“Toda crisis encierra también una oportunidad”. Carlos Campillos Martínez

Prácticamente, durante la totalidad de la construcción europea éste ha sido el pronóstico: Nubes y claros. Hemos tenido momentos en los que la meteorología de la Unión Europea invitaba a ir de terrazas y tomarse unas cervezas bien fresquitas. De hecho, últimamente hemos tenido también algunos de estos momentos y estamos a un paso de poder irnos de cañas con nuestros amigos de otros Estados miembros, sin preocuparnos por nuestros cargos de roaming, por ejemplo.

Sin embargo, hay siempre momentos en los que el cielo se oscurece, con el típico amigo británico que decide irse antes de tiempo o con el amigo del pueblo que insiste en que Le Pen o Wilders tienen un plan para que luzca siempre el sol. No olvidemos, sin embargo, que toda crisis encierra también una oportunidad. Los problemas de hoy en día ya no son nacionales, y por lo tanto sólo podemos hacerles frente desde un punto de vista común europeo. Como dice el poema de Milton, toda nube viste de plata. Aprovechémoslo.

Carlos Campillos Martínez es experto en Relaciones Internacionales.

 

“Un enfermo terminal al que le queda algún tratamiento posible”. Katya Cascante

Sesenta años evidencian ya muchas dificultades en un movimiento de integración como el de la Unión Europea. Si bien la última vuelta de tuerca con el Brexit, unido al austericidio, han avanzado más hacia la tesis de un enfermo terminal, lo cierto es que al enfermo le queda algún tratamiento posible. Sin embargo, explicitar más aún una Europa de dos y tres velocidades como la actual, solo puede llevar a obstáculos más profundos y divergentes. Los sacrificios de la integración de hoy no pueden pesar más sobre los más vulnerables, dentro o fuera de nuestras fronteras. Se ampliará la brecha y con ella las diferencias. Tampoco se debería dar un tratamiento VIP a un Reino Unido que se ha tirado del barco antes de achicar agua y a pesar de viajar en primera. Hay que avanzar en el proyecto político, apostando por el modelo social europeo como la mejor seña de identidad.

Kattya Cascante es profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid y coordinadora del área de Cooperación Internacional para el Desarrollo de la Fundación Alternativas.

 

“La UE resistirá”. Eli Cohén

Después de un annus horribilis, la Unión Europea puede enfrentarse en 2017 a más terremotos como el Brexit. Pero resistirá. La aparente fragilidad de la UE se debe a su decadencia emocional. En la Unión no reina la escasez económica entre sus miembros, ni existen menos libertades y más desigualdad que hace 60 años, cuando se firmó el Tratado de Roma; todo lo contrario. Ha generado una época de paz, prosperidad, libertad e igualdad sin precedentes, pero ha perdido la narrativa que en su día la hizo grande. Tiene que recuperarla, y convertir a los populismos, tanto de izquierdas como de derechas, en un bluff. El mercado común, la moneda única, la libre circulación de personas y mercancías, las ayudas al desarrollo, entre otros, han hecho de ella un gran proyecto, que ahora pasa por una época de falta de estima. No debe ser tan difícil reivindicar el proyecto europeo. Es un éxito y funciona, y por ello seguirá adelante.

Eli Cohén es abogado y analista político.

 

“No solo Europa sino el mundo precisa de una Unión Europea fuerte, libre y unida”. Mario Laborie

Con el Brexit como el signo más notorio, los sentimientos populistas, extremistas y nacionalistas están aumentando en todo el Viejo Continente, poniendo en riesgo el proyecto europeo de integración. Al mismo tiempo, los cambios geopolíticos a escala mundial, los diversos conflictos armados en nuestro vecindario, una nueva ola de terrorismo yihadista y, sobre todo, el “diluvio” migratorio son buenos ejemplos de enorme complejidad del contexto de seguridad al que se enfrenta la Unión Europea.

No obstante, el sol se asoma entre esos negros nubarrones. Ya que ningún país europeo por si solo puede afrontar los peligros que surgen de un mundo en profunda transformación, no existe otra alternativa que la cooperación. Para ello, desde un punto de vista pragmático, dejemos que cada nación elija la forma y el ritmo que le conviene. Y recordemos que no solo Europa sino el mundo en su conjunto precisa de una Unión Europea fuerte, libre y unida.

