Líderes tribales hablan con un oficial del Ejército paquistaní en Miran Shah, Waziristán del Norte, Pakistán. John Moore/Getty Images
Líderes tribales hablan con un oficial del Ejército paquistaní en Miran Shah, Waziristán del Norte, Pakistán. John Moore/Getty Images

La operación Zarb-e-Azb tiene por objetivo declarado acabar con los santuarios terroristas en la agencia de Waziristán del Norte.

Recientemente, las Fuerzas Armadas paquistaníes lanzaron la operación Zarb-e-Azb (afilado y cortante) contra la insurgencia talibán en Waziristán del Norte, una de las siete agencias o distritos que forman las Áreas Tribales de Administración Federal, fronterizas con Afganistán. La operación se venía anunciando periódicamente desde 2010, y ha estado precedida por unas infructuosas negociaciones de paz con el Tehreek-e-Taliban Pakistan (TTP), el principal grupo talibán del país. El objetivo declarado de la ofensiva es acabar con la presencia de terroristas en la zona

Waziristán del Norte es base de operaciones de numerosos grupos insurgentes/terroristas, incluidos talibanes afganos y paquistaníes, islamistas uzbekos y uigures o la propia Al Qaeda. Algunos de ellos se enfrentan abiertamente al Estado paquistaní, mientras que otros se limitan a operar al otro lado de la frontera, contra las fuerzas afganas y de la OTAN.

Desde 2004 se han venido produciendo enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad de Pakistán y distintos grupos talibanes en la región, intensificados a partir de finales de 2007 con la creación del Tehreek e Taliban Pakistan. Entre 2009 y 2010, el Ejército lanzó la operación Rah-e-Nijat (camino de salvación) en Waziristán del Sur, logrando desalojar el liderazgo del TTP, que se refugió en la vecina agencia de Waziristán del Norte. Una ofensiva que acabara finalmente con el TTP se preveía inminente. Sin embargo, han debido de pasar cerca de cuatro años para que esta se produjera.

Los intereses de Islamabad en Afganistán, la indecisión del general Kayani, Jefe de Estado Mayor del Ejército hasta 2013, y los intentos de negociación con el TTP por parte del Gobierno de la Pakistan Muslim League Nawaz (PML-N), en el poder desde mayo del año pasado, han contribuido a retrasar la intervención en Waziristán.

Pakistán y, particularmente su Ejército, consideran de interés estratégico el mantener un régimen amigo y a ser posible dependiente en Kabul. Esto se deriva de la hostilidad que mantiene el país con India desde su independencia en 1947. Islamabad desarrolló el concepto de “profundidad estratégica” en los 70, considerando que, en caso de conflicto militar con India, necesitaba mantener su frontera occidental tranquila.

Los intentos de influenciar Afganistán llevaron al apoyo, por parte de Islamabad, a diversas facciones muyahidines durante la guerra contra los soviéticos, en los 80 y durante la guerra civil que se desató en el país vecino tras la retirada rusa. A mediados de los 90, y hasta su caída en 2001, Pakistán fue el principal apoyo del régimen talibán afgano.

Tras la invasión estadounidense de Afganistán en 2001 y la alianza a regañadientes de Islamabad con los estadounidenses, Pakistán ha tratado de mantener cierta influencia sobre su vecino mediante su apoyo, más o menos encubierto, a diversas facciones. La principal de ellas la constituyen los propios talibanes afganos, con el Mulá Omar a la cabeza. Una muy importante para Pakistán, y a la que se considera responsable de varios ataques bastante sofisticados en Afganistán, es el clan Haqqani, cuyo centro de operaciones se halla en Miramshah, Waziristán del Norte. Otra facción local que opera desde esta agencia es la liderada por Hafiz Gul Bahadur, quien mantenía acuerdos con el Ejército desde 2005 por los que se comprometía a centrar sus actividades en territorio afgano y no atacar a las fuerzas paquistaníes.

La presencia en Waziristán del Norte del clan Haqqani y las fuerzas de Bahadur, aliados de Islamabad o, cuando menos, herramientas de influencia en el país vecino, habría contribuido a frenar el lanzamiento de una ofensiva en la zona.

