El mundo está fragmentándose, y mucho. Prepárense para una nueva Edad Oscura.

 

Muchos creen que la crisis económica mundial es una prueba de que vivimos en un mundo unido. Pero ahora que los países están intentando corregir los errores de los dueños corporativos del universo, están volviendo a llevarnos a un futuro que se parece, sobre todo, a la Edad Media, ese periodo de conflictos amorfos entre el siglo V y el XV en el que las ciudades-Estado eran tan importantes como los países.

El Estado no es hoy un fenómeno mundialmente representativo, si es que alguna vez lo fue. Miles de millones de ciudadanos viven en conglomerados imperiales, como la Unión Europea, la Gran Esfera China de Co-Prosperidad y la incipiente Unión Norteamericana, en los que el capitalismo de Estado se ha convertido en la norma. Existen unos cien países, al menos –la mitad de los miembros de Naciones Unidas–, a los que no puede considerarse soberanos. Miles de millones de personas viven sin saber quiénes son sus gobernantes, si se trata de señores feudales locales o de distantes ejecutivos empresariales. En Egipto y en India, las elecciones democráticas se han convertido en subastas. Las ofertas de seguridad y bienestar no son meras promesas de campaña: son la campaña. La fragmentación interna de las sociedades está clara: desde Bogotá hasta Bangalore, cada vez existen más comunidades de vecinos valladas y con seguridad privada.

Este mundo difuso y fracturado estará más dirigido por las ciudades y las ciudades-Estado que por los países. En otro tiempo, Venecia y Brujas formaban un eje que impulsó la expansión comercial en toda Eurasia. Hoy, 40 ciudades y regiones representan dos tercios de la economía mundial y el 90% de su innovación. La poderosa Liga Hanseática renacerá cuando ciudades como Hamburgo y Dubai formen alianzas comerciales y actúen en zonas libres de África como las que está construyendo Dubai Ports World. Si a eso se añaden los fondos soberanos y los contratistas militares privados, nos encontramos con las ágiles unidades geopolíticas de un mundo neomedieval. Incluso durante esta crisis financiera, las multinacionales ocupan gran parte de la lista de las mayores entidades económicas del mundo.

Hay algunos aspectos positivos en un mundo en el que cada hombre puede ser una nación. Los Médicis posmodernos, como Bill Gates, Anil Ambani, George Soros y Richard Branson, asumen la responsabilidad de curar pandemias, dirigir ciudades empresariales, debilitar regímenes autoritarios y patrocinar investigaciones para salvar el clima. Pero la Edad Media fue, sobre todo, una época de miedo, incertidumbre, plagas y violencia. Y su sucesora, también. El sida, el sars, el terrorismo y la piratería, los ciclones y la subida del nivel del mar: ya no está claro cómo invertir en el futuro ni en qué futuro invertir. Para saber cómo reaccionar ante este nuevo mundo, tendrán que pasar por lo menos decenios. Todavía falta mucho para el nuevo Renacimiento.