chipre

La diminuta isla de Chipre, como muchos otros países del sur de Europa, ha necesitado rescates para mantener su economía a flote durante la crisis del euro. Ahora bien, la mayoría de las veces, ha recurrido a Moscú y no a Bruselas, lo que ha suscitado dudas sobre si uno de los miembros más recientes de la Unión Europea se inclina más hacia el Este que a Occidente. Rusia concedió a Chipre un préstamo de 3.100 millones de dólares (unos 2.400 millones de euros) en 2011 y ahora está sopesando la posibilidad de ofrecer otros 6.200 millones, equivalentes a más de un tercio de la economía entera del país.

La entrada de Chipre en la UE en 2004 fue un caso controvertido, tanto por la disputa a propósito de la mitad norte de la isla, dominada por los turcos, como por su condición de refugio opaco para las inversiones rusas. De hecho, en los últimos años, se han estrechado los lazos entre los dos países, ambos cristianos ortodoxos. La atracción es, en parte, práctica: Moscú impone menos condiciones para sus préstamos que los europeos con su insistencia en la austeridad. Pero además, el presidente Demetris Christofias, educado en Rusia, el único dirigente comunista de la Unión Europea, es un acérrimo defensor del Kremlin en su política exterior y a menudo se muestra crítico con la OTAN. Este dato ha sido especialmente polémico en los últimos meses, desde que Chipre asumió la presidencia de turno de la Unión en junio. Las empresas rusas han hecho grandes inversiones en la isla y la ciudad turística de Limassol, en la parte sur, tiene ya tantos residentes rusos que los nativos han empezado a llamarla Limassolgrado.

Además, esto provoca ciertos quebraderos de cabeza a la UE en materia de seguridad. La ayuda rusa refuerza la postura del Gobierno chipriota en su conflicto con Turquía por el estatus de la mitad norte de la isla. Y Rusia quizá considera que Chipre es un activo valioso en sus esfuerzos para conservar su influencia en Oriente Medio. En enero, un barco ruso que al parecer transportaba armas para el aislado régimen de Bashar al Assad hizo escala en la isla.

Es evidente que los dos lados piensan que el acuerdo les beneficia y, dado que necesita 6.000 millones de euros para cubrir una brecha presupuestaria antes de 2015, Chipre está dispuesto a recibir ayuda de quien se la ofrezca. No obstante, podría ser contraproducente si lo que consigue es que Europa dude si debería haberle admitido en el club europeo. Después de una ronda fracasada de negociaciones para resolver la disputa con Turquía, la canciller alemana, Angela Merkel, fue absolutamente clara: Chipre, dijo, es un “país problemático” que no debería haberse convertido en miembro de la UE.