Oriente Medio está viviendo la mayor y más veloz carrera de armamentos del mundo, y ahora todos quieren ser nucleares. Israel ya lo es y las aspiraciones de Irán están extendiéndose por toda la región. ¿Quién arrojará la primera bomba?
En el Libro de los Jueces, el guerrero judío Sansón, dotado de una fuerza sobrenatural, es seducido por la filistea Dalila para que le revele el secreto de su poder. Cuando ella le corta la melena, sus compinches le capturan y le dejan ciego. En su ira vengativa, Sansón derriba dos columnas de un templo en Gaza, que al derrumbarse acaba con su vida... y con la de miles de filisteos. Fue el primer acto de sacrificio suicida. Según la Biblia, en aquellos tiempos los filisteos, que disponían de armas de hierro, prohibían a los israelitas tener herreros por temor a que adquirieran los medios necesarios para competir en el campo de batalla. Con este pasaje bíblico en la mente, Israel llamó a su programa nuclear Opción Sansón, una estrategia desarrollada sobre todo para disuadir al enemigo (y quizá destruirle), pero también con el potencial para autoaniquilarse.
Ahora, el equilibrio de poder en Oriente Medio está cambiando. Irán es el gran vencedor de la ocupación estadounidense de Irak, y su influencia se ha ido extendiendo poco a poco a Siria y a los países del Golfo. Por contra, la influencia israelí parece haber disminuido desde el fracaso de las negociaciones de Camp David II con los palestinos en 2000. Aquel año, Israel se retiró de forma unilateral del sur de Líbano, un gesto desesperado que repitió cinco años más tarde en Gaza en 2005. Hezbolá y Hamás han pasado de ser milicias islamistas a actores elegidos en las urnas con el firme apoyo de Teherán. Mientras, los regímenes árabes moderados siguieron reclamando un amplio acuerdo de paz con Israel mediante la iniciativa de la Liga Árabe, presentada en Beirut en 2002 y resucitada en Riad en 2007, a la que Israel no respondió. En una región en la que seguridad es sinónimo de estabilidad, la carrera de armamentos no es nada nuevo, pero la diferencia es que en los próximos años habrá dos potencias nucleares. Más allá de las alertas sobre guerras apocalípticas de los más agoreros, la respuesta sobre cómo podrá avanzar, y quizá terminar, este prolongado conflicto puede hallarse en los orígenes bíblicos y en la misma historia del Estado de Israel.
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Tel Aviv disfruta de la hegemonía regional gracias a la habilidad del sionismo para lograr el apoyo de las superpotencias antes y después del Holocausto, una tragedia que despertó una enorme simpatía hacia los judíos en la psique occidental. Mientras, las potencias coloniales europeas colocaban a gobernantes autoritarios en los países árabes para asegurarse el lucrativo recurso energético que constituía el petróleo. Con un colonialismo en declive y un nacionalismo árabe en ascenso, los satélites de Estados ...
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