LIONEL BONAVENTURE/AFP/Getty Images
LIONEL BONAVENTURE/AFP/Getty Images

Las redes sociales han cambiado la manera en la que seguimos las crisis internacionales.

El seguimiento de los conflictos internacionales ha vivido una profunda transformación con la llegada de Twitter, Facebook y otros canales de lo que se conoce como web 2.0. El cambio principal es cierta desintermediación. Ahora lo que sucede sobre el terreno llega a nosotros sin tener que pasar por el filtro de cadenas de radios o televisiones.

Esta nueva manera de informarse es posible porque en las redes sociales y en Internet han aparecido nuevos actores que informan sobre un conflicto: testigos sobre el terreno, bandos implicados en la contienda, prensa local, blogueros independientes, freelances, etcétera. Sólo hay que recordar el reciente caso del vecino de Raqqa, Abdulkarer Hariri (@3bdUlkaed6r) que anunció en Twitter el inicio de los bombardeos de Estados Unidos contra el Estado Islámico en Siria el pasado mes de septiembre.

Se habló mucho de la influencia de las redes sociales durante la Primavera Árabe, pero ha sido a partir de la guerra de Siria cuando se ha vivido una eclosión de esta manera de informar. Un caso paradigmático ha sido Eliot Higgins, bloguero también conocido como Brown Moses, quien, desde el ordenador de sus casa, comenzó realizando detallados análisis del armamento que ambos bandos utilizan en este conflicto.

El trabajo de Higgins destacó especialmente con la polémica por la masacre de Ghouta que mantuvo con el veterano periodista Seymour Hersh, famoso por destapar la masacre de My Lai en 1969 durante la guerra de Vietnam. Éste último defendió que las municiones con las que se perpetró aquel ataque químico en agosto de 2013 no eran las mismas usadas por el régimen sirio. Pero el bloguero demostró con un trabajo muy documentado con las fuentes disponibles en Internet y Redes Sociales que tras esta acción sí que estaba Damasco.

Esta polémica entre Hersh y Higgins fue puesta de ejemplo por openDemocracy para mostrar cómo los nuevos canales en la web 2.0 pueden competir con el periodismo tradicional para aportar datos fiables. En especial, el trabajo del bloguero destaca por los mecanismos colaborativos que utiliza para corroborar la información. Por ejemplo, otra información que destapó fue la localización de la decapitación de James Foley.

Pero en las Redes Sociales no todo es información pura y dura. También es terreno abonado para la propaganda. La ausencia de intermediación en Twitter, Facebook, YouTube propicia que hoy en día muchos bandos en conflicto los utilicen para ganarse las simpatías de la opinión pública mundial, o conseguir adeptos para su causa. En este último caso está el ampliamente comentado ejemplo del Estado Islámico.

Esta versión 2.0 de ganarse la mente y los corazones la hemos visto en el reciente conflicto en Gaza entre Israel y Hamás. En los compases iniciales de la Operación Margen Protector, pudimos ver como ambos bandos competían por popularizar sus hashtags: #IsraelUnderFire y #GazaUnderAttack. El primero promovido por el Gobierno israelí que reclutó a centenares de estudiantes para que ...