Un factor que recientemente se ha revelado de manera un tanto sorprendente ha sido la reticencia del ex Jefe del Estado Mayor del Ejército (COAS, en sus siglas en inglés), general Kayani, que estuvo al frente de la institución más poderosa del país entre 2007 y 2013. Hace unas semanas, el ex portavoz del departamento de relaciones públicas de las Fuerzas Armadas del país (ISPR, en sus siglas en inglés), mayor general Athar Abbas, hacía unas declaraciones en una entrevista para la BBC en las que achacaba el retraso en el lanzamiento de la operación al general Kayani.

El alto mando del Ejército habría dado su aprobación a una intervención en Waziristán del Norte en 2010, para ser llevada a cabo en 2011. Según Abbas, esta no se produjo por la indecisión de Kayani, a quien acusa de debilidad y de no querer asumir una responsabilidad que pudiera empañar su imagen. Añade que Kayani continuó obstaculizando y retrasando la operación hasta su retirada como COAS, lo que permitió a los militantes recuperarse de la operación en Waziristán del Sur y hacerse fuertes.

Finalmente, el nuevo primer ministro, Nawaz Sharif, del PML-N, sorprendió a propios y extraños al lanzar unas negociaciones con el TTP tras su llegada al poder en mayo de 2013. Las conversaciones, avocadas al fracaso ante las irreales demandas de los talibanes y la incapacidad del liderazgo del TTP de imponer un alto el fuego efectivo, se rompieron definitivamente el pasado mes de mayo.

El último año ha estado, asimismo, salpicado de atentados de diversa envergadura llevados a cabo por el TTP y otros grupos afines establecidos en las áreas tribales, como el Movimiento Islámico de Uzbekistán (MIU). Precisamente, el ataque por parte de 10 miembros del MIU contra el aeropuerto de Karachi el 8 de junio, que se saldó con una treintena de muertos, podría haber sido el detonante que precipitara la operación. En cualquier caso, el nuevo COAS, general Raheel Sharif, parecía querer dar impulso a la lucha contra los militantes y demostrar su capacidad de decisión desde que sucedió a Kayani en noviembre de 2013.

En cuanto a las operaciones militares propiamente dichas, poco se sabe más allá de los comunicados oficiales del Inter-Services Public Relations. El acceso a la zona está vetado por el Ejército, que ha acordonado la agencia y solo permite la salida de la población civil. Hasta mediados de julio de 2014, la operación se centró en bombardeos por parte de la aviación y los helicópteros de las Fuerzas Armadas. El comienzo de la operación terrestre el pasado 30 de junio ha venido acompañado por un aumento de las bajas en las filas del Ejército. Hasta el momento las bajas entre los militantes rondan el medio millar, siempre según el ISPR.

Otra consecuencia de la operación, puede que no deseada pero sí esperada, es el desplazamiento masivo de la población civil hacia regiones vecinas, principalmente el distrito de Banu, en la provincia de Khyber-Pakhtnunkhwa, adonde han llegado entre 400.000 y 600.000 personas que malviven en condiciones penosas en campos de refugiados levantados de manera apresurada.

El Ejército ha sabido vender la operación a la población de Pakistán, por otra parte bastante cansada de las actividades de los militantes y de la falta de respuesta de su Gobierno. En el comienzo de la ofensiva, los comunicados militares se referían siempre a los militantes muertos en sus ataques como extranjeros, particularmente uzbekos, presentando así la operación como una lucha contra elementos ajenos a Pakistán.

A pesar de las reiteradas declaraciones por parte del ISPR afirmando que la operación va dirigida contra todos los terroristas en Waziristán del Norte, existen sospechas de que el clan Haqqani está siendo eximido de los ataques. Tanto el comandante de las fuerzas de la OTAN en Afganistán, general Joseph Dunford, como el ministro de Exteriores afgano, Ahmed Shakib Mustaghni, han acusado a Islamabad en los últimos días de no estar atacando a los Haqqani.

La operación Zarb-e-Azb va a resultar sin duda un duro golpe para el TTP y los militantes del MIU. Sin embargo, el liderazgo del TTP se encuentra en las provincias afganas de Kunar y Nuristán, amparados por la inteligencia afgana, según denuncia Pakistán.

Es de esperar que la operación se prolongue por espacio de algunos meses más, momento en el que se proclamará victoria de manera oficial y probablemente se permita al clan Haqqani y otros elementos afines volver a operar en Afganistán desde esta región, sirviendo con ello a los intereses paquistaníes en el país vecino.