Mario Laborie es coronel, asesor político del Eurocuerpo y analista en Seguridad Internacional.

 

“La resiliencia de la unión es su mejor arma”. Salvador Llaudes

La Unión Europea está en un momento absolutamente clave del proceso de integración. 60 años no es apenas nada de tiempo para un proyecto político de esta magnitud, y, a pesar de ello, ya están produciéndose síntomas de agotamiento. El más claro, pero no el único, la (antes impensable) salida de uno de los Estados miembros. Dadas las distintas visiones existentes en el seno de la UE es difícil que la respuesta (al menos a corto plazo) sea caminar todos juntos en la búsqueda de soluciones ambiciosas para los problemas más acuciantes. Así, es más probable que los países que tengan mayor voluntad para avanzar se acaben decidiendo por ello (sin que esto implique que los demás no puedan hacerlo en el futuro), consolidando por tanto una Europa de varias velocidades. Las tensiones seguirán existiendo sin duda alguna, pero la resiliencia de la Unión es su mejor arma.

Salvador Llaudes es investigador en el Real Instituto Elcano.

 

"Como en el pasado, también ahora tenemos desafíos por delante". Hans-Günter Kellner

Nunca en la historia de la Unión Europea hemos enfrentado nuestro futuro con entusiasmo en todas partes. Como en el pasado también ahora tenemos desafíos por delante: toca superar el Brexit, las tentaciones de que cada uno vaya por su cuenta, refugiadoy e inmigración, los deseos de algunos de limitar el alcance de la unión a un mercado único… Pero el mayor desafío es la desconfianza entre los propios europeos que nos ha llegado con la crisis. Mientras tanto, España hizo una buena aportación al debate sobre el futuro con la propuesta de un presupuesto europeo con capacidad de emitir bonos que perfectamente se puede complementar con un avance en derechos sociales (sería bueno que España defendiese sus ideas con algo más de pasión), a la vez dando garantías a los socios del norte que con ello no se entra en una “unión de deudas”
(Schuldenunion), como temen los alemanes. Como sea, al final siempre se ha encontrado un buen equilibrio de intereses y no veo motivos para pensar que esto vaya a ser diferente ahora, ya que sin la Unión Europea muchos desafíos simplemente no los podremos afrontar.

Hans-Günter Kellner es colaborador de la radio alemana pública Deutschlandfunk, secretario del Círculo de Corresponsales.

 

“La UE siempre logra reinventarse”. Elisa Lledó

Ante el panorama actual, se plantean importantes dudas acerca del futuro económico y político de la Unión Europea, del desarrollo de su política exterior, de seguridad y de defensa y de su propio destino. La UE no ha parado de recibir reveses en los últimos años, lo que ha puesto en entredicho su credibilidad e incluso utilidad. El divorcio con Reino Unido, la elección de Donald Trump en EE UU y el maratón de sufragios (en curso) en varios Estados miembros, son factores que influyen e influirán en el rumbo que decida seguir Bruselas. Una buena noticia ha sido lo acaecido en Holanda que podría ‘sentar precedente’ para lo que pueda ocurrir en Francia, cuyos resultados pueden afectar al futuro de la UE, así como al tablero geopolítico y estratégico europeo y mundial. Tras la presentación del Libro Blanco sobre el Futuro de Europa y las posibles cinco vías, parece que una Europa a varias velocidades es la solución para poder avanzar. Lo que no es ninguna novedad. La UE siempre logra reinventarse. Pero para ello, serán necesarias políticas que den respuestas a los problemas de los europeos y de los propios Estados. Para que la UE conecte con sus ciudadanos es necesario que haya motivación, confianza e ilusión por parte de éstos. Que vuelvan a confiar en el proyecto.

Elisa Lledó es ayudante de investigación en la oficina del Real Instituto ElCano en Bruselas.

