
La presidenta Dilma Rousseff se enfrenta a los retos de estabilizar los números macroeconómico y conservar las alianzas políticas en un contexto internacional menos favorable y con una fuerte caída de su popularidad entre la opinión pública brasileña. He aquí un repaso político, económico y social del gigante americano, un país no exento de grandes desafíos en el horizonte.
Las elecciones presidenciales Brasil en 2014 fueron sin lugar a dudas un plebiscito para la gestión del Partido de los Trabajadores. La campaña electoral se trató de una clara demostración de los supuestos dos modelos de país que se enfrentaban. Por un lado el continuismo del PT, que tras 12 años en el poder (ocho de Luiz Inacio Lula da Silva y cuatro de Dilma Rousseff) prometía una rol activo del Estado, con políticas fiscales expansivas y una visión económica heterodoxa. En la vereda de enfrente, el PSDB de Aécio Neves se posicionaba como una fuerza de centro-derecha, más rigurosa que los primeros en mantener las cuentas públicas en orden, en la profesionalización del Estado y el incentivo a la actividad privada. La defensa del PSDB de un Estado equilibrado fiscalmente fue utilizada por Dilma Rousseff para atacar a Aecio durante los diversos debates preelectorales. La candidata oficial apuntaba a que la vuelta del PSDB al Gobierno significaría un regreso a las medidas de ajuste, abriendo inclusive un interrogante sobre la continuidad de las políticas sociales en caso el PT abandonara el poder.
Hoy, ya entrado el año 2015 y observando las primeras decisiones adoptadas por Dilma Rousseff en su flamante segundo mandato, se podría afirmar, sin temor a equivocarse, que el debate electoral no fue una honesta representación de la realidad. La primera gran medida de la reelecta mandataria fue designar a Joaquim Levy como reemplazante de Guido Mantega al frente del Ministerio de Hacienda. Levy, doctorado en la Universidad de Chicago es un cuadro económico que si bien fue recibido con beneplácito por los mercados no necesariamente respondía a los lineamientos propuesto por Dilma en la campaña. El líder opositor Aécio Neves fue categórico en definir la designación de Levy. El Tucano sostuvo: “Es como llamar al jefe de la KGB para dirigir la CIA”.
La nueva conducción económica ha impulsado un paquete de ajustes que busca corregir los desequilibrios macroeconómicos que afectan al país. Solo a modo de ejemplo vale la pena repasar algunos números. En 2014 la suma de los estados municipales, estaduales y federales arrojaron un déficit fiscal de 12.000 millones de dólares (unos 11.000 millones de euros), lo que representa el peor resultado en los últimos 13 años. El Ejecutivo ha tomado nota de esta luz roja y trabaja para evitar que las cuentas continúen deteriorándose. Las medidas adoptadas en lo que va del año podrían resumirse en recortes de gastos y aumentos de impuestos. La calificación de deuda brasileña ha sido revisada ...
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