Modelo del robot Philae de la ESA en la Cite de l'espace (Space City) in Toulouse, France. Remy Gabalda/AFP/Getty Images)
Modelo del robot Philae de la ESA en la Cite de l'espace (Space City) en Toulouse, Francia. (Remy Gabalda/AFP/Getty Images)

Fue el primer objeto creado por el hombre en aterrizar en un cometa. La sonda Philae, transportada por la nave Rosetta, llegó a su destino el 12 de noviembre del 2014. La roca 67P había sido conquistada por la Agencia Espacial Europea (ESA), y con ella la atención de los medios de comunicación de todo el mundo durante los días de la epopeya.

El de Rosetta es el último gran titular del consorcio aeroespacial del viejo continente. Mientras, para su hermano mayor del otro lado del Atlántico y referente a todos los efectos, la Administración Nacional de la Aeronáutica y el Espacio (NASA), el último gran hit mediático ha sido la desgraciada explosión del cohete no tripulado Antares. La nave suponía uno de los primeros pasos en la semi privatización de las actividades de la Agencia, que había encargado la fabricación a la empresa Orbital. Con el accidente se perdieron casi 200 millones de dólares en equipo, sin contar los daños en las instalaciones, y se suspendió un programa que trataba de sustituir con la iniciativa privada el ya suspendido programa de transbordadores espaciales.

Ahora la NASA depende del alquiler en naves rusas para llevar a sus astronautas a la Estación Espacial Internacional. La Agencia por antonomasia vive un proceso de transición que en ocasiones parece una lenta decadencia del viejo titán aeroespacial.

 

David y Goliat

“La ESA es la única agencia espacial capaz de llevar a cabo toda una misión espacial, desde el desarrollo de las tecnologías necesarias y el diseño de un sistema, al lanzamiento y las operaciones”, me explica por correo Emmet Fletcher, de la Agencia Espacial Europea. Y eso, a pesar de ser mucho menor que su contraparte americana.

El presupuesto actual (para 2015) de la ESA es de 4.433 millones de euros. El de la NASA es cuatro veces más abultado: 15.400 millones de euros (17.460 millones de dólares) para 2015.

La Agencia Espacial Europea, en realidad, no es una institución de toda la Unión. Cuenta con el apoyo de 18 países miembro de la UE (Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, España, Polonia, Bélgica, República Checa, Dinamarca, Finlandia, Grecia, Portugal, Irlanda, Luxemburgo, Holanda, Rumanía y Suecia) y de dos fuera de la UE, Noruega y Suiza. Representa por tanto alrededor de 475 millones de europeos, frente a los algo más de 310 millones estadounidenses.

En la ESA trabajan alrededor de 2.200 personas, según datos oficiales, frente a los algo más de 16.500 de la NASA. Sin embargo, el ratio de presupuesto por empleado es mucho más elevado en la primera: unos dos millones por cabeza, frente a algo menos de un millón en Estados Unidos, lo que para algunos analistas es un indicador de ineficiencia por tamaño de la Agencia estadounidense.

 

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