venían apuntado en los últimos años que a México le faltaba una visión más constructiva en su relación con China y que tan sólo estaba obteniendo los efectos negativos del ascenso del gigante asiático. Sin importantes reservas de materias primas (como las tienen Chile, ...