El mayor triunfo desde la Segunda Guerra Mundial ha sido que las grandes potencias no se tomaran la revancha. Pero, aunque el mundo haya evitado otro gran conflicto , el número de guerras civiles está disparándose. Ha habido 127 entre 1945 y 2002. Peor, esas guerras civiles se prolongan, a veces durante décadas. Y cómo apagar esos fuegos ha tenido en vilo a la comunidad internacional casi durante el mismo tiempo. Pero Ann Hironaka, profesora de la Universidad de Minnesota (EE UU), asegura que es hora de que las grandes potencias escojan un bando y fuercen un vencedor en estos conflictos. Según ella, el sistema internacional es el problema, no la solución. En su nuevo libro, Neverending wars (Las guerras de nunca acabar), explica cómo los Estados débiles, perpetuamente vulnerables a la guerra civil, sobreviven: gracias al lento, pero constante goteo de la ayuda extranjera. Hironaka sostiene que el sistema internacional es responsable de acabar con estos conflictos. En el mundo sin reglas de los comienzos de la Europa moderna, dice, los Estados fallidos eran "eliminados por los vecinos más poderosos. Aquéllos no eran soberanos en la forma en que lo son los occidentales", dice Hironaka. "Los políticos necesitan entender lo que está pasando".

Muchos estudiosos, sin embargo, piensan que es Hironaka quien está fuera de juego. Paul Collier, economista y experto en África de la Universidad británica de Oxford, dice que esta teoría se suma a la tesis de dar una oportunidad a la guerra. Pero incluso Collier admite que el modo en que el mundo maneja la propagación de las guerras civiles debe reconsiderarse. En su opinión, los gobiernos occidentales deberían hacer de las garantías para la seguridad, y no de la ayuda internacional, su primer objetivo para tratar con Estados vulnerables a los conflictos. Que las democracias ricas estén preparadas para pagar el precio necesario en sangre es otra cuestión.

El mayor triunfo desde la Segunda Guerra Mundial ha sido que las grandes potencias no se tomaran la revancha. Pero, aunque el mundo haya evitado otro gran conflicto , el número de guerras civiles está disparándose. Ha habido 127 entre 1945 y 2002. Peor, esas guerras civiles se prolongan, a veces durante décadas. Y cómo apagar esos fuegos ha tenido en vilo a la comunidad internacional casi durante el mismo tiempo. Pero Ann Hironaka, profesora de la Universidad de Minnesota (EE UU), asegura que es hora de que las grandes potencias escojan un bando y fuercen un vencedor en estos conflictos. Según ella, el sistema internacional es el problema, no la solución. En su nuevo libro, Neverending wars (Las guerras de nunca acabar), explica cómo los Estados débiles, perpetuamente vulnerables a la guerra civil, sobreviven: gracias al lento, pero constante goteo de la ayuda extranjera. Hironaka sostiene que el sistema internacional es responsable de acabar con estos conflictos. En el mundo sin reglas de los comienzos de la Europa moderna, dice, los Estados fallidos eran "eliminados por los vecinos más poderosos. Aquéllos no eran soberanos en la forma en que lo son los occidentales", dice Hironaka. "Los políticos necesitan entender lo que está pasando".

Muchos estudiosos, sin embargo, piensan que es Hironaka quien está fuera de juego. Paul Collier, economista y experto en África de la Universidad británica de Oxford, dice que esta teoría se suma a la tesis de dar una oportunidad a la guerra. Pero incluso Collier admite que el modo en que el mundo maneja la propagación de las guerras civiles debe reconsiderarse. En su opinión, los gobiernos occidentales deberían hacer de las garantías para la seguridad, y no de la ayuda internacional, su primer objetivo para tratar con Estados vulnerables a los conflictos. Que las democracias ricas estén preparadas para pagar el precio necesario en sangre es otra cuestión.