Meta: Cientos de miles de madres mueren cada año en el momento de dar a luz; el objetivo es reducir la mortalidad materna en tres cuartas partes mediante la disponibilidad de parteras preparadas y el acceso a servicios sanitarios de emergencia. También se insta a los países a que proporcionen a las mujeres el acceso universal a la sanidad reproductiva, incluidos la planificación familiar y los servicios neonatales.

Realidad: Se ha avanzado poco y al mundo le está costando ponerse al día. En 2008 murieron unas 358.000 mujeres de causas tratables mientras daban a luz, un descenso respecto a las 546.000 en 1990, según un informe de la OMS hecho público esta semana. No obstante, la velocidad a la que se progresa es “menos de la mitad de la que se necesita” para alcanzar el objetivo, dice el informe.

Hace ya tiempo que el planeta sabe lo importantes que son las mujeres para el desarrollo. A mediados de los 90, los especialistas en ciencias sociales empezaron a notar que las mujeres desempeñaban un papel crucial para la reducción de la pobreza doméstica, al gastar sus ingresos en cosas como la educación y la salud de sus hijos. La conclusión evidente fue que mejorar la situación de éstas tendría repercusiones en otras facetas del desarrollo.

Sin embargo, ésta es la primera vez que ha habido una verdadera decisión política de llevar los resultados de esa investigación a la práctica. La estrategia para la salud de las mujeres y los niños, anunciada el 6 de agosto por el secretario general de la ONU, destaca los efectos secundarios que tiene en la pobreza, la productividad económica y el crecimiento. La esperanza es que trabajar para mejorar las vidas de las mujeres no vaya en detrimento de otros objetivos sino que, al contrario, los impulse.