 

“Falta de definición de un futuro realista a la vez que ilusionante”. Áurea Moltó

Ninguna de las crisis por las que ha pasado la Unión Europea la han hecho ni más fuerte ni más débil. Las crisis, pero también el paso del tiempo y las nuevas generaciones de europeos, han creado una Europa diferente. Es difícil imaginar de qué manera los países habrían afrontado en estos 60 años las turbulencias económicas y los conflictos en territorio europeo o en sus fronteras de forma individual, sin el escudo del “interés común” que proporciona a fin de cuentas la UE. Pese a que la situación actual es de fragmentación europea y de reconfiguración del mundo, la lógica de la integración es tanto o más válida hoy, y no solo para Europa. A 2017 la Unión llega gracias a la “geometría variable”, las “dos velocidades” y la flexibilidad que de una manera u otra se han adoptado en función de quiénes eran los líderes y qué obstáculos surgían en seis décadas de integración. Esta capacidad de adaptación o de “salir del paso” no es un inconveniente. El problema está en la falta de definición de un futuro realista a la vez que ilusionante.

Áurea Moltó es subdirectora de Política Exterior y directora de politicaexterior.com

 

 “La Unión se cubre de nubes en lo político y en las políticas”. Pol Morillas

Nunca antes la Unión Europea se preparaba para menguar. Las ampliaciones hacia el sur en los 80 y el este en el 2000 evidenciaron su poder transformativo. A la vez que se expandía, también se profundizaba, matizando la primacía del Estado nación en las relaciones internacionales. La UE creó su propia moneda, eliminó fronteras internas y avanzó en una política de defensa común: hitos post soberanos donde los haya. Pero con el siglo XXI, empezó a mostrar señales de fatiga. Primero fue la crisis del euro, luego la de los refugiados y ahora el Brexit. La Unión se cubre de nubes en lo político (toman fuerza las críticas a su existencia misma) y en las políticas (fallan, como mínimo, Schengen y la Unión Económica y Monetaria). Conscientes de ello, aparecen claros en forma de un total rethink desde Bruselas. Del ever closer union a las “distintas velocidades” y la “integración diferenciada”. Si los debates cristalizan en un plan para adaptar la Unión a los nuevos tiempos, no habrá habido mal que por bien no venga.

Pol Morillas es Investigador Principal para Europa en el CIDOB y profesor asociado de la Universidad Autónoma de Barcelona.

 

“Europa es producto del acelerón de las últimas dos décadas”. Carlos Murillo

Lo que se observa hoy en Europa es producto del acelerón de las últimas dos décadas. Quisieron correr mucho, como si las diferencias hubieran sido superadas de la noche a la mañana. Conforme se profundizó la integración política y se evidenciaron las brechas económicas entre los países, comenzaron las reacciones opuestas a más integración. Además, se desatendió el entorno mundial, como si la Unión Europea fuera una isla desconectada de los procesos internacionales, cuando dentro de ella hay actores estatales con proyección global. Tal fue el acelerón que ahora algunos no tienen claro si continuar a ese ritmo o retirarse (Brexit), sin considerar una opción intermedia: revisar lo alcanzado hasta ahora y corregir lo que esté dando problemas (esto implica dar marcha atrás). Por eso se trata de un escenario político con nubes (o más bien grandes nubarrones que amenazan con tormentas) y claros que animan a continuar la marcha.

Carlos Murillo es catedrático de relaciones internacionales en la Universidad Nacional de Costa Rica.

 

“Un progreso socioeconómico más equitativo y justo para todos”. Irene Savio

Veo a la Unión Europea frente a numerosas amenazas externas e internas pero también como un territorio habitado por numerosos ciudadanos que desean un progreso socioeconómico más equitativo y justo para todos. Buena parte de la UE ha alcanzado la unión monetaria, lo que falta es una unión política y acciones para evitar que los Estados miembros puedan actuar en solitario, desprestigiando el principio fundacional de ‘comunidad europea’. Este logro no es utópico, aunque para alcanzarlo será necesario que Bruselas busque decisiones consensuadas entre los miembros e independientes de actores externos. Que sepa liberarse de teorías económicas y estilos de vida extremamente centrados en la acumulación de poder y riqueza, en detrimento de los derechos de los trabajadores. Que reconozca y aprecie su diversidad cultural y su carácter de emisora y receptora de migración. Que tienda puentes con los países vecinos y que logre que algunas de estas naciones se adhieran a su proyecto. En los últimos 60 años, no se han producido conflictos armados importantes en suelo europeo. Este debe ser el gran incentivo.

Irene Savio es periodista en Roma y autora de Mi nombre es refugiado.