Puede que a la población de BiH se le esté acabando la paciencia ante la actual situación del país. ¿Será la última oportunidad de emplear "la pluma" o saldrá a relucir "la espada"?

En Bosnia y Herzegovina (BiH) ha habido muchas protestas y peticiones desde hace años. Las protestas las organizan diversos grupos sociales; entre otros, veteranos, madres sin pareja, jubilados, estudiantes, trabajadores, parados, víctimas de la guerra, etcétera, a menudo debido a su situación económica. Muchas veces han tenido cierto éxito, pero los cambios siempre han sido a corto plazo. Otras cuestiones por las que se han organizado acciones en BiH son la contaminación, los derechos de los animales, los derechos humanos, los derechos de la mujer y, en los últimos tiempos, la implantación del número de identidad; la demanda de que todos los ciudadanos lo tengan de un mismo tipo, que contó (se calcula) con el apoyo del 85% de la población y numerosos grupos de activistas civiles de Serbia y Croacia, pero de la que el Gobierno de Bosnia y Herzegovina hizo caso omiso.

Protestas contra la élite política bosnia por fallar a la hora de abordar la pobreza. Elvis Barukcic/AFP/Getty Images
Protestas contra la élite política bosnia por fallar a la hora de abordar la pobreza. Elvis Barukcic/AFP/Getty Images

Las protestas más recientes y más conocidas se produjeron en febrero de 2014. Fueron violentas y estallaron al mismo tiempo en muchas ciudades de la entidad de la Federación de Bosnia y Herzegovina dentro de BiH. Ha habido numerosas teorías sobre cómo se produjeron, incluida la idea de que las organizó algún partido político. Las personas que participaron en ellas cuentan que era una batalla que libraban desde hacía años, todas las semanas, frente a las oficinas cantonales de Tuzla. Personas de otras ciudades empezaron a acudir en su apoyo, hasta que alguien arrojó una piedra, y otros pensaron que era buena idea y le imitaron. Al punto de que, después de la primera ola de violencia, muchos preguntaron cuándo iba a repetirse. Hay algunos que todavía creen que la violencia es la clave y que con el Gobierno de BiH sólo sirve el miedo.

Los que detuvieron la violencia, en términos generales, fueron los propios ciudadanos, que se organizaron en asambleas en un intento de obtener los cambios necesarios por medios pacíficos. Al principio estas tuvieron lugar en todas las ciudades en las que había protestas (con la excepción de Bihac, donde denominaron al movimiento "la primavera bosnia"), y no está claro a quién se le ocurrió. Sin embargo, es innegable que se presentó a los ciudadanos de BiH la idea de que era posible introducir cambios por medios pacíficos y la mayoría la aceptó en un principio, pero luego se arrepintieron y perdieron la esperanza de conseguir nada si no era con violencia.

Dos años después de las protestas, la mayoría de las asambleas han dejado de funcionar. Aunque todas dependían de un puñado de activistas decididos a continuar su lucha pacífica, da la impresión de que la capacidad y los conocimientos de estos fueron decisivos para la supervivencia o no de cada asamblea.

Al principio, la entidad de la República Srpska, dentro de BiH, no experimentó un aumento del activismo ciudadano. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, cada vez más ciudadanos de las dos entidades empezaron a comunicarse y apoyarse, al comprender que se enfrentaban a los mismos problemas. Muchos ciudadanos de la República Srpska se quejaban de que la policía y el Gobierno eran mucho más estrictos que en la Federación y de que tenían demasiado miedo para alzar la voz.

Las principales razones de las protestas y, por tanto, los principales objetivos de las asambleas, son cuestiones que suelen calificarse de "socioeconómicas". Las pancartas más populares que aparecieron en los medios tradicionales y las redes sociales contenían estos lemas, entre otros: "Este es vuestro país, recuperadlo", "La libertad es mi nacionalidad", "Nos morimos de hambre en tres idiomas", "Por la libertad y la justicia acabaremos con cualquier gobierno", "Basta de delincuencia, nepotismo y corrupción", "¿Respeta este Estado la ley?", "Fiscales y tribunales al servicio de los criminales en el Gobierno", "Cuando la injusticia se convierte en ley, la resistencia se convierte en obligación", "Exigimos cambios", "Habéis robado durante 20 años, basta ya", "No somos nacionalistas, no somos vándalos, somos ciudadanos hambrientos", "El muro de Berlín cayó, ¿cuándo caerá el de Mostar?", "Muerte al nacionalismo, larga vida al ciudadano de Bosnia y Herzegovina", "(R)evolución de la nueva era", "BiH no pertenece a musulmanes, croatas ni serbios, nos pertenece a todos". Aunque los principales problemas parecen estar relacionados con la situación económica que padecen los habitantes de Bosnia y Herzegovina, da la impresión de que la gente culpa al sistema, la estructura y el Gobierno. Y, si bien las protestas sacaron a la luz una gran variedad de cuestiones, fueron las asambleas las que lograron articular toda la profundidad y la amplitud de los problemas, que resultaron ser mucho mayores de lo que mostraban las manifestaciones.

