Nunca ha habido tantas lenguas en peligro de extinción.
Las lenguas mueren a causa de la guerra, el genocidio, la enfermedad, la baja
natalidad y decisiones gubernamentales. Pero la globalización podría
ser la mayor amenaza. A medida que el mundo se interconecta más, muchos
de los que hablan lenguas minoritarias, especialmente los jóvenes, consideran
su lengua materna una desventaja económica y social, y dejan de usarla.
De las 6.800 lenguas vivas conocidas, más de 400 están
en vías de extinción (al contar con unos pocos hablantes, todos
ellos de edad avanzada), alrededor de una cuarta parte de ellas son utilizadas
por menos de mil personas, y probablemente la mitad habrán desaparecido
a finales del siglo XXI.

 

Donde viven las lenguas

La salud ecológica y la lingüística están estrechamente
relacionadas. Las zonas más ricas en aves y mamíferos tienden
a ser aquellas menos afectadas por la modernidad, y este aislamiento permite
que muchas lenguas sobrevivan. La mayoría de las lenguas poco habladas
del planeta pueden encontrarse a lo largo del ecuador, en parajes tropicales
montañosos o selváticos. En Papúa Nueva Guinea, por ejemplo,
existen 832 lenguas vivas, mientras que en Indonesia hay más de 700.
Por el contrario, las regiones con muchas especies en peligro de extinción
o ya extinguidas son también lingüísticamente vulnerables.

Gráfico representando las lenguas vivas por continente.

 

Donde mueren las lenguas

La mayor concentración de lenguas en vías de extinción
está en el mundo de habla inglesa, un hecho que puede atribuirse directamente
a la colonización. Aunque EE UU, Canadá y Australia (todas antiguas
colonias británicas) representan sólo alrededor de un 8% de las
lenguas vivas del mundo, en su territorio se hablan más de la mitad de
las lenguas que están en la lista de amenazadas. Por ejemplo, 138 de
las 261 lenguas aborígenes de Australia están ya casi extinguidas.


Gáfico representando la distribución de lenguas en peligro de extinción

 

Más diversidad

El inglés, la lengua del comercio global, no se convertirá en
el idioma más hablado del siglo xxi. El chino, que es ya la lengua más
popular, tendrá casi el triple de hablantes que el inglés en 2050,
y el hindi urdu, el español y el árabe casi lo habrán alcanzado.
En lugar de abrazar todos un solo idioma, la población mundial estará
dividida más equitativamente entre varias lenguas principales. Este cambio
será muy similar al ocurrido en Europa en el siglo xv, tras el desarrollo
de la imprenta: una revolución en las comunicaciones tan trascendental
como el desarrollo de Internet. La imprenta no reforzó el latín
(entonces idioma internacional), sino que hizo que se sustituyera por las muchas
lenguas vernáculas que se convirtieron en las lenguas europeas modernas.

Gráfico representando mayoritarias del mundo

 

Galés revitalizado

El uso más repartido de las lenguas mayoritarias no salvará
a las minoritarias, aunque las que están en peligro de extinción
sí pueden recibir cierta ayuda, como ha ocurrido con el galés.
Su uso en el Reino Unido es muy anterior al del inglés, pero el idioma
sufrió un declive a causa de la revolución industrial y de la
mayor movilidad de la población dentro y fuera de Gales. En las últimas
dos décadas, sin embargo, las autoridades galesas han hecho un esfuerzo
muy eficaz por mantener con vida su lengua. El galés tiene ahora una
presencia mucho mayor en la televisión y la radio regionales, así
como en la escuela, y conocer el idioma es uno de los requisitos para conseguir
muchos de los puestos en la Administración. La revitalización
del galés ha coincidido con una mayor autonomía de Gales y con
un periodo de fuerte crecimiento económico en la zona.

 

Conservar lo hablado

Las agencias internacionales como la Unesco, junto con algunos fondos especializados
y ONG, son las que poseen una mayor conciencia de la crítica situación
que atraviesan las lenguas minoritarias, y del desastre cultural que supondría
su desaparición, por lo que están afrontando el reto de documentarlas.
La tarea es cara, y de enormes proporciones: cuesta unos 200.000 dólares
crear un registro de la lengua en sus formas oral y escrita, y quedan unas 3.000
lenguas por preservar. Pero un esfuerzo de estas características podría
reducir la amenaza que supone la globalización para unas comunidades
que de otro modo no van a recibir beneficio alguno de la creciente interconexión
del mundo.

