¿Abocados al conflicto?

Un soldado norcoreano mira con unos prismáticos entre dos soldados surcoreanos en la Zona Desmilitarizada. AFP/Getty Images

La situación en el nordeste de Asia se está enrareciendo peligrosamente. Las tensiones en los diversos puntos calientes del cuadrilátero formado por China, Japón y las dos Coreas encierran el peligro de derivar en algún conflicto armado. Estas tensiones se producen en el contexto del ascenso chino y el giro asiático de Estados Unidos, que mantiene su rol de equilibrador regional, lo que está poniendo de moda la idea de que en Asia Oriental se está configurando una suerte de nueva guerra fría.

Ante las nuevas sanciones impuestas por el Consejo de Seguridad, el líder norcoreano, Kim Jong-Un, amenaza con convertir “EEUU en un mar de fuego”, al tiempo que anuncia la anulación de los pactos de no agresión con el sur. Lo del ataque nuclear norcoreano contra territorio estadounidense suena, todavía, a bravuconada hueca, pero no así sus amenazas a sus vecinos surcoreanos. Pyongyang cuenta con una temible capacidad militar convencional y hay sospechas fundadas de que, además, podría contar con un importante arsenal químico y bacteriológico.

Paralelamente, China y Japón parecen resueltas a una mayor tensión a cuenta de las islas Senkaku/Diaoyu. Recientemente hemos asistimos a una creciente escalada retórica. Japón tiene “un control efectivo de las islas Sensaku [y] no hay margen para negociar sobre ello” fueron las palabras de Shinzo Abe en diciembre al poco de confirmarse su vuelta al poder en Tokio. “Ser capaz de hacer la guerra y de ganarla es la clave de la potencia militar” habían sido las del líder chino Xi Jinping a los militares chinos un mes antes, anticipando, quizás, una línea más dura del nuevo Gobierno chino en sus disputas territoriales con sus vecinos. Y dado el creciente despliegue de ambas armadas en la zona, que alguna escaramuza fortuita pueda conducir a una conflagración mayor entra dentro de lo razonablemente posible.

A su vez, Japón y Corea del Sur, con la recién elegida Park Geun-hye al frente, mantienen su disputa por la isla Takehsima o Dokdo. Contencioso que no parece que vaya a provocar una escalada de tensiones de igual magnitud entre estos dos aliados de EE UU, pero que contribuye al enrarecimiento del clima regional y refuerza los argumentos de los que hablan de esta nueva guerra fría.

Sin embargo, este contexto se parece poco al del enfrentamiento bipolar entre EE UU y la Unión Soviética. Lo que no reduce, sino más bien al contrario, su peligrosidad. Ahora bien, el equilibrio del terror, las guerras por delegación o, sobre todo, el enfrentamiento ideológico, eje sobre el que se articuló la guerra fría, son inexistentes en la actual geopolítica del nordeste asiático. Ninguno de los países involucrados, ya sea autoritario o democrático, trata de promover su modelo entre sus vecinos. Tampoco encontramos partidos políticos o asociaciones que simpaticen más con dirigentes foráneos que con los propios. De hecho, si algo caracteriza transversalmente los contextos actuales del nordeste de Asia ...