Noirs dans les camps nazis

(Negros en los campos nazis)

Serge Bilé,

158 págs., Éditions du Rocher/

Le Serpent á Plumes,

Mónaco, 2005 (en francés)

El tema nunca fue estudiado en profundidad por los historiadores y ha sidoLa cuestión negra no deja de inquietar las conciencias francesas, a
juzgar por el éxito de un pequeño libro que desvela un aspecto
desconocido de la historia reciente: la deportación de ciudadanos negros
a los campos de concentración y de exterminio de la Alemania nazi. Desde
su aparición, ha estado rodeado de polémica sobre un trasfondo
de crispación de las diferentes comunidades, que reclamaban el reconocimiento
de su propio estatus de víctima.

un periodista francés de origen marfileño, Serge Bilé,
que trabaja para la RFO (cadena pública de radio y televisión
para los territorios franceses de ultramar), el primero en poner el dedo en
la llaga. Ya en 1995 dirigió una película sobre el tema: Negros
en los campos nazis
. Pero este documental, realizado en un estilo seco y conciso,
tuvo que esperar 10 años, hasta abril de 2005, para llegar a las salas
de cine. "Hasta entonces, no le había interesado a nadie",
ha dicho Bilé. Después apareció el libro, más completo
que el filme y con el mismo título, publicado por una pequeña
editorial en enero pasado. En sólo seis meses, ha vendido más
de 50.000 ejemplares. No está nada mal teniendo en cuenta que la primera
tirada fue sólo de 6.000.

 

Serge Bilé recuerda que el primer genocidio del siglo XX tuvo lugar
en 1904 con el intento de eliminación del pueblo herero, en la actual
Namibia, que se oponía a la colonización emprendida por el canciller
Bismarck. Balance: 60.000 muertos. Después, apoyándose en testimonios
de supervivientes o de quienes les habían conocido, recogidos en numerosos
países, explica, siempre en un estilo claro, que los afroalemanes fueron
esterilizados por la fuerza a partir de 1936. Al final, y éste es el
meollo del libro, cuenta cómo al menos 10.000 africanos, antillanos
y afroamericanos fueron arrastrados a la locura de los campos a causa de su
participación en combates o en movimientos de resistencia.

Entre todos estos destinos fulminados, destaca el de Carlos Greykey, un ecuatoguineano
que combatió en las filas republicanas durante la Guerra Civil española.
En Mauthausen, le humillaban obligándole a disfrazarse con un uniforme
de la guardia real yugoslava para servir la mesa a los alemanes o abrir la
puerta. Pese a ello, sobrevivió a la guerra.

 

Para el autor, las famosas leyes de Núremberg que reprimían
a los "no arios" desde 1935 no sólo concernían a
los judíos, sino también a los negros instalados entonces en
Alemania, unas 25.000 personas. "Es hora de tener en cuenta el dolor
de los nuestros en la gran historia de la Segunda Guerra Mundial. Hoy, en esta
Europa donde muchos negros son obligados a vivir, cada vez hay más gente
que busca referencias, aquí y no en otra parte (…) Eso explica
el interés por mi trabajo", ha dicho Bilé. El libro salió en
plena efervescencia de las cuestiones comunitarias sobre el racismo y la inmigración.
Debates que se intensificaron con las frases, reproducidas ampliamente en la
prensa gala, del famoso humorista negro Dieudonné, tachado muchas veces
de antisemita, que acusó a los judíos de organizar el olvido
del sufrimiento negro en la historia. Con ocasión de la conmemoración,
hipermediatizada, del 60º aniversario de la liberación de Auschwitz,
denunció la diferencia de trato en la memoria de los crímenes
contra la humanidad entre la esclavitud y la Shoah.

 

Esta tesis encontró un eco favorable sobre todo entre los jóvenes
subsaharianos (blacks) y los magrebíes (beurs) que viven en las grandes
banlieues francesas. Muchos consideran que la abolición de la esclavitud
(en 1848 en Francia) y el fin de la etapa colonial no han puesto punto final,
ni mucho menos, a la desigualdad. El hecho de que París comience a admitir
la relativa ausencia, en la memoria y la historia nacionales, de la esclavitud
y la colonización no cambia gran cosa su malestar ni su cólera
frente a la discriminación de la que se sienten víctimas.

 

Dieudonné defendió el libro de Bilé, que se las hubiera
arreglado muy bien sin su ayuda: "Hay que respetar cualquier tipo de
dolor y no tengo necesidad, para denunciar o conmemorar la tragedia negra,
de agredir a quien sea ni de minimizar el sufrimiento de otros", señaló el
periodista. Subrayó con justicia –resumiendo un sentimiento ampliamente
extendido en el país– que no puede haber "competencia entre
las víctimas", como Dieudonné dejó entender.

 

¿Olvidados?: prisioneros en el campo alemán de concentración de Dachau, uno de ellos negro, saludan a las tropas de Estados Unidos, el 3 de mayo de 1945.

¿Olvidados?: prisioneros en
el campo alemán
de oncentración de Dachau, uno de ellos negro, saludan a las tropas
de Estados Unidos, el 3 de mayo de 1945.

 

Pero el libro aún se vio envuelto en otra polémica. No logró obtener
el pasado 18 de marzo el premio de ensayo que concede el poderoso grupo audiovisual
público France Télévisions. La obra iba en cabeza desde
las primeras votaciones, pero una responsable del grupo intervino para advertir
a los miembros del jurado de que podría contener "errores de fechas
y de lugares" y de que "una investigación estaba en curso".

 

"Nadie me habló de ningún problema desde la aparición
del libro", dice, muerto de rabia, Bilé, que asegura que el voto
se "falseó". Al final, se quedó sin premio. Muy pronto,
las comunidades de antillanos, guyaneses y de la isla Reunión (unos
40.000, entre miembros y simpatizantes reconocidos) salieron al rescate de
Bilé, acusando a los intelectuales judíos de querer reducir el
libro a "simple propaganda negra". En ese momento, dos profesores
y un historiador denunciaron en una tribuna de Le Monde (el 20 de marzo) "el
método muy poco histórico" de Serge Bilé, que, según
ellos, "iba de farol". "Los negros no fueron deportados a
los campos nazis a causa del color de su piel, y ni siquiera fueron objeto
de una atención especial por parte de los nazis. Las leyes de Núremberg
sólo se dirigían a los judíos", aseguraron.

 

Esto produjo una nueva réplica de Serge Bilé, extrañado
de todo este escándalo: "No está escrito en ninguna parte
de mi libro que los nazis tuvieran un plan para deportar a los negros de Europa", ¡pero
hubo, sin embargo, negros deportados! En cuanto a las leyes de Núremberg,
prosiguió, "hubo varios textos, y son los decretos de aplicación
los que hay que tener en cuenta".

 

La obra ha tenido el mérito de iniciar un debate (recogido en numerosas
webs) sobre un tema que se ha abierto muy tarde, pero no se trata de un ensayo
exhaustivo. Les toca ahora a historiadores e investigadores ir más allá del
trabajo periodístico.

 

Claude Castéran es corresponsal literario de la agencia France Presse
y autor de
Un si court espoir (Ed. Anne Carrière, París, 2004),
y está a punto de publicar su segunda novela,
Elle avait peur de vivre.