Nunca ha habido tantas lenguas en peligro de extinción.
Las lenguas mueren a causa de la guerra, el genocidio, la enfermedad, la baja
natalidad y decisiones gubernamentales. Pero la globalización podría
ser la mayor amenaza. A medida que el mundo se interconecta más, muchos
de los que hablan lenguas minoritarias, especialmente los jóvenes, consideran
su lengua materna una desventaja económica y social, y dejan de usarla.
De las 6.800 lenguas vivas conocidas, se cree que más de 400 están
en vías de extinción (al contar con unos pocos hablantes, todos
ellos de edad avanzada), alrededor de una cuarta parte de ellas son utilizadas
por menos de mil personas, y probablemente la mitad habrán desaparecido
a finales del siglo xxi. Nicholas Ostler

Donde viven las lenguas

La salud ecológica y la lingüística están estrechamente
relacionadas. Las zonas más ricas en aves y mamíferos tienden
a ser aquellas menos afectadas por la modernidad, y este aislamiento permite
que muchas lenguas sobrevivan. La mayoría de las lenguas poco habladas
del planeta pueden encontrarse a lo largo del ecuador, en parajes tropicales
montañosos o selváticos. En Papúa Nueva Guinea, por ejemplo,
existen 832 lenguas vivas, mientras que en Indonesia hay más de 700.
Por el contrario, las regiones con muchas especies en peligro de extinción
o ya extinguidas son también lingüísticamente vulnerables.

Gráfico representando las lenguas vivas por continente.

 

Donde mueren las lenguas

La mayor concentración de lenguas en vías de extinción
está en el mundo de habla inglesa, un hecho que puede atribuirse directamente
a la colonización. Aunque EE UU, Canadá y Australia (todas antiguas
colonias británicas) representan sólo alrededor de un 8% de las
lenguas vivas del mundo, en su territorio se hablan más de la mitad de
las lenguas que están en la lista de amenazadas. Por ejemplo, 138 de
las 261 lenguas aborígenes de Australia están ya casi extinguidas.


Gáfico representando la distribución de lenguas en peligro de extinción

 

Más diversidad

El inglés, la lengua del comercio global, no se convertirá en
el idioma más hablado del siglo xxi. El chino, que es ya la lengua más
popular, tendrá casi el triple de hablantes que el inglés en 2050,
y el hindi urdu, el español y el árabe casi lo habrán alcanzado.
En lugar de abrazar todos un solo idioma, la población mundial estará
dividida más equitativamente entre varias lenguas principales. Este cambio
será muy similar al ocurrido en Europa en el siglo xv, tras el desarrollo
de la imprenta: una revolución en las comunicaciones tan trascendental
como el desarrollo de Internet. La imprenta no reforzó el latín
(entonces idioma internacional), sino que hizo que se sustituyera por las muchas
lenguas vernáculas que se convirtieron en las lenguas europeas modernas.

Gráfico representando mayoritarias del mundo

 

Galés revitalizado

El uso más repartido de las lenguas mayoritarias no salvará
a las minoritarias, aunque las que están en peligro de extinción
sí pueden recibir cierta ayuda, como ha ocurrido con el galés.
Su uso en el Reino Unido es muy anterior al del inglés, pero el idioma
sufrió un declive a causa de la revolución industrial y de la
mayor movilidad de la población dentro y fuera de Gales. En las últimas
dos décadas, sin embargo, las autoridades galesas han hecho un esfuerzo
muy eficaz por mantener con vida su lengua. El galés tiene ahora una
presencia mucho mayor en la televisión y la radio regionales, así
como en la escuela, y conocer el idioma es uno de los requisitos para conseguir
muchos de los puestos en la Administración. La revitalización
del galés ha coincidido con una mayor autonomía de Gales y con
un periodo de fuerte crecimiento económico en la zona.

 

Conservar lo hablado

Las agencias internacionales como la Unesco, junto con algunos fondos especializados
y ONG, son las que poseen una mayor conciencia de la crítica situación
que atraviesan las lenguas minoritarias, y del desastre cultural que supondría
su desaparición, por lo que están afrontando el reto de documentarlas.
La tarea es cara, y de enormes proporciones: cuesta unos 200.000 dólares
crear un registro de la lengua en sus formas oral y escrita, y quedan unas 3.000
lenguas por preservar. Pero un esfuerzo de estas características podría
reducir la amenaza que supone la globalización para unas comunidades
que de otro modo no van a recibir beneficio alguno de la creciente interconexión
del mundo.

Nicholas Ostler es presidente de
la Fundación para las Lenguas Amenazadas, con sede en Londres. Ostler
publicará un libro sobre la historia linguística del mundo en
2004 (Harper Collins).