En general, se supone que los problemas son el motor que impulsa la movilización de los ciudadanos. Teniendo en cuenta el alcance y la dimensión de los que hay en BiH, sería razonable pensar que eso iba a empujar a un gran porcentaje de la población a intervenir en el activismo ciudadano. Sin embargo, en la práctica, es indudable que la dimensión de los problemas es precisamente lo que ha desmotivado a la gente y le ha hecho creer que el activismo ciudadano no consigue nada, por lo que se niega a seguir "perdiendo el tiempo".

Para llegar a la conclusión de que la dimensión de los problemas ha pasado de la categoría de motivación a la de obstáculo, es importante examinar varios obstáculos más. Uno de los principales en BiH es el miedo al acoso. Muchos activistas, sobre todo en Mostar y Sarajevo, se han enfrentado a multas, acusaciones, a los tribunales e incluso al cierre de sus negocios. No cabe duda de que en Bosnia y Herzegovina todo está politizado. El Gobierno no sólo es la principal fuente de empleo, sino que también tiene poder en el mercado laboral fuera de la administración, las instituciones y las empresas públicas. Incluso las comunidades locales, heredadas del sistema anterior, están hoy politizadas. Por consiguiente, en un país en el que la falta de trabajo es el principal detonante de la acción ciudadana contra las decisiones del Gobierno, la dimensión y el poder de este último son el principal factor de desmotivación. Esto queda aún más en evidencia con el problema del nepotismo generalizado, tan extendido que hasta los más fervientes activistas se han dado por vencidos, y prefieren centrar sus esfuerzos en garantizar que los que tienen trabajo, por lo menos, puedan ejercerlo. En BiH hay un dicho: "Si nuestro Gobierno no fuera tan grande, no tendría tantos familiares y amigos a los que dar trabajo".

La brecha entre el pueblo y los políticos queda patente en la indignación de la gente hacia los activistas que se incorporan a un partido político. La gran mayoría los considera traidores y egoístas. Aunque esa brecha se ve a diario, el mejor símbolo es tal vez que, mientras los políticos están hablando siempre de progreso, la gente está mucho más preocupada por evitar la destrucción total.

Otra técnica de acoso que ha empleado el Gobierno de BiH contra los ciudadanos para disuadirlos de actuar es acusarles de ser "nacionalistas"; musulmanes/bosnios contra serbios y contra croatas, y viceversa. En BiH todo debe pertenecer a una de las tres comunidades y ni las protestas ni las asambleas fueron una excepción. Al principio se destacó que las protestas estaban produciéndose en la entidad de la Federación, y no en la República Srpska. Luego, dijeron que era vital identificar a cada persona que participaba en las protestas por motivos de "nacionalidad". El ejemplo más claro fue Mostar, donde muchos de los que firmaron una petición y tenían nombre cristiano recibieron una reprimenda telefónica. No hay que olvidar que el Gobierno de BiH necesita esas divisiones, por lo que las fomenta. Además, la nacionalidad en Bosnia y Herzegovina no es sólo una cuestión interna, sino un ataque a la independencia política, porque Croacia y Serbia son países vecinos, y ambos han demostrado intenciones hostiles respecto a BiH. El resultado es que la gente tiene la sensación de que el país no es estable, seguro e independiente y, por tanto, no lo siente como "su" país. La mayoría de los habitantes se sienten atrapados en la elección entre lo que sienten y la opción más segura. Y la indecisión lleva a la inacción.

Aparte de varias formas de acoso, otros obstáculos para el activismo son la pobreza extrema, la falta de confianza en los demás y la falta de paciencia, perseverancia y educación.

En los países democráticos, el activismo ciudadano está mucho más desarrollado. Bosnia y Herzegovina se encuentra en plena transición. Sin embargo, a diferencia de muchos otros países en una situación similar, BiH no sabe en qué se está transformando. Sobre el papel se supone que será un país más democrático; en la práctica, existen muy pocas pruebas que indiquen ningún nivel de democracia y poder ciudadano. BiH tiene tres presidentes, y los tres juntos no reúnen el 20% de los votos del cuerpo electoral, por no hablar de la corrupción en las elecciones. De hecho, lo que se discute en los últimos tiempos en los círculos de activistas es si Bosnia y Herzegovina tiene o no presidente, puesto que los presidentes en funciones lo son de "los pueblos constituyentes" (un término que es crucial, pero que la mayoría de la gente en BiH no entiende lo que es, porque un croata o un serbio en Bosnia y Herzegovina es tan constituyente como un turco en Alemania), y no del país. El Gobierno se niega incluso a discutir la posibilidad de un sistema de "un ciudadano, un voto".

Bosnia y Herzegovina es la prueba de que el pueblo más pacífico puede volverse violento cuando se le presiona demasiado, y no es más que cuestión de tiempo. Las advertencias suelen caer en saco roto, y los preparativos parecen ingenuos. Los activistas suelen mencionar un dicho: "Cuídate de la furia del paciente". No es ningún secreto que la gran mayoría de la población de BiH ha sido demasiado paciente durante demasiado tiempo. Muchos se preguntan si esta es nuestra última oportunidad de emplear "la pluma" o si "la espada" va a salir a relucir antes de que entremos en razón. Aunque en Bosnia y Herzegovina quedan patentes las afirmaciones de la Teoría de los orígenes sociales, también se demuestra que la democracia es la clave y que los movimientos ciudadanos no sirven de nada, ni siquiera con la educación, los métodos, los apoyos y los argumentos apropiados, si no existe democracia.

 

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia